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La destructiva helada de abril: miles de empleos quedan en el aire por el daño en los frutales de Lleida

Los empresarios del campo calculan 600 millones de pérdidas en esta campaña

Frutales Lleida
Pere Roqué comprueba el estado de sus frutales tras las heladasJavier Martín (EL PAÍS)
Carlos Garfella Palmer

“Muerta , muerta, muerta, muerta” y a la quinta flor del peral que Pere Roqué examina en su finca de Lleida, el agricultor suspira: “Y esta, muerta también”. Hace una semana, este agricultor con siete hectáreas a las afueras de la ciudad de Lleida hacía las primeras estimaciones de los estragos de tres noches de temperaturas bajo cero en el primer fin de semana de abril, que fue literalmente de insomnio. “En el amanecer del domingo día 3 llegamos a 4,5 grados bajo cero. Ahora, es cuestión de esperar unos días, examinar la magnitud de la tragedia y salvar lo que se pueda salvar. Calculo que el 70% de mi producción está perdida”, explicaba Roqué, también presidente de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA) de Lleida. Han transcurrido ya dos semanas y las malas previsiones se han ido cumpliendo. El sindicato Unió de Pagesos cuantifica ya en 480 millones de euros las pérdidas. El portavoz de Asaja asciende la cifra a 600 millones y advierte de que en torno a 50.000 empleos, entre directos, indirectos y temporeros, están en peligro.

Las heladas que azotaron los tres primeros días de abril la gran despensa a cielo abierto de España y Europa que son las tierras de Lleida fueron la mala guindilla a un invierno extremadamente seco que ya se había cebado con el cultivo del cereal. La fruta ha sido ahora la golpeada. Según el Departamento de Acción Climática y Alimentación de la Generalitat, las bajas temperaturas causaron daños a unas 50.000 hectáreas en Lleida, con pérdidas de entre el 50% y el 100%, dependiendo de la especie: peras, manzanas, albaricoques o cerezas.

La Generalitat se afanó tres días después de las heladas en anunciar una línea de créditos de 40 millones. Aunque la consejera, Teresa Jordà (ERC), ya aventuró entonces que las ayudas se quedarían cortas. El pasado miércoles,la consejera confirmó que los trabajadores afectados podrán acogerse a ERTES y abrió la puerta a ampliar más créditos.

Este año, los agricultores habían asegurado alrededor de 730 millones de kilos de fruta. El año pasado se produjo otra helada, aunque todos los agricultores consultados explican que la de este año ha sido más grave. En 2021, Agroseguro abonó en Lleida 47 millones de euros en concepto de indemnizaciones. Cataluña es el área más importante de producción de fruta dulce de España y el noveno productor mundial de melocotón y nectarina. La afectación ha sido tan importante que casi tres semanas después, grupos tan importantes como Fruits de Ponent, con más de 400 hectáreas, todavía no se aventuraban a poner cifras definitivas de afectaciones. “Hasta la próxima semana no podremos dar datos lo más objetivos posibles...”, explicaba un portavoz del grupo.

“Ahora, a esperar”, comentaba Roqué, tras tres noches de activar los aspersores para tratar de salvar los miles de peras y manzanas que empezaban a formarse en sus flores. Las pérdidas podrían haber sido incluso peores sin este sistema, que consiste en regar cuando la temperatura desciende de los 0 grados y crear así un efecto iglú para formar una capa de hielo en torno a las ramas y proteger al árbol de la helada. “El sistema de aspersores ha demostrado ser útil, pero implica riesgos cuando las heladas son grandes, ya que el hielo que se forma puede acabar rompiendo la rama”, dice Josep Usall, director del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria (IRTA, adscrito a la Generalitat). Usall explica que otro de los mecanismos es instalar pequeñas hogueras con líquido inflamable entre árboles para subir la temperatura del ambiente, aunque es más rudimentario y caro. A Roqué no le sale rentable. “Cuesta unos 1.000 euros por hectárea la noche. No puedo permitírmelo”, dice. “Me están pagando las manzanas entre 28 y 30 céntimos el kilo. Este año voy a pérdidas”, denuncia.

A escaso medio kilómetro de la finca de Roqué, Joan Petanàs, de 38 años, juega en el patio de su finca con su hija de tres años. Tiene 14 hectáreas de peras y manzanas. Petanàs apenas pegó ojo la noche anterior. “A las dos de la mañana han sonado las alarmas de los campos que nos avisan cuando la temperatura baja de los cero grados…”, narra. Según sus primeros cálculos, cree que la cosecha de siete hectáreas donde tiene instalados aspersores logró resistir. El problema son las otras siete hectáreas. Ahí sí cree que las pérdidas son prácticamente totales. “Solo tenemos aspersores allí dónde sabemos, gracias a las cifras históricas de la finca, que puede helar. El problema es que en estas últimas noches el frío ha golpeado en hectáreas donde no acostumbra”, sentencia.

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Una campaña de la fruta donde sobrarán temporeros

Cada año, la familia Petanàs, da empleo a cuatro temporeros durante la campaña. Este año serán menos. El agricultor Roqué solía contratar a seis, a los que paga a 6,70 euros la hora, pero ahora no sabe a cuantos llamará. Las heladas han congelado el primer engranaje de esta maquinaria agrícola que exporta un 65% de la fruta dulce y cítricos (609,268 toneladas) en los mercados extranjeros. En una temporada normal, se precisan en torno a 40.000 temporeros pero todo apunta que en esta campaña sobrarán miles. 
El colectivo de los temporeros, muchos de ellos de origen subsahariano, fue especialmente golpeado en 2020 cuando centenares se quedaron malviviendo en las calles mientras el virus circulaba descontrolado. Las condiciones laborales en las grandes plantaciones han sido objeto de denuncia de asociaciones y sindicatos. La Associació d'Ajuda Mútua d'Immigrants (AMIC)-UGT denuncia que en demasiadas ocasiones trabajan muy por debajo del precio establecido por el convenio establecido. 

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Sobre la firma

Carlos Garfella Palmer
Es redactor de la delegación de Barcelona desde 2016. Cubre temas ambientales, con un especial interés en el Mediterráneo y los Pirineos. Es graduado en Derecho por la Universidad de las Islas Baleares, Máster en Periodismo de EL PAÍS y actualmente cursa la carrera de Filosofía por la UNED. Ha colaborado para otros medios como IB3 y Ctxt.

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