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España deberá aumentar al menos en un 20% su gasto militar en dos años

La promesa de Sánchez de llegar al 1,22% del PIB habría supuesto 2.500 millones más si se hubiera aplicado en 2021

Un avión A400M del Ejército del Aire español despegaba el día 4 de la base de Los Llanos (Albacete) rumbo a Polonia con armas para el Ejército ucranio.
Un avión A400M del Ejército del Aire español despegaba el día 4 de la base de Los Llanos (Albacete) rumbo a Polonia con armas para el Ejército ucranio.Manu (EFE)
Miguel González

España debe incrementar al menos en un 20% su presupuesto de Defensa para cumplir los compromisos adquiridos públicamente por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Aunque no se va a alcanzar ni de lejos el 2% del Producto Interior Bruto (PIB) en gasto militar que la OTAN fijó como objetivo para 2024 en la cumbre de Gales (2014), Sánchez dijo el día 2 en el pleno del Congreso donde anunció el envío de armas a Ucrania que España llegará al 1,22% del PIB dentro de dos años.

El viernes, tras la cumbre informal europea celebrada en Versalles (Francia), Sánchez subrayó que “el mensaje rotundo [de los líderes de la UE] es que hay que elevar la inversión en el capítulo de Defensa y reforzar la política exterior y de seguridad común”. Aunque admitió que el objetivo al que deben encaminarse todos los países de la OTAN, “y también España”, es el 2% del PIB para Defensa, añadió que el compromiso del Gobierno es estar cuando concluya esta legislatura “por encima del 1,22%, 1,24% del PIB en el capítulo de Defensa”, un porcentaje algo superior al anunciado menos de 10 días antes en el Congreso.

¿Cuánto dinero representa eso? El gasto en Defensa admite distintas cuantificaciones, mientras que el PIB varía en función del crecimiento económico y su evolución definitiva solo se conoce una vez acabado el año. Pero, puesto que el compromiso de incrementar la inversión se ha adquirido con la OTAN, el referente más fiable es el criterio aplicado por dicha organización político-militar.

Según la Alianza Atlántica, España dedicó a Defensa 12.208 millones de euros en 2021, una cifra en la que incluye no solo el presupuesto del Ministerio, sino también las operaciones en el exterior o las pensiones del personal militar. Esta cifra equivalía entonces al 1,02% del PIB, el penúltimo menor porcentaje entre los 30 países aliados, solo por delante de Luxemburgo.

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Para llegar al 1,22% o 1,24% del PIB anunciado por Sánchez, España debería destinar al gasto militar entre 2.400 y 2.600 millones más. Eso siempre que el PIB se mantuviera inalterable en el nivel de 2021. A principios de febrero, la Comisión Europea pronosticaba que la economía española crecería este año el 5,6%, mientras que lo haría el 4,4% en 2023. La invasión de Ucrania el 24 de febrero ha hecho saltar por los aires esas previsiones y nadie sabe con seguridad cuál será su efecto sobre la economía global, pero sí se sabe que esta vez el frenazo al crecimiento no irá acompañado de un recorte del gasto militar, sino de una mayor presión para aumentarlo.

Alemania, con un canciller socialdemócrata, Olaf Scholz, acaba de anunciar una inyección de 100.000 millones para modernizar sus Fuerzas Armadas y se ha comprometido a que sus presupuestos de Defensa anuales superen el 2% del PIB. Suecia también se ha comprometido a alcanzar este porcentaje “tan pronto como sea posible”, mientras que Dinamarca se ha puesto como fecha límite 2033.

La OTAN, según fuentes aliadas, no se conformará con que Sánchez diga que en 2024 estará “en camino” de llegar al 2%, aunque lejos de esa meta, sino que quiere saber cómo y cuándo se propone llegar a ella. Los 30 países aliados deben presentar en los próximos meses su hoja de ruta para lograr ese objetivo con un calendario de previsión de gasto, mientras que la OTAN debe hacer pública su propia evaluación de los presupuestos militares de sus países miembros antes de la próxima cumbre de Madrid, el 29 y 30 de junio.

En 2018, la entonces ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, del PP, se comprometió, con el apoyo del PSOE, a llegar al 1,53% del PIB en gasto militar en 2024, 10 años después de la cumbre de Gales. El anuncio publicado ahora por Sánchez reduce notablemente esa ambición, pero aun así representa un fuerte incremento que puede generar nuevas tensiones con su socio de coalición, Unidas Podemos, que ya se ha desmarcado del envío de armas españolas a Kiev. “Para unos será insuficiente, para otros será demasiado”, vaticinó el presidente del Gobierno cuando anunció su propósito de llegar al 1,22%.

El presupuesto del Ministerio de Defensa ha crecido este año un 7,9%, hasta los 10.155,3 millones (sin contar operaciones en el exterior ni pensiones militares), pero el porcentaje del PIB apenas ha subido del 1%.

Los 2.500 millones adicionales que Defensa hubiera recibido de haber alcanzado en 2021 el 1,22% del PIB en gasto militar habrían permitido superar el ahogo financiero que han sufrido los ejércitos en los últimos años y acabar con la penuria crónica de la partida de mantenimiento que pone en riesgo la propia operatividad de las Fuerzas Armadas. El problema es que los presupuestos militares están lastrados por la pesada deuda de los grandes programas de armamento de los últimos años (los cazas Eurofighter, el submarino S-80 o los carros de combate Leopardo) que ahora toca pagar y cuya factura este año supera los 2.800 millones. Además, España se ha embarcado en proyectos como el caza europeo de nueva generación (el programa NGWS/FCAS) con la misma participación que Francia y Alemania, aunque su presupuesto de Defensa es la cuarta parte del de esos países.

Frente a las críticas por su escaso gasto en Defensa, España alega que cumple otro de los objetivos fijados en la cumbre de Gales: dedicar al menos el 20% de su gasto militar a inversión. El año pasado, el porcentaje del presupuesto de Defensa dedicado a equipos militares fue del 22,7% por lo que superó la exigencia aliada. Además, España es uno de los aliados que más contribuyen a las misiones de la OTAN. De los 2.800 soldados españoles desplegados en febrero pasado en operaciones internacionales, 1.045 estaban bajo bandera de la Alianza Atlántica. A ellos hay que sumar los 150 enviados para reforzar el grupo de combate aliado en Letonia. La contribución española a las misiones de la OTAN, alegan las fuentes consultadas, es muy superior a la de países como Grecia, que destina casi el 4% del PIB al gasto militar pero dedican el grueso de su esfuerzo a vigilar a otro aliado: Turquía.

Pese a las discrepancias en el seno del Gobierno, España ha enviado seis aviones cargados con armas ligeras (lanzagranadas C-90, ametralladoras y munición) para el Ejército ucranio. Los cuatro primeros aparatos salieron el 4 y 5 de marzo; el quinto, el sábado y el sexto, el domingo.

Aunque en la Casa Blanca ya no está Donald Trump, que hizo bandera de ese asunto, es previsible que el presidente Joe Biden y los aliados europeos, obligados a aumentar su gasto militar ante la agresividad rusa, presionen al anfitrión de la próxima cumbre de la Alianza Atlántica para que deje de ser el farolillo rojo en presupuesto de Defensa, con permiso de Luxemburgo.

La OTAN quiere a Zelenski en la cumbre de Madrid

La OTAN quiere invitar al presidente ucranio, Volodímir Zelenski, a la cumbre de Madrid, el 29 y 30 de junio. Nadie sabe cuál será su situación entonces o si tendrá manera de acudir a la capital española o comunicarse con ella, pero la OTAN buscará la fórmula de dejar claro que no reconocerá una eventual ocupación rusa ni a un Gobierno títere instalado por Vladímir Putin en Kiev. Más posibilidades tiene de acudir a Ifema, el recinto ferial de Madrid donde se celebrará la cumbre, la presidenta de Georgia, Salomé Zurabishvili, cuyo país (atacado en 2008 por tropas rusas en apoyo a los separatistas de Abjasia y Osetia del Sur) se considera el siguiente objetivo en los planes expansionistas de Moscú. La invasión de Ucrania ha alterado dramáticamente el escenario en el que se desarrollará la cumbre de Madrid. Hasta el punto de que empieza a estar en el aire una de las decisiones más importantes que había que adoptar: la elección del nuevo secretario general de la OTAN, en sustitución del noruego Jens Stoltenberg, que ya ha cumplido su mandato. Aunque Stoltenberg ya ha sido nombrado nuevo gobernador del Banco Central de Noruega, algunos países subrayan lo inoportuno de acometer un relevo de este calibre en plena crisis con Rusia y proponen aplazarlo un año. Si esta idea no prospera, admiten las mismas fuentes, lo más probable es que el nombramiento recaiga en alguna de las políticas del este de Europa que se han postulado en los últimos meses. Lo que está claro es que ahora no es el mejor momento para lograr que la OTAN deje de mirar al este y vuelva su atención al sur. La prueba es la sede elegida para su próxima cumbre, en 2023: Vilna, capital de Lituania.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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