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L’Etno, el bum de un pequeño museo etnológico valenciano que ha sido elegido el mejor de Europa

El innovador centro, premiado con un título que también luce el Guggenheim de Bilbao, ha multiplicado el número de visitantes

Joan Seguí, director de L'Etno, premiado como mejor museo europeo, en una de las salas de su exposición permanente.
Joan Seguí, director de L'Etno, premiado como mejor museo europeo, en una de las salas de su exposición permanente.Mònica Torres
Cristina Vázquez

Los museos cuentan historias y L’Etno —Museo Valencià d’Etnologia—, dedicado a la cultura popular valenciana, guarda cientos de ellas. Sus salas, ubicadas en el Centro Cultural de la Beneficència en Valencia, contienen auténticas joyas que, sin nostalgia y con una estética atrevida y contemporánea, invitan a reflexionar sobre la identidad valenciana, los estereotipos culturales y los contrastes del territorio y sus gentes. Así, una humilde palangana de plástico, de las que valen un euro, recibe en una vitrina del vestíbulo al visitante curioso. Un día se rompió de tanto uso y su propietaria se tomó la molestia de reconstruirla con una aguja caliente, mostrando una manera de enfocar la vida que puede ser que valiera la pena recuperar. Alguien se refirió una vez a L’Etno como el museo de los trastos. “Y con mucho orgullo hemos aprendido a mirar esos trastos con gafas capaces de detectar joyas y hemos encontrado muchísimas”, asegura su director, Joan Seguí.

L’Etno no es, por tamaño y temática, uno de esos museos de gran atracción de público como lo son los de arqueología o arte, por eso el galardón que recibió a principios de mayo como mejor museo de Europa ha emocionado doblemente al equipo que lo dirige. El jurado decidió entregar el premio EMYA (European Museum of the Year Award) al centro valenciano, creado a principios de los ochenta por Joan Francesc Mira en la Diputación de Valencia. Era la quinta ocasión que España conseguía este galardón, que ya tienen el Medina Azahara de Córdoba (2012), el Cosmocaixa (2006), el Museo Arqueológico Provincial de Alicante (2004) o el Guggenheim de Bilbao (2000). “Son instituciones de tamaño más potente que L’Etno, por tanto, para nosotros el premio es un reconocimiento importante; la sensación es que alguien con autoridad nos ha dicho que pasemos de la tercera o cuarta fila, a la primera. El equipo del museo está todavía en shock, en el sentido de acabar de creerse que el trabajo que hemos hecho durante tantos años ha tenido un reconocimiento tan feliz”, explica Seguí.

Una de las salas de la exposición permanente de L'ETNO que lleva por título 'No es fácil ser valenciano/valenciana'.
Una de las salas de la exposición permanente de L'ETNO que lleva por título 'No es fácil ser valenciano/valenciana'. Mònica Torres

Los momentos de dudas en los que el equipo cambió el rumbo y dejó de operar de una manera más clásica en términos de museografía o museología han desaparecido. “Ahora vemos esa evolución clara, sabemos que cogimos el camino adecuado”, subraya el director. El galardón ha disparado las visitas al museo. Solo en mayo recibieron 9.000 y en los seis primeros meses de este año completaron las de todo 2022. Suman unos 29.000 visitantes. La exposición permanente está en una media de 4.000 personas mensuales, en enero tuvieron 1.500 o 2.000, que son las cifras habituales, pero las 9.000 visitas de mayo y siguientes han subido la media.

L’Etno tiene mucho público infantil, porque es un museo con una amplia oferta didáctica, también ha consolidado un publico mayor de 40 o 45 años. Pero luego tiene un agujero en adolescentes y jóvenes. El equipo de Seguí apostó por una estética y una narrativa que ya se estaba viendo en museos suizos como el Neuchâtel o canadienses como en Quebec. “Son museos de etnología pero la manera de presentar el contenido y el guion es muy analítico, poco nostálgico. No queremos contar el proceso de recolección del arroz sino qué tiene de identitario o cómo se mezcla el ser valenciano, la producción arrocera y la paella. Provoca más curiosidad presentar una paella e interpelar si es valenciana o no y, a partir de ahí, puedes hablarle al público del presente, de la identidad, de un patrimonio que puede parecer casposo y aburrido pero que habla de cosas que les afectan y de las que tienen opinión”, apunta.

La exposición permanente de L'ETNO en la Beneficéncia de Valencia.
La exposición permanente de L'ETNO en la Beneficéncia de Valencia. Mònica Torres
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La exposición permanente No es fácil ser valenciano ni valenciana fue uno de los elementos más valorados por el jurado de los EMYA. Renovada en 2020, el título está inspirado en un grafiti pintado en una calle cercana al museo por, según han investigado, un chico de Barcelona que vive en Madrid y frecuentaba Valencia. “Tiene una base antropológica sobre qué pasa con las identidades culturales, que se han vuelto muy complejas porque la gente se mueve mucho. Ahora coges un avión y eres un valenciano en Colombia, un ecuatoriano en Valencia o un sueco en Benidorm. Todo ello hace que la identidad cultural no se pueda cortar con un cuchillo sino que sea un magma fluido que se va definiendo y redefiniéndose muy rápidamente”, abunda el director.

Las exposiciones temporales completan las piezas del puzzle del museo etnográfico. En el currículo aparecen las dedicadas a las bandas de música, a los valencianos en EE UU, a deportes como la pilota valenciana, y en la actualidad a las fosas de Paterna, donde fueron fusilados y enterrados cientos de represaliados por el franquismo. “Es un caso singular coherente con nuestra línea de no huir de nuestra responsabilidad”, apunta el director. En torno al museo se ha consolidado un sinfín de iniciativas como el festival Etnomusic, que este año ha celebrado su 20 aniversario, o Espanta la por, un proyecto que, aprovechando la pujanza de Halloween, repasa cada año por Todos los Santos el imaginario más fantástico de la cultura valenciana. L’ETNO trabaja además en L’Incontrolat, un pequeño festival dedicado al mundo del documental etnográfico que esperan coja fuerza pronto; y en su Etnoxarxa, donde colabora con los 32 museos etnográficos que tiene la provincia.

El centro etnográfico planifica ya las que serán exposiciones del futuro y una de las que están sobre la mesa es el cambio de las sociedades rurales desde los años 50 o 60 del siglo pasado hasta hoy: “Desde el abandono del medio rural hasta el cambio de mentalidad: qué se pierde, qué se gana... Ahora se está dando el proceso contrario; gente del ámbito urbano que vuelve al mundo rural y la mentalidad del urbanita entra como elefante en cacharrería en aquellos espacios. Esas fricciones nos interesan mucho. Esa sociedad rural que está deshaciéndose pero no del todo y también está rehaciéndose”, explica Seguí.

Otra de las líneas de inspiración del equipo es la relación entre identidad y comida. “Hemos visto muchas reacciones en torno a si la paella que hay en la exposición permanente es la valenciana. A partir de aspectos de la cultura popular o tradicional podemos elaborar un discurso en el que nuestros hijos, a poco que piensen, se dan cuenta de que les afecta. Nuestra función es ayudar a abrir interrogantes dando la perspectiva del punto del que parten”. Pura antropología.

La sala dedicada a las tierras del interior del territorio valenciano en L'ETNO de Valencia.
La sala dedicada a las tierras del interior del territorio valenciano en L'ETNO de Valencia.Mònica Torres

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Sobre la firma

Cristina Vázquez
Periodista del diario EL PAÍS en la Comunitat Valenciana. Se ha ocupado a lo largo de su carrera profesional de la cobertura de información económica, política y local y el grueso de su trayectoria está ligada a EL PAÍS. Antes trabajó en la Agencia Efe y ha colaborado con otros medios de comunicación como RNE o la televisión valenciana À Punt.

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