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¿Ha notado que el arroz está mucho más caro? Aquí tiene a uno de los culpables

El precio de este alimento básico en algunos países de Asia y África cotiza a su mayor nivel en 15 años por las restricciones de la India

Materias primas
Un trabajador en una montaña de arroz con cáscara en la ciudad de Barwala, en la India.Anindito Mukherjee ( BLOOMBERG )

La civilización actual —con sus viajes al sur de la Luna, sus coches autónomos, su red de fibra óptica ultrarrápida y sus cables submarinos que conectan continentes— es lo que es gracias a la agricultura, pero sobre todo a un grano: el arroz. Este cereal ha sido el emblema distintivo de la revolución neolítica en Asia oriental, representando la transición de un estilo de vida nómada de caza y recolección a una sociedad agraria sedentaria. Existen evidencias de que ya se cultivaba hace 7.000 o 9.000 años en la mitad oriental de la actual China. Hoy se planta en casi todos los continentes (excepto en la Antártida). Pero la disponibilidad de este alimento, básico para unos 3.000 millones de personas en el planeta, vive un momento de pánico ante una serie de restricciones a su comercialización impuestas paulatinamente desde el año pasado por el más grande de los exportadores en el globo, la India, y que han tenido un impacto en el precio en distintos mercados.

El país del sur de Asia, con el control del 40,5% de las exportaciones mundiales de este alimento, implementó en septiembre de 2022 una serie de restricciones que abarcan a todas las variedades del grano que la nación envía al extranjero. Las medidas van desde el establecimiento de un precio mínimo de exportación en la variedad basmati (que representa el 20% de las ventas foráneas), un impuesto a la exportación del 20% sobre el arroz vaporizado, hasta el veto a las ventas al extranjero de la variedad quebrada (usado para la alimentación animal) y la prohibición de la venta al exterior de la variedad blanca no basmati (conocida como índico y que copa otro 30% de las ventas totales foráneas). El objetivo de la quinta economía del mundo —cuyo primer ministro, Narendra Modi, busca un tercer mandato en las elecciones del próximo año— es asegurar la disponibilidad del alimento en el mercado local y contener su precio ante las perturbaciones climáticas y el contexto global adverso.

Los movimientos de la India (el último de ellos ocurrido en julio de este año) han levantado ampollas. Los precios del cereal, según el índice de precios de los alimentos de la FAO, alcanzaron su nivel nominal más alto en 15 años en agosto de 2023. En septiembre registraron una disminución mensual del 0,5%, pero todavía estaban un 27,8% por encima de su nivel en septiembre de 2022. El tsunami indio se sintió en Tailandia y Vietnam, segundo y tercer exportador mundial, donde los precios se dispararon un 22% y un 14%, respectivamente, entre julio y septiembre, según las estimaciones del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (Ifpri). La cesta de la compra de la India no se libró de este efecto, y allí el aumento fue de un 12% en el mismo periodo. “Aunque las limitaciones indias comenzaron en septiembre de 2022, sus impactos internacionales en ese entonces fueron limitados”, afirma Abdullah Mamun, analista sénior de la unidad de mercados y comercio del Ifpri. “La guerra entre Rusia y Ucrania, que comenzó en febrero de 2022, no afectó directamente al comercio mundial del cereal, y sus precios se mantuvieron relativamente tranquilos durante todo el año. A pesar de las restricciones, la India exportó una cantidad récord de arroz el año pasado: 22,3 millones de toneladas métricas (TM)”, explica.

Contratiempos climáticos

El año pasado, detalla Shirley Mustafa, analista de mercado de productos básicos de la FAO, había abundantes suministros derivados de una serie de sucesivas buenas cosechas, que aumentaron las reservas de los principales exportadores. Y si bien sus precios han resistido la falta de disponibilidad de fertilizantes, que trajo consigo la invasión rusa en Ucrania y el aumento generalizado de la inflación, no ha ocurrido lo mismo con los efectos del cambio climático. Las fuertes lluvias en el norte de la India han inundado los campos de arroz, destruyendo los recién plantados, lo que ha provocado una escasez y ha llevado al Gobierno de Modi a poner límites. De acuerdo con Mustafa, las prohibiciones indias a la exportación afectarían alrededor de 5,8 millones de toneladas anuales (o el equivalente al 13% del comercio mundial de arroz en los últimos cinco años).

Otras formas de restricciones, es decir, derechos de exportación o estipulaciones de valor mínimo, pondrían en riesgo otros 10,1 millones de toneladas (el equivalente al 22% del promedio de los envíos mundiales de arroz durante los últimos cinco años), según la experta de la FAO. Varios países de Asia y África subsahariana dependen del arroz indio, lo que los hace más vulnerables a la prohibición de exportación. El gigante asiático distribuye su grano a más de 140 países, atendiendo a más de la mitad de las importaciones totales de arroz de 42 naciones. La India (que emergerá como la tercera economía más grande del mundo en 2027, superando a Japón y Alemania) es el segundo productor en el globo, después de China, cuya cosecha es para su consumo interno.

“El arroz es uno de los alimentos más básicos y esenciales [en el planeta]. Representa casi una cuarta parte de la ingesta calórica mundial y también de­sempeña un papel esencial en los medios de vida rurales, al ser una importante fuente de ingresos para los agricultores de los países en desarrollo”, destaca Mustafa. A pesar de que Tailandia, Vietnam y Pakistán también son importantes productores, no pueden compensar completamente la ausencia de arroz indio en el mercado, explican los expertos consultados.

La preocupación es que las restricciones de la India se propaguen entre los grandes productores y se genere una crisis como la de 2007-2008, cuando en solo seis meses los precios de la materia prima se triplicaron debido a la prohibición de exportaciones que comenzó con Vietnam (en ese entonces, el segundo vendedor al exterior en el mundo) y que después secundaron la India y Camboya. Ese movimiento provocó una gran ansiedad en el planeta. Actualmente, tan solo Myanmar (el quinto mayor exportador de arroz del mundo con el 5% de la cuota global) ha puesto un límite a sus ventas al exterior, las cuales se iniciaron a finales de agosto y duraron solo 45 días.

Mustafa resalta la incertidumbre en el horizonte. Por un lado, se acerca la etapa de cosecha en importantes países productores asiáticos, lo que podría aumentar la oferta y ejercer presión a la baja en los precios. No obstante, en el contexto actual de El Niño, que podría extenderse de 9 a 12 meses, en los próximos meses se obtendrá una mejor comprensión de los impactos de las anomalías climáticas en la producción y, sobre todo, en la disponibilidad de agua para los cultivos previstos para finales de año. Manun enfatiza con determinación: “Cualquier política comercial restrictiva y el choque climático provocarán un aumento adicional, perjudicando a los consumidores y creando inseguridad alimentaria para millones de personas en Asia y África”.

Pero la historia no termina ahí. En los últimos meses, el Gobierno ha tomado una serie de medidas, incluidas las restricciones al arroz, para contrarrestar las presiones sobre los precios de los alimentos antes de las festividades nacionales de noviembre. Además, se han impuesto limitaciones a las exportaciones extranjeras de trigo y azúcar. Esta situación se suma al panorama geopolítico y a la incertidumbre que enfrenta la nación, dado que la India es el tercer mayor importador de energía del mundo y adquiere más del 80% de su petróleo crudo en los mercados internacionales.

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