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‘Me too’ en el centro de salud de Padrón: vejaciones en la consulta y un médico señalado por cinco mujeres

Una investigación a un facultativo por abusos destapa quejas desde 2019. La inspección consideró “agresión” el trato a una paciente a la que metió los dedos sin guantes en el pubis haciéndole “mucho daño”

Centro salud Padron
Centro de salud de Padrón (A Coruña).ÓSCAR CORRAL
Sonia Vizoso

M. acudió al centro de salud de Padrón (A Coruña) con diarrea y hongos vaginales el 18 de agosto de 2020. Su médico no estaba, le atendió un veterano compañero. Éste le indicó que se tumbara en la camilla y se desnudara. Según el relato de la paciente, el facultativo le bajó “bruscamente” las bragas y sin avisar. Sin mediar explicación y sin siquiera ponerse unos guantes, asegura que le introdujo sus dedos en la vagina. Le hizo “mucho daño”, cuenta la denunciante, porque padece atrofia vaginal. Ella le pidió sin éxito que parara. No tomó ninguna muestra ni le practicó ningún cultivo, según consta en la investigación judicial que se acabó abriendo a finales de 2021 y que ha destapado más quejas de mujeres que se sintieron vejadas y violentadas por este doctor.

Aquel día, M. se fue a casa arrastrando su angustia y nunca llegó a presentar formalmente una reclamación. Le contó el episodio a su médico de cabecera cuando se reincorporó a su puesto y también a una trabajadora de administración del ambulatorio. Se planteó poner una queja ante el Servicio Gallego de Salud (Sergas), pero un dato la desanimó: ambos le reconocieron que la denuncia “pasaría por las manos” del facultativo señalado por ser “el director del centro de salud”. Hoy en día el doctor en cuestión está investigado por abuso sexual con acceso carnal por el juzgado de instrucción número 2 de Padrón tras la querella de M. y otra paciente. Se trata de un histórico directivo de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria en Galicia (Semergen), Andrés Soto-Jove Bernaldo de Quirós, que dimitió de su cargo tras la imputación. La jueza ha establecido una sola causa con las dos denuncias y ya ha escuchado el testimonio de otras tres testigos que también se sintieron violentadas en la consulta.

M. recibe tratamiento psicológico desde octubre de 2021 por la situación “traumática” que vivió en aquella consulta médica, según se acredita en el sumario judicial. “La sintomatología que describe es coherente con el relato que hace de la experiencia vivida y del trato recibido”, certifica su psicóloga. La denunciante explica que acabó llevando su caso a la justicia porque empezó a escuchar episodios similares al suyo que corrían de boca en boca en la comarca con el mismo médico como protagonista. Se enteró de que otra paciente que salió llorando de una consulta había presentado una reclamación ante el Sergas y entonces decidió declarar e incorporar su historia a ese expediente administrativo. También conoció una publicación en redes sociales en la que otra usuaria relataba una consulta en la que se había sentido vejada por el facultativo. Todo ello le dio “fuerzas” a M. para dar el paso e interponer una querella judicial junto a la otra víctima que sí presentó una queja oficial ante la Consellería de Sanidade de la Xunta.

El expediente disciplinario que incoó el Sergas contra Soto-Jove en mayo de 2021 por la reclamación de esta última mujer no llegó a resolverse definitivamente. En el camino, echó a andar la causa judicial y tuvo que interrumpirse. Pero la inspectora del Sergas que lo instruyó sí llegó a firmar una propuesta de resolución, que destapó incluso un tercer caso que se remonta a 2019. En el comportamiento del médico con esas tres pacientes apreció cuatro faltas: una muy grave y tres graves. Por todas ellas propuso un castigo de 4 años y 11 meses de suspensión de funciones.

En las conclusiones de su investigación y aplicando la ley que desde 2003 regula el estatuto del personal sanitario en Galicia, la inspectora del Sergas considera que Soto-Jove incurrió en una “grave agresión” cuando introdujo los dedos sin guantes en la vagina de M. y en un “encubrimiento, consentimiento o colaboración” con esa falta cuando no registró en su historia clínica “las anotaciones correspondientes a la asistencia que le prestó”. Con la otra mujer que ha ido a los tribunales cometió una “grave desconsideración”, señala la inspectora, en la que también incurrió durante otras siete consultas de 2019 y 2020 con una tercera paciente que ha declarado como testigo. La funcionaria ya ha ratificado sus conclusiones ante la jueza que investiga el caso.

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La Consellería de Sanidade ha eludido responder a las preguntas de este periódico por tratarse de un caso “judicializado”. El departamento de la Xunta ha evitado aclarar si el médico sigue ejerciendo en el Sergas y tampoco ha querido explicar por qué ignoró en su informe ante el juzgado al menos la reclamación de otra paciente que ha testificado ante la jueza. Otra de las cuestiones que ha declinado contestar Sanidade es si piensa cambiar los protocolos para proteger a las pacientes que quieran denunciar comportamientos similares, después del temor que sintió M. cuando se planteó presentar una reclamación. “La Administración debe cambiar su actitud y animar a presentar quejas, no invisibilizarlas; el sistema tiene que ser más directo y anónimo”, señalan fuentes de la asociación feminista Mulleres en Padrón, que ha acompañado a las afectadas desde que estalló el caso.

Concentración en apoyo de las denunciantes el día de su declaración judicial en Padrón en mayo pasado, en una imagen cedida por Mulleres en Padrón.
Concentración en apoyo de las denunciantes el día de su declaración judicial en Padrón en mayo pasado, en una imagen cedida por Mulleres en Padrón.

Tocamientos con respiración “agitada”

La segunda paciente de Soto-Jove que acudió a los tribunales es A. El 2 de septiembre de 2020 fue a su consulta en el centro de salud de Padrón con diarrea. El doctor le pidió que se tumbase en la camilla y se bajase el pantalón y la ropa interior. Ella lo hizo dejando al aire su abdomen, pero no fue suficiente para el facultativo. Según su denuncia, sin pedir permiso ni avisar, el médico le bajó “bruscamente” las bragas y, “con una respiración diferente, agitada”, comenzó a “palparle el pubis”. También sin advertírselo, añade la paciente, le levantó la camiseta y le metió la mano por dentro del sujetador para palparle los pechos. Luego, sin que se volviera a subir la ropa, la hizo saltar por la consulta.

Al día siguiente, A. presentó una reclamación en el propio ambulatorio. “Yo no soy médico ni sé cómo es la exploración de una supuesta diarrea”, escribió en su queja, “lo que sí sé es que este señor me hizo sentir muy mal, hasta el punto de salir de la consulta llorando”. Soto-Jove alegó que la paciente “en ningún momento” se había quejado de la exploración y que no recuerda “que se fuera llorosa de la consulta”. De aquella queja se derivó el expediente disciplinario que destapó otros casos.

El abogado de las dos denunciantes, Enrique León, ve un “modus operandi” común en la docena de episodios que dice haber escuchado hasta ahora de pacientes que se sintieron violentadas por el médico investigado. Solo cinco de las afectadas han sido escuchadas también por la jueza porque el resto no han querido declarar en el juzgado. Tanto las denunciantes como las testigos que sí lo han hecho, recalca el letrado, son mujeres “que no se conocen, de generaciones distintas, de ambientes diferentes, pero cuentan historias muy similares de trato vejatorio, de tocamientos que no se avisan ni explican, y de ropa interior que el investigado baja con sus propias manos, cuándo él quiere y cómo él quiere”.

El abogado del médico investigado, Evaristo Nogueira, sostiene que en la conducta de su defendido “no hay ningún tipo de delito”. “Pueden gustar más o menos las formas, eso es subjetivo, pero desde el punto de vista penal el asunto no tiene recorrido”, defiende el letrado, quien afirma que “la praxis fue adecuada”. La instrucción judicial está pendiente del informe forense encargado por la jueza para establecer si efectivamente la actuación médica del investigado “es ajustada o no a la lex artis”, es decir, a los estándares de la profesión.

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Sobre la firma

Sonia Vizoso
Redactora de EL PAÍS en Galicia. Es licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago. Lleva 25 años ejerciendo el oficio en la prensa escrita y ha formado parte de las redacciones de los periódicos Faro de Vigo, La Voz de Galicia y La Opinión de A Coruña, entre otros. En 2006 se incorporó a El País Galicia.

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