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El arte de vivir según Miyazaki

El octogenario fundador de Studio Ghibli ha escondido en sus películas de animación claves luminosas para nuestra existencia. Reunimos siete de sus lecciones.

Miyazaki
Gorka Olmo

Tras una larga espera desde que en 2016 se supo que Hayao Miyazaki preparaba su filme de despedida, este otoño los espectadores españoles han podido ver por fin El chico y la garza. Su título original en Japón, ¿Cómo vives?, es el de una novela de 1937 que influyó mucho en el creador de películas de animación tan importantes como Mi vecino Totoro o la oscarizada El viaje de Chihiro. Pero el libro de Genzaburō Yoshino apenas guarda relación con esta última película de Miyazaki, aunque el niño protagonista lo encuentra en su habitación de la casa a la que se ha mudado tras la muerte de su madre. El clásico, que a mediados del siglo XX leían todos los niños japoneses, cuenta el aprendizaje vital de un chico sobre el verdadero significado de la valentía, las injusticias del mundo o la esencia de su propio ser. Cuestiones todas que recorren permanentemente el universo de Studio Ghibli que fundó Miyazaki. A continuación, veamos algunos de los temas de su filmografía que nos pueden ayudar en el difícil arte de vivir:

La magia se oculta en lo cotidiano. A veces se produce a través de una casualidad o sincronización, como le ocurre a la protagonista adolescente de Susurros del corazón. Shizuku descubre que los mismos libros que ella elige en la biblioteca son leídos previamente por alguien llamado Seiji Amasawa, lo cual tendrá consecuencias en su vida. ¿Cuántas coincidencias significativas se nos pasan por alto por estar poco atentos a lo que nos sucede?

Tu poder está más allá de tu zona de confort. Los personajes de Ghibli encuentran su verdadera dimensión cuando salen del mundo familiar y se aventuran en lo desconocido. En el caso de El chico y la garza, la temeridad del protagonista, que decide penetrar en un edificio familiar maldito, le permitirá pasar el duelo por la muerte de su madre y hacer las paces con su madrastra.

Necesitamos la naturaleza para nuestro equilibrio emocional. En el fondo de la ecoansiedad está el divorcio del ser humano con el hogar natural que le da vida. Muchas personas buscan la sanación regresando al campo, como el padre de Satsuki, una de las niñas de Mi vecino Totoro, a quien su progenitor confiesa: “Los árboles y las personas solían ser buenos amigos. Vi ese árbol y por eso decidí comprar la casa”.

Cada persona fija sus propios límites. Antes de que la realidad nos ponga techo, a menudo decidimos en nuestra mente qué podemos o no lograr. La amplitud del propio horizonte vital, por lo tanto, está condicionada por las creencias. Hay un momento en el que Chihiro pregunta al dragón Haku cuáles son los límites, y este le responde: “Los límites son tres: el cielo, la imaginación y tú misma”.

Lo pequeño contiene lo más grande. Las películas de Miyazaki se distinguen por la atención al detalle. Seguimos el paseo de un gato por un barrio residencial, o el vuelo de una mota de polvo. William Blake lo resumió así en un célebre poema: “Para ver el mundo en un grano de arena y el cielo en una flor silvestre, abarca el infinito en la palma de tu mano y la eternidad en una hora”. Solo podemos asistir a las maravillas de la vida si abrimos los sentidos a lo que en apariencia es insignificante.

Llevamos nuestra historia con nosotros. El viaje de Chihiro nos recuerda: “Nada de lo que sucede se olvida. Incluso si ya no lo recuerdas”. Todo cuenta y tiene su valor. Somos producto de todo lo que hemos hecho, visto y sentido, aunque gran parte de ello se encuentre en las aguas profundas del inconsciente.

“La realidad es para gente con falta de imaginación”. La frase es del propio Miyazaki, quien ha consagrado su vida a crear mundos extraordinarios en los que descansar de la prosa del mundo. Cuando nos pesan las malas noticias o la agresividad a nuestro alrededor, la fantasía nos inspira e incluso puede darnos a conocer aspectos desconocidos de nuestra personalidad. El psicoanalista Bruno Bettelheim, autor de Psicoanálisis de los cuentos de hadas, afirmaba que toda narración fantástica “es un espejo mágico que refleja aspectos de nuestro mundo interno y de las etapas necesarias para pasar de la inmadurez a la madurez total”.

Ver películas de este gran fabulador nos ayudará a emprender ese viaje para liberar las tensiones mundanas, a la vez que nutrimos nuestra imaginación y autoconocimiento.

'Así piensan los niños'

— Este es el título de una recopilación de artículos de Miyazaki que incluye reflexiones como esta: “Los niños tienen los mismos problemas que los adultos. [Algunos padres] han tenido hijos para que hagan lo que debieron hacer ellos, y solo son felices cuando los niños están estudiando”.

— En Japón, la presión por hacerse un lugar en la sociedad les hace competir desde la escuela y les impide disfrutar de la infancia. “Deberíamos devolver a los niños la energía que una vez les dio fuerza para enfrentarse a las pequeñas adversidades”, escribe. Una fuerza que está en su imaginación y que también necesitamos los adultos.

Francesc Miralles es escritor y periodista experto en psicología.

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