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Columna
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Marca España

Entre la ética del desangramiento de la población y la estética del menú humano, comprenderán que elija la segunda

Este país nunca dejará de sorprenderme. Considerando las perspectivas desde las que hemos clamado por el Día del Trabajo desaparecido, resulta revitalizador y, desde luego, altamente nutritivo, un toque de afirmación patria como el que entraña —qué verbo tan adecuado— que nuestro ilustre chef José Andrés sea el asesor culinario de la serie Hannibal, que ahora podemos ver en AXN.

Cuando la política laboral del Gobierno nos saca los hígados, constituye un consuelo ver en pantalla que Hannibal, bajo la guía del muy aclamado cocinero, se los come encebollados y los combina, de vez en cuando y con sumo deleite, con un tomate cherry, que en los tiempos en que la serie está ambientada, era el no va más de las incorporaciones sofisticadas que recibimos de la nueva cocina.

Entre la ética del desangramiento de la población, de clase media para abajo, y la estética del menú humano de un elitista como nuestro caníbal predilecto, comprenderán que elija la segunda. Ay, José Andrés, qué alto pones la Marca España al declarar, sin ambages, que la sangre humana es dulce de beber —como sabe cualquiera que se haya chupado una herida y algún que otro presidente de la patronal—, y que la costumbre de comerse los unos a los otros se halla en algún remoto rincón de nuestro ADN.

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Y debe de ser cierto, pues entre nosotros hay quien se dedica a ello sin que se le mueva el nudo de la corbata.

Es una pena que a nuestro Gobierno no se le haya ocurrido la idea de que sea José Andrés quien nos venda la ingesta de nuestros entresijos, mediante esas sabrosas preparaciones que entran por los ojos y nos harían olvidar que nosotros somos la materia prima. Báñez, Floriano, González Pons, incluso Soraya, no están a la altura. Son Marca Matadero.

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