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Sánchez promete que las tropas españolas seguirán en Irak mientras lo pidan sus autoridades

El presidente homenajea en Bagdad a los siete agentes del CNI asesinados hace 20 años en este país

Miguel González

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha asegurado este jueves en Bagdad al primer ministro iraquí, Mohamed Shia al Sudani, que el compromiso de España con la seguridad de su país “va a continuar” y que las tropas españolas seguirán apoyando “la unidad, soberanía y estabilidad” de Irak aunque siempre, ha matizado, “a petición de las autoridades iraquíes”, desmarcándose así de cualquier tentación neocolonial.

Sánchez ha destacado “el importante compromiso con la seguridad y la estabilidad de Irak desarrollado por España en los últimos años”, como demuestra, según sus palabras, el hecho de que, desde mayo, un militar español, el teniente general José Antonio Agüero Martínez, esté al frente de la misión de la OTAN en Bagdad.

Hacía 20 años que un presidente español no visitaba Irak. El último que lo hizo fue José María Aznar, en diciembre de 2003, nueve meses después de la invasión estadounidense que su Gobierno avaló. En abril de 2004, nada más llegar a La Moncloa, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero ordenó la retirada de las tropas, pero los militares españoles regresaron una década después, en 2015, esta vez para apoyar al ejército iraquí en su lucha contra el Estado Islámico, que había ocupado Mosul y la había convertido en capital de su califato.

España cuenta ahora con 362 militares en Irak, de los que 183 están integrados en la misión de la OTAN, que asesora a los ministerios de Defensa e Interior locales, y otros 179 en la operación Inherent Resolve (Resolución Inherente), dirigida por el Mando Central de Estados Unidos, que forma a las fuerzas antiterroristas iraquíes (CTS, por sus siglas en inglés). Las tropas españolas se reparten en cinco bases en Irak, dos de ellas en Bagdad, y otras tres al norte de la capital: Al Asad (donde están desplegados cuatro helicópteros de transporte Cougar), Erbil (en el Kurdistán iraquí) y Al Qayyarah (a 70 kilómetros de Mosul). En esta última, los boinas verdes españoles no solo instruyen a los comandos iraquíes de operaciones especiales, sino que los acompañan en sus operaciones.

La guerra de Gaza, desencadenada por el ataque de Hamás contra Israel el 7 de octubre, ha supuesto, sin embargo, un dramático cambio de escenario. Con el Estado Islámico reducido a su mínima expresión (se estima que quedan unos 2.000 combatientes en Irak), la mayor amenaza la constituyen ahora las milicias proiraníes, integradas en el propio ejército regular. A principios de este mes lanzaron varios cohetes contra la Embajada norteamericana en Bagdad y el lunes atacaron con drones la base de Erbil, hiriendo a tres militares estadounidenses, lo que provocó la respuesta de Washington, que causó un muerto.

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Sánchez ha transmitido a su homólogo iraquí su preocupación por las consecuencias en Irak del incremento de la tensión en Oriente Próximo y, en la declaración final que ambos han suscrito, “Irak se compromete a garantizar que las actividades de las fuerzas internacionales que apoyan al Gobierno iraquí, a solicitud suya, y que benefician al pueblo iraquí y a la comunidad internacional, se lleven a cabo en un entorno seguro”.

Sánchez, con una militar española durante su visita de este jueves a Irak.
Sánchez, con una militar española durante su visita de este jueves a Irak.Borja Puig de la Bellacasa (EFE/ Moncloa)

El jefe del Gobierno español también le ha expresado su rotundo rechazo a la muerte de civiles (“especialmente niños y niñas”) en la ofensiva israelí contra Gaza, ha alertado de la gravísima crisis humanitaria que está sufriendo el pueblo palestino y ha reclamado “el fin de las hostilidades y un alto el fuego permanente”. Su anfitrión ha calificado esta posición de “valiente y humana”, según fuentes de La Moncloa, que han subrayado el capital político que la posición de España le está granjeando en toda la región.

Tras ser recibido por el presidente del país, el kurdo Abdul Latif Rashid, Sánchez ha visitado la base Union III, cuartel general de la misión de la OTAN, con unos 600 militares en total, donde ha sido recibido por el general Agüero y todo su Estado Mayor. El jefe del Gobierno español ha recorrido las instalaciones de lo que era la antigua sede del partido Baaz de Sadam Husein, y se ha detenido en el complejo Comandante Baró —donde varios contenedores sirven como zona de descanso para los componentes del contingente español—, así bautizado en memoria de uno de los siete agentes del CNI asesinados el 29 de noviembre de 2003, tras caer en una emboscada de la insurgencia en Latifiya (Irak) y combatir hasta agotar su munición.

Lejos de la mirada de la prensa, Sánchez ha tenido unas emotivas palabras con la viuda del comandante, una funcionaria de La Moncloa que ha acudido al viaje como parte de la delegación oficial. Posteriormente, en el encuentro que ha mantenido con el contingente en el salón de la base, el presidente ha homenajeado a los 12 militares españoles fallecidos en Irak en las últimas dos décadas, incluidos los agentes del servicio secreto, y ha pedido a sus sucesores que extremen las medidas de seguridad.

Con motivo de la visita, los dos gobiernos han suscrito una declaración conjunta que fija “objetivos ambiciosos de colaboración”, en palabras de Sánchez, en los ámbitos político, económico, comercial, cultural y educativo. Para garantizar su seguimiento, está previsto celebrar el año próximo en Bagdad una reunión de la Comisión Conjunta Económica y Comercial. Sánchez también ha subrayado el interés de las empresas españolas por hacer negocios en Irak y ha viajado acompañado por media docena de directivos de empresas como Navantia, Indra, Escribano, Copasa o Novargi.

El primer ministro de Irak, Mohammed Shia al Sudani, recibía con honores militares a Pedro Sánchez, en el palacio de Gobierno, este jueves en Bagdad.
El primer ministro de Irak, Mohammed Shia al Sudani, recibía con honores militares a Pedro Sánchez, en el palacio de Gobierno, este jueves en Bagdad. Borja Puig de la Bellacasa (EFE/ Moncloa)

En 2022, debido al incremento de los precios del crudo, el desequilibrio de la balanza comercial se ha agudizado aún más: España compró a Irak por valor de 3.300 millones y solo le vendió por 173. El Gobierno busca compensar en parte ese déficit con la participación de empresas españolas en los multimillonarios planes de reconstrucción del país en sectores como infraestructuras, defensa, transporte o tratamiento de aguas, pero para que estos resulten viables, hace falta que se garantice la seguridad. La presencia de grandes muros de hormigón armado rodeando hoteles y edificios oficiales de la capital evidencia que aún está lejos de haberse logrado.

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Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.
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