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Los directores catalanes tras los resultados PISA: “No puedes dar abasto a toda la complejidad en las aulas”

Los docentes aseguran que hay alumnos con muchas necesidades que no son atendidas adecuadamente y ello provoca “que la docencia no se esté impartiendo como sería necesario”

Una clase en un centro de máxima complejidad del área de Barcelona, en una imagen de archivo.
Una clase en un centro de máxima complejidad del área de Barcelona, en una imagen de archivo.Albert Garcia

¿Qué está pasando en las escuelas para que el rendimiento de los alumnos catalanes se haya hundido tanto en los últimos años? Y más importante aún: ¿qué se puede hacer para revertirlo? Generalitat y expertos de diferentes ámbitos han apuntado hasta ahora al alto porcentaje de alumnos inmigrantes, la pobreza infantil, la falta de equidad o la diversidad en las aulas como factores principales. Pero, ¿qué piensan los directores de centros de máxima complejidad que lidian cada día con situaciones complicadas y con alumnos muy vulnerables? Apuntan a una lista de motivos larga y diversa, y reclaman más personal de apoyo educativo, una formación de calidad del profesorado y reforzar los contenidos básicos. “Los alumnos de infantil y primaria tienen que saber leer y escribir”, defiende a modo de resumen Manel Motrel, director del instituto escuela Antaviana de Barcelona.

La caída de los resultados no es nueva. PISA solo ha puesto la guinda. Pero ya el curso pasado hubo un serio aviso con las evaluaciones de competencias básicas que Educación impulsa anualmente (aunque entonces Educación intentó evitar el ruido publicándolas discretamente en la web). Entonces, las notas en Matemáticas e Inglés tocaron fondo. Este año lo han hecho las de Lengua Castellana y Catalana. En medio, el estudio internacional PIRLS alertaba del bajo nivel de comprensión lectora de los alumnos catalanes. Pero el informe internacional de más renombre, PISA, confirmaba la debacle: Cataluña lidera la caída en matemáticas y lectura y se sitúa en posiciones de cola respecto del resto de autonomías.

Las alarmas saltaron en el Departamento de Educación y pilló a contrapié a sus dirigentes. No se sabía qué argumentar y las valoraciones iban sufriendo matices con el paso de los días. Las soluciones también brillaron por su ausencia. Entonces, se convocó una reunión de urgencia entre Govern y partidos políticos, que culminó con un acuerdo para crear una comisión formada por docentes y expertos, a los que se encargará que propongan medidas y soluciones a corto y medio plazo. En este contexto, este diario ha preguntado a directores de centros de máxima complejidad (con un alto porcentaje de alumnos vulnerables) un análisis de la situación y sus propuestas para mejorar el sistema.

“Primero habría que tener datos de la realidad educativa y social de los alumnos, dentro y fuera de la escuela, entonces nos daríamos cuenta de las debilidades del sistema”, puntualiza Conxita Gimeno, directora de la escuela Montessori de Rubí, para después empezar con la lista de estas debilidades. “El sistema no va en paralelo a las necesidades psicoeducativas, económicas y sociales de los alumnos, así que es difícil poder avanzar en contenido”. La directora apunta que cada vez hay más alumnos con necesidades de todo tipo, pero los más vulnerables no se pueden pagar una terapia o un diagnóstico rápido. “Tenemos un alumno o alumna con problemas de lenguaje y nosotros no somos expertos. Pueden pasar hasta tres años para que le hagan un diagnóstico. Y ya no hablemos de temas emocionales; si no es algo muy urgente, no te atienden rápido porque los servicios están colapsados. Vemos carencias emocionales, pero como hay casos más graves, no se atienden, y el alumno acabará en fracaso escolar”, lamenta Gimeno.

Paco Salmerón, director del instituto escuela Sallarès i Pla de Sabadell, también ejemplifica la complejidad de las aulas actuales. “En una clase de 17 alumnos de Infantil3 te puedes encontrar con tres que tengan un trastorno autista. Pero en 6º de primaria hay hiperactivos, absentistas, otros con trastornos de conducta… El tutor se vuelve loco. Algunos alumnos requieren una atención individualizada y eso no siempre se puede hacer. Y por mucho que intentes que no se note, esto afecta al resto de la clase”.

Los directores coinciden en rechazar la asimilación entre alumno vulnerable y malos resultados. También de prejuicios como que los alumnos de ahora tengan menos capacidades. “Hay un problema de hábitos. Y muchas cosas exteriores que distorsionan y que provocan que la docencia no se esté impartiendo como sería necesario”, tercia Salmerón.

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Otra de las causas apuntada por varias direcciones son los cambios constantes de currículo. “Hemos pasado de hablar de saberes a hablar de vectores. Estamos entrando en la Ilustración de la educación y esto es peligroso. Los alumnos de infantil y primaria tienen que saber leer y escribir. Hay que tener claro qué hay que trabajar y cuáles son los objetivos a alcanzar. Ahora la escuela está desorientada. Las transformaciones hay que hacerlas con un liderazgo y de forma pausada”, sintetiza el director del Antaviana. La jefa de estudios, Carme Salinas añade otros factores externos y sociales, como la falta de concentración con la introducción de los dispositivos tecnológicos o la falta del hábito lector. “Pero son problemas que afectan a la sociedad. Tenemos lo que tenemos en las aulas porque es lo que tenemos en la sociedad”.

La concertada, especialmente la ubicada en barrios empobrecidos, también sufre problemas parecidos, como la falta de recursos. “No puedes dar abasto a toda la complejidad. Durante la pandemia hicimos desdoblamientos y teníamos más personal. Este año las pruebas de evaluación fueron excelentes. Eso demuestra que, si hay recursos, las escuelas pueden remontar”, destaca Maite Fenollosa, directora de la escuela Sant Francesc d’Assís de Barcelona.

Carrera docente excelente

Fenollosa también abre el melón de la necesidad de una formación del profesorado de calidad y adaptada a las necesidades de cada centro. “Hacer un curso sobre cómo funciona un programa informático ahora no es necesario, necesitamos saber cómo tratar los diferentes trastornos y necesidades de los alumnos”. La mejora de los estudios de Magisterio y el prestigio de la profesión docente son también algunas de las propuestas que ponen los directores en su lista. “La carrera docente no la puede hacer cualquiera. El acceso debería ser más exigente. Ahora somos el último mono de la sociedad, pero en los países que sacan mejores resultados en PISA la docencia es una carrera excelente”, reclama Gimeno.

Mientras esto no llega, los directores piden más personal especializado y de apoyo psicosocial. “Con lo que se gastó el Govern en el vale escolar de 100 euros tendríamos un psicólogo en cada escuela”, espeta Gimeno. Asimismo, reclaman personal más preparado, motivado y más estable, porque a veces este tipo de escuelas son la última opción para parte del profesorado. Algunas direcciones no ven mal crear incentivos especiales para los docentes que elijan plaza en centros de máxima complejidad.

También solicitan una reducción de las ratios y un retorno a los aprendizajes básicos y reforzar la lectura y escritura en las etapas iniciales. En Sant Francesc d’Assís, incluso, han limitado la presencia de la tecnología. “Somos una escuela que huele a papel y lápiz”, resume su directora.

Pero las deficiencias y problemas por resolver no desaniman a los docentes, que todavía creen en la escuela como ascensor social. “Ver a un alumno que entra en I3 muy vulnerable, pero acaba la ESO diciendo que va a hacer un bachillerato potente te anima y ves que todo sirve para algo”, cierra Motrel.

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