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Menos billetes y más Bizum: bienvenidos a la era de los pagos digitales

El dinero en efectivo cede poco a poco su reinado debido a que las nuevas transacciones ligadas a la tecnología ofrecen más inmediatez y flexibilidad

Plataforma Bizum
Una persona realiza un pago a través de Bizum.
Luis Enrique Velasco

No hay vuelta atrás. Los pagos digitales se están comiendo, poco a poco, el terreno que antaño ocupaba el efectivo. El aterrizaje de la banca abierta, que permitió a los usuarios trasladar su información financiera a plataformas de terceros como Bizum, ha transformado cómo adquirimos productos, liquidamos una deuda o pagamos los impuestos. Los movimientos conocidos como A2A (de cuenta a cuenta, por las siglas en inglés) son rápidos, pero también versátiles: funcionan entre distintas entidades, a cualquier hora y en cualquier fecha. Y según el Informe de Pagos Digitales Global, elaborado por la consultora norteamericana FIS, crecerán un 13% para el 2026, después de haber generado 525.000 millones de dólares en movimientos en 2022.

En España, la plataforma de pagos instantáneos Bizum ejemplifica el éxito de este tipo de transacciones. Su bajo coste operativo, así como la facilidad de uso, producto de una interfaz sencilla, han acercado a la aplicación móvil a todo tipo de público. Basta con tener el número de teléfono del beneficiario para trasladar un monto en segundos. Según los datos compartidos por la compañía, durante los nueve primeros meses del 2023, se realizaron un 33% más de compras por medio de Bizum que en todo el año 2022. La fin tech española, que nació en 2016 fruto de la colaboración de 34 entidades bancarias del país, superó los 1.000 millones de euros en transacciones en los nueve primeros meses del año, un 20,7% más que el mismo periodo de 2022.

Por otro lado, los billetes y las monedas cada vez ocupan menos espacio en los bolsillos de la gente. Aunque su uso se mantiene fuerte y sigue siendo el medio de pago favorito en países como España, el monto por transacción está de caída. El estudio de FIS prevé que en 2026 la participación del efectivo en el valor de las transacciones globales descienda un 10%, aunque el ritmo y los motivos de la desaceleración varían según el país. En la India y en Tailandia, por ejemplo, el crecimiento de los pagos A2A es el principal impulsor de la disminución del efectivo. Mientras que otros, como Estados Unidos, están introduciendo nuevas leyes para frenar su rápida disminución debido al impacto que puede tener en ciertos grupos como las personas mayores y los no bancarizados. “En España, Bizum ha desarrollado cursos para personas mayores con el fin de enseñarles cómo pueden mover su dinero usando solo su móvil”, explica por correo electrónico Fernando Rodríguez, jefe de desarrollo de negocios de la plataforma.

Atman Moussaoui, un profesor de alemán de 26 años que enseña en una academia privada en Valencia, admite que desde que termino la pandemia casi no usa dinero físico: lo ha reemplazado por la tarjeta de crédito y operaciones inmediatas con Bizum. El alquiler, por ejemplo, lo paga a través de este último debido a que las transferencias bancarias “pueden demorar varios días en hacerse efectivas”. “El efectivo solo me sirve para pagar aquello que no me permiten abonar con tarjeta: productos de pocos céntimos”, explica este usuario. Bizum ya cuenta con alrededor de 25 millones de usuarios activos en España; casi la mitad de la población total del país.

Una tendencia global

La transición financiera está siendo más global que nunca: en América Latina, las fin tech argentina Mercado Pago o la brasilera Pix siguen acumulando usuarios que no dudan en rendirse ante las bondades de lo digital: “Es más seguro que llevar dinero efectivo encima”, comparte Jose Luis Guzmán, usuario de “De una”, una plataforma de transferencias inmediatas en Ecuador. “Si vas a comprar un teléfono de 800 dólares, es peligroso llevar efectivo encima teniendo en cuenta la inseguridad en nuestros países“, concreta.

La Brasileña Pix, lanzada en noviembre de 2020, duplicó la participación de A2A en el comercio electrónico en valor de transacción entre 2021 y 2022. Y en China, aplicaciones como AliPay o WeChatPay han experimentado un crecimiento meteórico. Esta última, empujada también por una serie de servicios que ofrece alternativamente, pasó de tener 50 millones de usuarios en 2021 a los 1.310 millones en 2022.

Europa tampoco se queda atrás. Brite Payments, una fin tech sueca que ya opera en 34 mercados en todo el continente, recaudó 60 millones de dólares en una ronda de financiamiento el mes anterior. Su CEO y fundadora, Lena Hackelöer, cree que en los próximos años se va a producir un cambio más amplio desde la “banca abierta” hacia las “finanzas abiertas”, lo que significa que “veremos más productos y servicios financieros con intercambio de datos de los clientes (con su consentimiento) que darán lugar a servicios mucho más personalizados. Entre ellos, encontramos liquidaciones de siniestros, reembolsos de comercio electrónico, financiación al consumo o préstamos”.

No obstante, no solo este tipo de operaciones han ganado fuerza en el mercado de pagos. El dinero electrónico —almacenado normalmente en billeteras virtuales— y las monedas digitales también están avanzando con paso firme. El Informe Mundial de Pagos, elaborado por el Instituto de Investigación Capgemini, señala que, en su conjunto, representarán aproximadamente el 30% del volumen total de movimientos no monetarios para el 2027, lo que, según el estudio, se traduce en 2,3 billones de dólares, equivalente al tamaño de la economía italiana. A nivel regional, en cambio, los pagos digitales crecerán un 19,8% en Asia Pacífico, un 10,7% en Europa y un 6,5% en Norteamérica.

En una peluquería madrileña en el barrio Pueblo Nuevo, regentada por Ninfa Pérez, de 49 años, ya no se aceptan pagos con tarjeta, pero sí con Bizum. La dueña del negocio explica que lo hace porque disponer de un Terminal de Punto de Venta (TPV) supone pagar una mensualidad y que casi la mitad de los clientes ya le pagan por aplicación. Las compañías financieras también han mejorado el servicio que ofrecen a los comerciantes. Mattia Gamberoni, jefe regional de Stripe —una firma de pagos de con sede en San Francisco y Dublín y con presencia en 46 países— detalla que “los servicios de pago A2A suponen menores comisiones para la empresa, al mismo tiempo que un servicio más ágil y una experiencia sin fisuras para el usuario final”. Esta es una opinión que comparte Pilar Clavéria, asesora de Pagos de la Asociación Española de Banca (AEB) quien enfatiza la importante labor de colaboración de los bancos en los pagos con las administraciones públicas: “Ya es posible [a través de estas plataformas] el pago de pensiones y prestaciones sociales, de recaudación, de seguros sociales, de impuestos y tasas de administraciones locales”.

Los ciberdelincuentes acechan

Aunque no es oro todo lo que reluce. Los expertos coinciden que el mayor problema que enfrenta la digitalización de la economía es la ciberdelincuencia. En 2022, la policía española registró un aumento del 72% de ciberdelitos en el país con respecto al año anterior. Ricard Martínez, Doctor en Derecho por la Universidad de Valencia y experto en protección de datos, defiende que estas aplicaciones no solo deben garantizar la protección de los datos de los usuarios, sino también deben tener una respuesta en términos técnicos y económicos por si se produce un fallo de seguridad.

“Deben ser capaces de reponerse de cualquier situación ante una grave crisis, porque cuando una pasarela de pago de esta capacidad sufre un ataque del que no se puede reponer, hay un impacto grave en la economía”, explica Martínez. Pone como ejemplo lo sucedido en Air Europa hace un par de semanas:“La empresa enseguida envío un mensaje a todos los usuarios. Lo que evidencia lo importante que es tener un mecanismo global de respuesta a los ataques informáticos”.

Las transacciones A2A ya lo son líderes en pago en Finlandia, Malasia, Países Bajos, Nigeria, Tailandia y Polonia, según la consultora estadounidense FIS. Latinoamérica parece ya haber dado los primeros pasos y en Asia la transición parece no tener punto de retorno. España, aunque aun lejos de abandonar el efectivo, continúa sumando usuarios que ven en los pagos digitales una opción más cómoda, ágil y segura.

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