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Sánchez visita a los progresistas Lula Da Silva y Boric para buscar inversiones en plena crisis política en España

El presidente, acompañado de Garamendi y varios empresarios, intenta reforzar negocios de las compañías españolas

Pedro Sánchez y Luiz Inácio Lula da Silva, el pasado diciembre durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP28) celebrada en Dubái (Emiratos Árabes Unidos).
Pedro Sánchez y Luiz Inácio Lula da Silva, el pasado diciembre durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP28) celebrada en Dubái (Emiratos Árabes Unidos).FERNANDO CALVO
Carlos E. Cué

El foco de la política española está puesto en el caso Koldo y la ley de amnistía, pero la vida sigue en La Moncloa y la agenda internacional de Pedro Sánchez es una de las cuestiones que más cuida el presidente y más satisfacciones políticas y económicas le ha dado. A pesar de que en ocasiones aparece una tensión entre el Ibex 35 y el Gobierno, en especial por los impuestos especiales a la banca, a las energéticas o a las grandes fortunas, la realidad es que Sánchez mantiene una agenda internacional muy centrada en abrir negocio para las grandes multinacionales españolas y también para otras empresas más pequeñas y consolidar su posición en zonas del planeta donde hay grandes posibilidades en infraestructuras, telecomunicaciones, energías renovables, tratamiento de aguas, agricultura innovadora, y otras cuestiones en la que España es una potencia mundial.

En este contexto, y en plena ebullición de la política española, Sánchez ha mantenido su agenda prevista de viajes y al final de este martes aterriza en Brasil para una visita de dos días al gigante dirigido por el progresista Lula da Silva —con parada en la capital política, Brasilia, y en la económica, Sao Paulo— y otra de un día a Chile, también liderada por otro político de la izquierda latinoamericana como Gabriel Boric. Por si había dudas de que esa sintonía entre el presidente y el empresariado se mantiene a la hora de buscar negocios internacionales, Sánchez viaja en el avión con el presidente de la patronal, Antonio Garamendi, y un grupo de directivos de multinacionales españolas interesados en negocios en Brasil y en Chile, entre los que está también el ex ministro Pedro Duque, que ahora dirige Hispasat.

El viaje tiene un claro contenido económico, aunque tampoco parece casual que Sánchez haya elegido precisamente a dos referentes del progresismo latinoamericano como Lula y Boric mientras esta vez no se acerca a otros países del entorno que están en manos conservadoras como Argentina —ahora presidida por el ultraderechista Javier Milei, en las antípodas políticas del español—. Sánchez sí fue a Buenos Aires a ver al peronista Alberto Fernández, con quien tenía buena relación, pero parece improbable ahora un viaje a Argentina.

Desde el punto de vista político, además, el presidente se ha convertido en un referente para la izquierda latinoamericana democrática —el presidente está completamente enfrentado a autócratas como el venezolano Nicolás Maduro o el nicaraguense Daniel Ortega— por su posición nítidamente crítica con el bombardeo sistemático de Israel sobre Gaza. Si Sánchez en Europa está en minoría, con Bélgica, Luxemburgo e Irlanda, defendiendo un alto el fuego en Gaza, en Latinoamérica, y especialmente en Lula Da Silva y Boric, va a encontrar mucho apoyo a esta posición que le ha convertido en Europa en el que más claramente está exigiendo a Israel que cese el bombardeo, algo que le ha provocado una tensión importante con el Gobierno de Benjamín Netanyahu. Donde sigue habiendo distancia, como se demostró en la última visita de Lula Da Silva a La Moncloa, es en la posición sobre Ucrania, ya que el brasileño y otros latinoamericanos insisten en rechazar la intervención europea para armar a los ucranianos.

Sánchez acudirá al palacio de Planalto a ver a Lula y visitará una exposición sobre el primer aniversario del asalto que hicieron miles de simpatizantes de Jair Bolsonaro a este lugar, el corazón del poder ejecutivo, legislativo y judicial brasileño, algo que le servirá sin duda para recordar, como hizo en La Casa Blanca, el rechazo a la deslegitimación de los resultados electores que caracteriza a sectores importantes de la ultraderecha en todo el mundo.

Desde el punto de vista de acuerdos económicos, Sánchez y Lula Da Silva son dos de los presidentes que con más fuerza han empujado hacia la firma del tratado entre la UE y Mercosur, que estuvo más cerca que nunca el pasado diciembre, pero la oposición de Francia lo truncó y ahora los movimientos de agricultores en toda Europa contra lo que ven como una competencia desleal de productos de otros países aleja mucho la posibilidad de avanzar en este asunto que lleva 20 años estancado.

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Pero la presencia de las empresas españolas en Brasil y Chile es muy fuerte, y Sánchez acude con varios empresarios a consolidarla. El presidente visitará además, de forma simbólica, una de las obras civiles más significativas de Brasil, la ampliación del metro de Sao Paulo, que lidera precisamente la española Acciona.

Brasil, el gran gigante político y económico de la región, es el principal mercado de España en América Latina. Allí es el segundo inversor, sus empresas alcanzan la cifra de 26.000 millones de dólares. “Con Bolsonaro situación no era sencilla pero ahora con Lula existe una oportunidad”, resumen en La Moncloa. ”Su gobierno está desarrollando grandes proyectos de inversión pública en salud, energía, agua, vivienda, por un valor de 300.000 millones euros. Es un viaje de carácter económico muy relevante por eso el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, acompaña al presidente”.

En Chile, un país mucho más pequeño, las empresas españolas también tienen una presencia fuerte y Sánchez buscará también aspectos políticos más simbólicos con Boric, con el que tiene muy buena relación. Si en Nueva York, en el marco de la asamblea de la ONU, ambos organizaron un homenaje conjunto a Salvador Allende, en Santiago de Chile, Sánchez celebrará el 8M, día internacional de la mujer, con un acto en la Comuna de la Pintana, un barrio popular de la capital. Al terminar, el presidente volverá a España el sábado en teoría ya con la ley de amnistía aprobada y con la legislatura algo más encarrilada, aunque sin saber aún del todo qué dimensiones alcanzará el caso Koldo. El presidente tendrá comparecencias ante la prensa tanto con Lula como con Boric, y desde allí tendrá que dar explicaciones de la actualidad española, que le acompañará en todo momento en el viaje en un momento especialmente delicado de su mandato.

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