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Un matrimonio separado y reunido por la enfermedad

La Junta de Andalucía brinda ayuda a una sevillana tras reclamar que se agilizaran los trámites para que su padre, que acaba de sufrir un ictus y ha estado 20 años cuidando de su madre, totalmente dependiente, pueda ingresar en su misma residencia

Eva Saiz
José Vicente Cobo y Maribel Vidal en su casa de Alcalá de Guadaíra, en 2021, antes de que ella ingresara en una residencia. / CORTESÍA DE REYES COBO
José Vicente Cobo y Maribel Vidal en su casa de Alcalá de Guadaíra, en 2021, antes de que ella ingresara en una residencia. / CORTESÍA DE REYES COBO

José Vicente Cobo no dudó en abandonar su trabajo como profesor de Matemáticas en un colegio de Alcalá de Guadaíra (Sevilla) cuando su mujer, Maribel Vidal, se desplomó en su casa. Le detectaron un tumor cerebral que, tras serle extirpado, le robó toda la capacidad para moverse o poder comer. “Apenas se levantaba de la cama”, cuenta su hija Reyes. Desde ese momento, hace 20 años, él se convirtió en su sombra, su acompañante y compañero para todo. Desde 2022 ella está en una residencia a la que él ha ido a visitarla diariamente, hasta que hace mes y medio sufrió un ictus, que le ha dejado medio cuerpo inmóvil.

Una enfermedad los unió y parecía que otra iba a separarlos, pero la llamada desesperada de su hija, a través de las redes sociales, de las que se ha hecho eco este diario, para reclamar mayor celeridad para que ambos pudieran reenlazar sus vidas en el mismo centro de mayores en el que vive su madre, ha hecho reaccionar a la Junta de Andalucía. La Consejería de Inclusión se ha puesto en contacto con Reyes tras conocer su caso para asesorarla en los pasos a seguir para la reunificación familiar que, explican las fuentes consultadas, no había tramitado bien. “El ingreso en una residencia es sucesivo o simultáneo para el caso de personas mayores que sean cónyuges o parejas de hecho si lo solicitan y basta solo con que el familiar que está en la residencia tenga la valoración de dependencia. En el caso de Reyes no es necesario que se valore a su padre”, explican las fuentes consultadas.

El trámite se agiliza considerablemente, de este modo, porque la media para conseguir la valoración y el ingreso en una residencia en Andalucía, como explica Martín Durán, presidente de la Federación de Organizaciones Andaluzas de Mayores (FOAM,) es de 561 días, de acuerdo con los datos de enero publicados en el Imserso. “Mañana por la mañana una trabajadora social me ayudará a rellenar los papeles”, explica Reyes que le han dicho desde la consejería. Ella despeja así la angustia de pensar que su padre iba a sufrir todo el calor del verano sevillano en el piso de 50 metros cuadrados que Reyes comparte con su hermano, que sufre una discapacidad del 72%. “Me lo he tenido que traer aquí sin medios, con una cama articulada de segunda mano y una grúa de alquiler”, detalla. Además de lidiar con el deteriorado estado de salud de José Vicente, también tiene que templar los ánimos de su hermano de 36 años “que necesita tranquilidad y su propio espacio que, ahora mismo, ha sido invadido por nuestro padre”, explica.

Además, también conseguirá la calma de saber que sus padres volverán a estar juntos. “Lo dejó todo para cuidarla a ella”, relata Reyes. Fue hace tres años, cuando José Vicente, que entonces tenía 68, constató que empezaban a fallarle las fuerzas para dispensarle a su mujer toda la atención que requería, y decidieron buscarle una residencia. No fue fácil porque en todo este tiempo ella había generado tal necesidad de sus cuidados que se autolesionaba o dejaba de comer “asustada porque no sabía dónde estaba mi padre”, explica Reyes. “Ella tiene atención psiquiátrica por esa dependencia emocional”, abunda. Después de probar en varias, recalaron desde hace dos años en un centro de mayores en Alcalá de Guadaíra con todas las prestaciones que necesita Maribel, a la que José Vicente iba a visitarla cada día.

Hasta que hace un mes y medio sufrió un ictus del que acaba de recibir el alta hace apenas una semana y que le ha dejado graves secuelas. “Habla de forma incoherente, tiene la parte derecha del cuerpo paralizado y ha perdido el 50% de su visión”, explica su hija. Esta situación ha puesto patas arriba la frágil estabilidad que sobrellevaba Reyes, de 40 años, desde que, cuando decidieron ingresar a su madre en el centro de mayores, abandonó la casa familiar, en la que también ayudaba en el cuidado de Maribel y en el de su hermano.

Entonces su padre se mudó solo a otra vivienda más pequeña de alquiler, en Alcalá de Guadaíra, y ella se fue con su hermano a un piso de apenas 50 metros cuadrados en Los Pajaritos, una de las barriadas más pobres de Sevilla y de España. Reyes trabajaba a media jornada para poder cuidar de su hermano, pero el ictus de su padre le ha obligado a dejar su empleo como auxiliar de danza en una escuela de baile.

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Deudas y bajos ingresos

La esperanza que después de días de angustia acaba de instalarse en el corazón de Reyes solo se ve ensombrecida por la estrecha situación económica en la que acaba de sumirse. En los últimos años, José Vicente había gastado más de lo que había podido ir ahorrando y recabando, a cuenta de adelantos de su pensión o de préstamos, en la residencia de su mujer y en el alquiler de su casa. Unas deudas que ascienden a 20.000 euros y que él siempre mantuvo en silencio. “Pensaba que podríamos ir tirando, pero es imposible”, explica su hija. Sin trabajo, lo que llega a la casa es la pensión no contributiva de su madre de unos 500 euros y alrededor de 400 euros de prestación por dependencia de su hermano.

Desde que es mayor de edad, ella no ha dejado de atender a alguien de su familia. “Me llaman la cuidadora”, dice con una sorna plagada de resignación. “Si con solo con salir a tirar la basura y que me dé el sol me harto de llorar”, cuenta. Por eso decidió colgar unos vídeos en sus redes sociales para reclamar ayuda económica para tratar de saldar la deuda de su padre y asumir el coste de los medicamentos que no entran por el seguro y el alquiler de la grúa para manejar a su padre y pedir que el proceso de reunificación se haga con carácter urgente. “Si no hubiera hecho el vídeo, no sé qué habría hecho”, cuenta. “Ahora a ver cómo pago la deuda”, cuenta, aunque el alivio en su voz supera a la incertidumbre.

Reyes está convencida de que lo mejor tanto para José Vicente como para Maribel, que ahora tiene 66 años, es que vuelvan a estar juntos, como lo han estado media vida, para recuperar la cercanía tan necesaria para Maribel y garantizar su tranquilidad. “Parece que de momento ha entendido que no vaya a verla, pero en cualquier momento podría cambiar y volver a autolesionarse”, cuenta su hija.

En Andalucía hay 175 casos de personas que ocupan plazas concertadas por reagrupación familiar, de las que 70 se encuentran en la provincia de Sevilla, según los datos facilitados por la Consejería de Inclusión Social. Un trámite que ella empezará este mismo miércoles, mucho antes que la cita que tenía agendada con los servicios sociales para el 22 de marzo para iniciar los trámites para una valoración de dependencia que su padre no necesitaba. “Poco a poco”, dice Reyes consciente del empujón que haber salido en los medios de comunicación ha supuesto para resolver su caso.

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Sobre la firma

Eva Saiz
Redactora jefa en Andalucía. Ha desarrollado su carrera profesional en el diario como responsable de la edición impresa y de contenidos y producción digital. Formó parte de la corresponsalía en Washington y ha estado en las secciones de España y Deportes. Licenciada en Derecho por Universidad Pontificia Comillas ICAI- ICADE y Máster de EL PAÍS.
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