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Una avioneta para controlar los cetáceos de la costa española

Un proyecto de Submon pretende profundizar en el conocimiento de la parte norte del corredor migratorio de cachalotes, calderones y rorcuales que discurre entre Alicante y la costa de Girona

Ballenas avistadas en la costa de Girona.
Ballenas avistadas en la costa de Girona.

Los vuelos en avioneta y las singladuras serán básicos a partir de ahora para controlar las condiciones de vida y las amenazas a las que se enfrentan cetáceos y otras especies marinas en el corredor mediterráneo que discurre entre la costa de Alicante y la Girona. Esos dos medios de control permitirán cubrir 32.652 kilómetros cuadrados pertenecientes al Corredor de Migración de Cetáceos del Mediterráneo a través del proyecto CETAMED Norte. El objetivo, del que se encargará la entidad Submon junto a investigadores de la Universitat de Barcelona (UB), es ampliar el conocimiento sobre la distribución y abundancia de cetáceos de buceo profundo como el cachalote, el calderón gris, el calderón común o el zifio de cuvier, así como de especies de más amplia distribución como el delfín listado o el rorcual común.

El Estado declaró Área Marina Protegida el Corredor de Migración de Cetáceos del Mediterráneo, superficie que integró en 2018 en la Red de Áreas Marinas Protegidas de España (RAMPE) por su importancia para hábitats o especies amenazadas y por su aporte a la conectividad. Constituye un corredor de vital importancia para la supervivencia de los cetáceos en el Mediterráneo Occidental.

Uno de los mayores problemas para la gestión y conservación de la biodiversidad marina es la falta de información sobre el estado de sus poblaciones. Para poder trabajar en la conservación de estas especies, protegidas, todas a nivel nacional e internacional a diferentes niveles, como el calderón gris, que está en peligro de extinción y en el Mar de Liguria ha disminuido casi en un 60%, también es esencial conocer el grado de impacto de las diversas amenazas de la zona.

Un miembro de Submon observa un cetáceo en la superficie del mar.
Un miembro de Submon observa un cetáceo en la superficie del mar.

El Mediterráneo es uno de los entornos más contaminados por residuos plásticos que representan una de las mayores amenazas para la vida marina. Para eso, explica una de las directoras del proyecto, Carla Chicote, “hacen falta estudios cuantitativos de las basuras flotantes que permitan evaluar correctamente esta problemática”. Según los científicos, los plásticos afectan a 700 especies en peligro, desde pequeñas piezas que acaban en sus estómagos a aros de packs de bebidas con los que se estrangulan o bolsas de plástico que pueden ahogarlas.

“El Cetamed Norte pretende aportar datos que ayuden a conocer mejor las especies y sus amenazas para poder hacer una gestión efectiva de la zona”, explica Chicote. Consistirá en dos campañas de investigación, una aérea y otra marítima con la metodología de “muestreo a distancia”. Se harán transectos lineales con avioneta y embarcación. El programa cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Transición Ecológica en el marco del Plan de Recuperación Transformación y Resiliencia financiado por fondos Next Generation.

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La campaña aérea se hará en mayo porque el rorcual común, la segunda ballena más grande del mundo (hasta 20 metros de longitud), migra entre marzo y abril del sur hacia el Mar de Liguria, entre Niza, Córcega y la costa de la Toscana italiana.

Por aire y mar

Utilizarán una avioneta especializada con ventanas bubble windows, “unas ventanas ovaladas que permiten meter la cabeza dentro y tener una visión muy amplia de la zona que se sobrevuela para detectar desde el aire a los animales objeto del estudio”, detalla la bióloga. En la aeronave viajarán dos observadores, un tercero que apuntará los datos y un piloto experto en esta actividad. El vuelo, del Delta del Ebro al Cap de Creus a lo largo de 3.800 kilómetros, será en zigzag para abarcar mayor cobertura del área. Permitirá muestrear las especies registrando datos sobre la presencia y abundancia de cetáceos, tortugas y basuras. Posteriormente se estudiará el uso que estos animales hacen del hábitat, es decir, con qué variables se les relaciona más, como la profundidad o la temperatura del agua. El resultado podría permitir ciertas predicciones. En cuanto a los restos de origen antropogénico, permitirá ver qué grado de amenaza suponen para la fauna que habita o migra a través de esta zona protegida.

La campaña marítima se hará en junio con una embarcación en la que irán tres tripulantes y siete científicos. Complementará los transectos aéreos recorriendo durante un mes 4.000 km realizando transectos acústicos usando un hidrófono de arrastre –micrófono usado bajo el agua- “que permitirá detectar a especies de cetáceos de buceo profundo, que son más difíciles de detectar en los censos aéreos debido a sus largas inmersiones”, indica. Por ejemplo los cachalotes, que se sumergen entre 30 y 60 minutos y emiten constantemente unos clicks mientras ecolocalizan alimentos. El hidrófono permite localizarles, determinar el uso de clicks para alimentarse y registrar sus tiempos de inmersión. “Cuando suben a superficie se aprovecha para fotografiarles para el catálogo de fotoidentificación”, explica Chicote. Retratan las aletas que son como huellas dactilares. De calderón gris tienen identificados 65.

Submon ya ha realizado diversos proyectos en zonas incluidas dentro del Corredor de Migración de Cetáceos del Mediterráneo como el Ahab y SCARS. Chicote se muestra esperanzada en “obtener información relevante y sólida para conocer mejor la realidad de las especies que habitan y migran en esta zona”.

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