Urbes para peatones
Transitabilidad, caminabilidad o walkability, conceptos nuevos para ciudades construidas para el peatón
En algún momento del día, prácticamente la totalidad de las personas que habitan las ciudades se convierten en peatones. Y los diseñadores urbanos, poco a poco, han comenzado a poner su mirada sobre los lugares transitables, sus características, cantidad y beneficios. Y con la expresión walkability valoran lo caminable que es cada núcleo urbano. Algo cada vez más importante para el diseño urbano sustentable, y que gana peso entre los planificadores en diferentes países.
La organización Walk Score ha realizado una clasificación del grado de ‘caminabilidad’ de los núcleos urbanos del mundo. Y según su definición, aquellos con mayor puntuación cuentan con características comunes como son: un centro y un flujo de personas suficiente para mantener un sistema de transporte público adecuado, un diseño urbano orientado a promover la movilidad peatonal, un tránsito de bicicletas y de automóviles organizado, y espacios complementarios como parques y zonas verdes.
Y es que, poder ejercer con seguridad el papel de peatón, y transitar por la ciudad a pie, conlleva unos innegables beneficios para la salud medioambiental y la humana. Por un lado, disminuye la contaminación ambiental y sonora que producen los automóviles. Y se reducen las emisiones de carbono que contribuyen al cambio climático global. Ya que el coche es responsable de más de tres cuartas partes del total de las emisiones del sistema de movilidad urbana en España. “El automóvil, que una vez fue un instrumento de libertad, se ha convertido en una prótesis que pone en peligro nuestras vidas, malgasta nuestro tiempo y genera gases contaminantes”, afirma Jeff Speck, planificador y diseñador urbano. Pero, además, caminar en si mismo, implica mayor actividad física y una población más saludable.
Por otra parte, los índices de seguridad urbana son mayores donde más personas ocupan los espacios públicos. Algo que revierte en la actividad económica, puesto que se generan espacios más tranquilos y por tanto, más atractivos para la ciudadanía y el turismo, y repercute positivamente sobre el pequeño comercio de proximidad. De hecho, según el estudio Walk this Way sobre el impacto económico que tiene la peatonalización en la ciudad de Washington, los lugares ‘caminables’ urbanos poseen una economía mucho más activa que los no caminables. Y así lo afirma también la revista The Review: “fomentar un mayor nivel de ‘caminabilidad’ es importante, no sólo por los beneficios para la salud asociados a caminar, sino también porque hacer las zonas más ‘caminables’ genera actividad económica, incrementa el turismo, mejora la movilidad y aumenta la calidad de vida de los usuarios”.
Cuanto más caminable es una ciudad, también mejores y más fuertes son los lazos que se generan en la comunidad. Y favorece que la población se identifique con su entorno y los espacios comunes. Proyectos como Stars, impulsado desde la Comunidad Europea, y presente en diferentes ciudades, surgen con este fin y facilitan que la infancia pueda cambiar la forma de desplazarse hacia la escuela. Una idea que en 1992 David Engwich, un activista que lucha desde hace décadas por reducir el impacto de los coches en las ciudades, dió a conocer en Australia como "walking school bus" (autobús escolar caminante). Y extendido hoy a Nueva Zelanda, Estados Unidos, Canadá, y varios países de Europa. En España se desarrollan, entre otros, el "Bus a peu" en Granollers, los "Caminos Escolares" en Pontevedra, "Camino al colegio, camino amable y seguro" en Puerto Real, "Rutas Escolares Seguras" en Ávila, "Rutas Seguras" en Valencia, "Caminos Escolares" en Rivas (Madrid), el “PediBús” en Torrelodones, etc.
De este modo, conceptos como walkability, hasta hace poco desconocidos, se sitúan hoy en el centro del tablero y la agenda urbana comienza a virar en favor de los peatones. Las ciudades están dando pasos en esta dirección, e iniciativas como la Red Ciudades que caminan ejemplifican este cambio. Un nuevo rumbo visible también, por ejemplo, en los ambiciosos proyectos para espacios públicos de Nueva York o Paris, en la peatonalización de calles (Strøget en Copenhagen, y las propuestas para Oxford Street en Londres y la Gran Vía de Madrid). En el plan de movilidad sostenible de Barcelona, que culminará en 2018 basado en el concepto de las ‘supermanzanas’. En Medellín, Colombia, donde se han unido con tranvía los suburbios más humildes y el centro urbano. O en la transformación de abandonados callejones en Melbourne, Australia. En Guangzhou, China, o con el High Line de Seúl. Nuevos proyectos que generan ciudades más caminables y que se unen a aquellas que cuentan desde hace tiempo ya con un centro urbano histórico y peatonalizado (como Kioto en Japón o Florencia en Italia).
Y surgen nuevos documentos que facilitan el camino en este rumbo. La Carta Internacional del Caminar es un claro ejemplo. Diseñada por especialistas de todo el mundo en el marco de las conferencias internacionales Walk 21 celebradas en 2006, busca establecer unos compromisos básicos para que las autoridades locales trabajen por la creación de comunidades sanas, eficientes y sostenibles donde los seres urbanos escojan caminar. Y, una década después, cobra mayor impulso.
Indudablemente, que cada vez sea mayor el espacio ocupado por los peatones, influye en las formas de vida de la comunidad. Como afirma el arquitecto Jan Gehl, “la vida sucede a pie. El ser humano fue creado para caminar, y todos los eventos de la vida, grandes y pequeños se desarrollan cuando caminamos junto a otras personas. Caminar es mucho más que el mero hecho de caminar. Hay un contacto directo entre personas y la comunidad local”. También la consultora ARUP, en su estudio Cities Alive: Towards a walking world, realizado en más de 80 ciudades del mundo, considera que las políticas enfocadas a favorecer la peatonalización de los espacios públicos y facilitar la acción de caminar es clave en la planificación futura de las ciudades.
Las ciudades comienzan a promover modos de transporte sustentables como la bicicleta, el modo peatonal y el transporte público de calidad. En un rumbo que conduce a la mejora de la calidad de vida y a la construcción paulatina de espacios urbanos sostenibles. Pareciera que las ciudades construidas para los automóviles están dejando paso, lentamente, a ciudades construidas para las personas.
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