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La madre del menor agredido sexualmente por un profesor de La Salle: “Mi hijo me decía que estaba casada con un loco”

Arranca el juicio contra el docente por abusar durante tres años de un alumno al que se acercó emparejándose con su madre

Amparo Pérez
Fachada de la Audiencia provincial de Barcelona
Audiencia provincial de Barcelona.Consuelo Bautista

“Mi hijo me decía que lo echara de casa, que me había casado con un loco, pero no me explicaba por qué. Tras su denuncia, entendí la mirada de tristeza que arrastraba, comprendí todo lo que no había visto en diez años”, ha declarado este jueves la madre de la víctima y expareja del profesor acusado de agredir sexualmente ―y de manera continuada―a un menor entre 2010 y 2012, cuando la víctima tenía entre 12 y 14 años. El presunto agresor utilizó su puesto de profesor en La Salle Bonanova y entrenador de fútbol para acercarse al menor inmerso en una “etapa complicada” por el divorcio de sus padres. Según la Fiscalía, el profesor siguió “un elaborado plan” y empezó a dar “cuidados especiales” al menor, hasta ganarse su confianza e introducirse en el domicilio familiar al iniciar una relación afectiva con su madre, que ha terminado en casi diez años de matrimonio y tres hijos. La Fiscalía pide 10 años de prisión y ocho de libertad vigilada en este proceso abierto desde 2020 y se reanudará ante la Audiencia Provincial de Barcelona el próximo 11 de marzo.

La primera sesión del juicio ante la Audiencia Provincial ha arrancado con las declaraciones, a puerta cerrada, de la víctima y de otra de las víctimas del procesado (con causa pendiente), en calidad de testigo. Después, la madre de la víctima ha comenzado su declaración: “En 2005, me separé y llevé a mis hijos al colegio la Salle Bonanova, donde el mayor conoció a Victor P., el entrenador y coordinador de fútbol”. La acusación mantiene que el interés del presunto agresor se tradujo en atenciones personalizadas, justificándose en que el niño―que entonces tenía 8 años― estaba en una situación vulnerable desde la separación de sus padres. La relación entre ambos se fue estrechando cuando el procesado empezó a trabajar como profesor del centro, en el curso 2007-2008. “La relación era magnífica, de adoración, mi hijo me decía que Víctor molaba”, ha añadido.

El procesado logró sustituir progresivamente a su padre biológico, hasta proponer al niño un viaje a Rumanía para conocer el campo del Steaua de Bucarest. “Al principio me negué, pero nada en él me generaba desconfianza y accedí con la condición de unirme al viaje”, ha recordado la madre. Meses después, el presunto agresor inició una relación afectiva con la madre de la víctima―a la que se declaró por correo electrónico― y se mudó al domicilio familiar. Entonces, la relación entre víctima y agresor tornó “tensa e inestable”, y no tardaron en suceder los primeros momentos de violencia física.

En 2010, el acusado “culminó su plan malicioso”, apunta la Fiscalía. Cuando la víctima tenía 12 años, Víctor P. le nombró segundo entrenador del equipo de fútbol. “Todos los chicos nos cambiábamos en el vestuario, excepto los dos entrenadores que se duchaban en los de abajo”, ha testificado uno de los compañeros de la víctima. El procesado agredía sexualmente al menor antes y después de los entrenamientos: el ritual de masturbaciones se repetía en el club, durante excursiones de fin de semana, o cuando se quedaban solos en casa. El procesado controlaba todas las actividades del niño hasta sumirlo en una relación de dependencia e intimidación. “Empezó a volverse más reservado y a aislarse del resto de compañeros”, ha añadido.

La tensión impregnó el hogar familiar de una “sensación insoportable e incomprensible” que llevó a la madre a hacer un curso de “coaching familiar” para proteger a sus otros hijos (una de su anterior matrimonio y otros tres de su relación con el agresor). Cuando la víctima amenazó con denunciarle, Víctor P. le agredió físicamente y lo amenazó de muerte empuñando unas tijeras. “Las discusiones entre ellos eran cada vez peores. Un día escuché a mi hermano decir algo de juicio y quejas. La pelea se volvió muy violenta y le llegó a amenazar con un cuchillo jamonero”, ha subrayado la hermana de la víctima.

Los abusos sexuales cesaron en 2013 y la víctima se fue de casa a los 19 años. “Cada vez que discutía con Víctor P., mi hijo me decía que lo echara de casa que estaba loco y yo no entendí el motivo hasta que casi 10 años después”, ha contado la madre. En 2020, el joven decidió interponer una denuncia: “Al volver de Australia me dijo que el año le había servido para sacarlo todo a la luz. Entonces comprendí la mirada de tristeza que había arrastrado mi hijo durante tanto tiempo”. La misma mirada ausente con la que lo recuerdan profesores y compañeros del colegio.

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La Fiscalía pide 10 años de prisión y ocho de libertad vigilada y una indemnización de 20.000 euros para la víctima. El presunto agresor tiene otra causa pendiente por los mismos, un año antes, cuando trabajaba de profesor en el colegio Viaró Global School de Sant Cugat del Vallès. Al comenzar la instrucción, la madre encontró diarios en los que el profesor describía el “tormento interior” que sufría cuando se relacionaba con menores. “Descubrí un relato de dos hombres que se duchaban después del entrenamiento. Cuando leí ‘nuestros penes entrelazados en la ducha’, cerré el cuaderno”.

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Sobre la firma

Amparo Pérez
Es redactora en la delegación de Barcelona, donde suele escribir sobre cultura y tendencias. Trabajó en la Comisión Nacional de Mercados y Competencia (CNMC). Graduada en Derecho y Derecho de la Unión Europea por el CEU San Pablo de Madrid, Máster en Derecho de la UE en la Carlos III, en Periodismo en EL PAÍS y titulada en doblaje y locución.
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