_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Clamavi

La política es la maldad y la mentira del mundo en su forma popular

Félix de Azúa

No es infrecuente, cuando uno es joven, empeñarse en remediar la maldad y la mentira del mundo. Puedes entonces estudiar derecho y luego escalar en la política. Para otros, esa decisión es imposible porque supone aceptar la maldad y la mentira de buen principio. La política es la maldad y la mentira del mundo en su forma popular. Queda entonces el recurso de rehacer el mundo con las correcciones necesarias. Así, el mundo heroico, sereno, luminoso de Poussin o las humildes verduras de Sánchez Cotán. Ambos rechazan la maldad y la mentira del mundo sin necesidad de estudiar derecho. También los escritores a veces mejoran el mundo, aunque otros se limitan a dejar una copia innecesaria de la maldad y la mentira.

Pero, atención, no es preciso idealizar. La forma negativa puede ser también una rectificación del mundo. El escritor Thomas Bernhard se aplicó en reconstruir su país, Austria, al que odiaba con furor yihadista. No produjo música épica como Strauss, ni cuerpos ornamentales como Klimt, se limitó a inventar una Austria donde pudiera vivirse. Una Austria desnazificada. Por ejemplo, Bernhard escribió un relato en el que, llegada la agonía, Goethe llamaba obstinadamente a Wittgenstein, lo quería a su lado, exigía su presencia. Despidió a Eckermann con malos modos y convocó a gritos a Wittgenstein, el cual no pudo atenderle porque aún no había nacido.

Quizás el hundimiento de Austria se debió a eso, a que Wittgenstein nació demasiado tarde. La presencia del honesto filósofo vienés junto al inventor de la moderna lengua alemana seguramente habría podido salvar a Austria. Su ausencia junto al lecho del Goethe moribundo precipitó a la lengua y la filosofía alemanas en la desesperación y el crimen del siglo XX. No sabría yo a quién llamar cuando llegue la hora.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Félix de Azúa
Nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_