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Un incendio en un campo de tiro de León se descontrola y amenaza a varias poblaciones

Las llamas comenzaron hace seis días y el viento las ha arrastrado fuera del recinto militar, inaccesible por la presencia de proyectiles

Incendio en el Campo de Tiro del Teleno en una imagen del sábado 27 de agosto.
Incendio en el Campo de Tiro del Teleno en una imagen del sábado 27 de agosto.JCYL (JCYL)
Juan Navarro
Valladolid -

El incendio desatado hace seis días en el campo de tiro de la base militar de Teleno (León) se ha descontrolado y amenaza a las localidades cercanas tras superar el perímetro de las instalaciones y quemar unas 2.000 hectáreas. Los bomberos desplazados al fuego no pueden entrar en esos terrenos por la existencia de proyectiles utilizados por las maniobras del Ejército, pues pueden estallar por el fuego y causar bajas humanas. Los medios aéreos tampoco pueden actuar desde el cielo porque no vuelan a una distancia suficiente del suelo como para garantizar su seguridad, además por las intensas tormentas de este lunes. Varias poblaciones permanecen en alerta por si son desalojadas y recuerdan los incendios de 1998 y 2005, que arrasaron miles de hectáreas en esta misma zona.

Luis Martínez, alcalde de Tabuyo del Monte (300 habitantes, dependiente de Luyego), atiende la llamada de EL PAÍS mientras observa las evoluciones del fuego, que ha ascendido a nivel 2 de alerta sobre un máximo de 3. “Estoy mirando por la ventana y lo veo complicado otra vez”, relata el regidor de un pueblo a 83 kilómetros al noroeste de León. El cielo tiene la clave, pues los vientos cambiantes agitan las llamas, que han superado los cortafuegos trazados por las brigadas para intentar dominar su propagación, apoyadas por la Unidad Militar de Emergencias (UME). La Junta de Castilla y León ha informado de que “el fuego ha avanzado esta noche y se ha extendido fuera de los límites del campo de tiro, cerca de Boisán” y que la tormenta eléctrica actual impide que los medios aéreos puedan intentar colaborar hasta que amainen las ráfagas y cesen los rayos.

La lluvia será indispensable para apaciguar los frentes. La consigna de proteger la seguridad de los operativos impiden que ni ellos ni los militares puedan hacer nada más que perimetrar los focos con las mangueras y camiones y que los hidroaviones no puedan lanzar agua desde arriba, pues podrían sufrir el alcance de los proyectiles. “Si entra la gente, los mataría, son obuses de cañón”, explica Martínez, que calcula que ya van unas 2.000 hectáreas afectadas, cifra que se ha multiplicado en las últimas horas tras una noche difícil. Los frentes amenazan a los núcleos de Quintanilla de Somoza, Filiel y Molinaferrera, donde los vecinos ya saben que deben estar preparados por si han de salir raudos si los focos crecen.

Uno de los bomberos que están trabajando en el lugar confirman que “las posibles explosiones de los proyectiles” alejan a los equipos de los terrenos afectados. Las lluvias de la jornada han aliviado la situación y los grupos se han centrado en el exterior de ese entorno. “Ha pasado lo que ha pasado porque no se podían hacer las labores de remate en ese campo hasta que se ha liado y se ha extendido, queda mucho todavía para extinguirlo porque hay muchos calientes”, asegura el profesional. Este miembro de las cuadrillas forestales añade que el intenso humo y las tormentas matinales han dificultado las labores aéreas pero que las funciones terrestres, “manuales con motosierras y azadas”, se antojan esenciales ahora para seguir impidiendo el crecimiento del fuego.

El escenario desolador recuerda a los episodios de 2005, cuando “otro incendio quemó casi todo el campo de tiro” y el de 1998, cuando “el fuego salió de la base y quemó parte del monte de Tabuyo”, cercano al pico Teleno, uno de los más altos de Castilla y León. Las condiciones de sequía, fuertes vientos y tormentas secas como las que lanzaron el rayo que inició este incendio dificultan acometerlo. La emoción embarga a Marisa Rodríguez, vecina de Tabuyo, que ha contemplado el crecimiento de las llamas desde que el martes pasado llegó el primer chispazo. “Es la crónica de una muerte anunciada, tenemos la espada de Damocles pendiendo sobre nuestras cabezas, qué más da que se esfuercen las brigadas o la UME si no se puede entrar en el recinto”, lamenta la leonesa ante “una pena grandísima” que genera un desastre ambiental en una zona que vive de su medio natural. La mujer critica que las maniobras militares propicien situaciones como estas, en las que no se puede intervenir adecuadamente ante un peligro así por haber armamento por el suelo: “No puede ser esto en el siglo XXI, se queman animales, plantas, el suelo se va a tomar por saco y las aguas de las fuentes se van a secar, es de una injusticia terrible”, critica Rodríguez. Los truenos que empiezan a caer sobre esta zona de Tabuyo han opacado el sonido de los obuses estallando, ruido que han escuchado los residentes de las proximidades al igual observan y huelen esas columnas de humo que se divisan desde decenas de kilómetros de distancia.

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Sobre la firma

Juan Navarro
Colaborador de EL PAÍS en Castilla y León, Asturias y Cantabria desde 2019. Aprendió en esRadio, La Moncloa, en comunicación corporativa, buscándose la vida y pisando calle. Graduado en Periodismo en la Universidad de Valladolid, máster en Periodismo Multimedia de la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo EL PAÍS.

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