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La ‘cultura loca’ se enfrenta a la psiquiatría oficial

Lejos de las vías de la medicina tradicional, el Proyecto Locus* utiliza la creatividad para acoger y aliviar a quienes sufren malestar psíquico

Taller de mascarada, de Xirou Xiao, en el espacio La Palmera de Vallecas.
Taller de mascarada, de Xirou Xiao, en el espacio La Palmera de Vallecas.Ana Beltrán y Sara Garchi

En el club de los “lokes, lunátikes, majaras, chalades y atolondrades” se juega al tarot, se visionan piezas audiovisuales experimentales y se crean memes para gestionar el malestar. Locus* no es ni una terapia psicológica ni una sucesión de talleres artísticos. Sus creadoras lo conciben como un lugar seguro para vivir y comprender el sufrimiento psíquico. Nació en Puente de Vallecas, en Madrid y es un proyecto pionero en España de Cultura Loca (mad culture), un movimiento que celebra la creatividad de las personas aquejadas de este tipo de dolencias y planta cara a la psiquiatría oficial.

Francesca Alessandro, arquitecta, y Ana CSC, diseñadora y trabajadora cultural, investigaban sobre el derecho a la ciudad y formas de intervenir en el espacio de manera inmaterial y duradera en la vida de las personas, cuando esta última se topó con el término “lugar de seguridad”. Un concepto que la psiquiatría hegemónica relaciona con los espacios de contención policial y de salud. “¿Seguridad para quién? ¿Por qué conlleva apartar, encerrar y violentar a las personas con sufrimiento psíquico?”, se preguntaron. Y con el objetivo de subvertir esa definición, organizan, desde 2019, actividades para quienes quieren entender su malestar a través del arte y entre iguales, sin psicólogos.

Uno de sus primeros talleres, de la mano de la artista Claudia Sánchez-Ponce, consistió en crear un amuleto con la técnica del grabado. A Alessandro le impactó el comentario de una de las participantes: “Gracias”, dijo, “porque nos acabamos de encontrar y lo primero que habéis hecho es poner cuchillas en las manos de gente que solemos estar alejadas de estas herramientas”. “Nosotras no las consideramos una amenaza ni para ellas mismas ni para nosotras. Eso es sentirse comprendida”, explica Alessandro.

Se oponen a la hiperpatologización del malestar psíquico: “No lo entendemos como enfermedad mental, sino como síntoma de algo tan inaccesible como las dos crisis a la entrada de nuestro periodo laboral o tan cercano como el entorno familiar. No vienes con ello programado”, explica Ana CSC. Al enmarcar el deterioro de la salud mental como consecuencia de un sistema, Locus* confía en la posibilidad de cambio. Alessandro lo resume así: “Hay una parte de mi sufrimiento que está en mi forma de ser, pero otra puede mejorar, no depende de mi biología, sino de mi contexto. Ahí sí puedo actuar para que se reduzcan los síntomas”.

España es uno de los países del mundo donde más se consumen benzodiacepinas. “La pastilla como respuesta fácil”, critica Locus*. Sus talleres desplegados en colegios y centros como el CCCB o el Museo Reina Sofía —donde impartirán un taller de fanzine junto al colectivo La Rara Troupe de octubre a diciembre— son un “¡basta!” al sistema biomédico actual, pero también una alternativa para sanar. El arte es, según Iris Sofía Hernández, gestora cultural y cofundadora del proyecto, “un lenguaje sencillo que invita a la introspección y tiene un poder emancipador cuando alguien crea algo que le parece mínimamente bonito”.

En Inglaterra, donde el movimiento que propone formas alternativas de autogestión del sufrimiento psíquico está más arraigado, destacan proyectos como The Vacuum Cleaner, cuyo arte radical busca “mejores formas de volverse loco”. En realidad, admiten desde Locus*, la cultura es casi una excusa para “generar vínculos con las personas que vivimos esto de primera mano, entendernos parte de esta sociedad, que la lee de una manera concreta y la transforma de forma X”.

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