_
_
_
_
_

Otis sube al piso de arriba

El líder del mercado de los ascensores se independiza de United Technologies y en España abandona la Bolsa tras llegar a un acuerdo con la familia Zardoya

Exterior de la fábrica de OTIS en San Sebastián.
Exterior de la fábrica de OTIS en San Sebastián.

Otis se eleva en solitario. La firma de diseño, fabricación y mantenimiento de ascensores aspira a consolidar su liderazgo global, pero quiere hacerlo con las manos libres. Si en 2020 se desligó del conglomerado de tecnología civil y militar en el que estaba integrada, en abril anunció que gracias a la opa lanzada en septiembre sobre el 49,99% que no controlaba de Zardoya Otis, su filial ibérica, sumaba el 95,49% de las acciones y se disponía a ejercer su derecho de venta forzosa sobre el resto para excluirla de Bolsa. Dos movimientos que, según revela durante una reciente visita a España Judy Marks, su presidenta y consejera delegada, suponen “un cambio sustancial” al otorgarles “mayores capacidades en cuanto a estrategia e inversiones”.

La historia de Otis corre en paralelo al auge de los ascensores y de las ciudades modernas. En los años cincuenta del siglo XIX, su fundador, el artesano e inventor Elisha Graves Otis, patentó un disruptivo sistema de seguridad que estimuló las instalaciones de elevadores en Nueva York y otras ciudades. Desde entonces, la firma, que tiene 70.000 trabajadores, puja por mantenerse como un icono sin perder su posición de predominio en el mercado. Y, por ahora, el escenario le es más favorable que a sus rivales. Aunque en 2020 se dejó un 2,8% de su facturación, un año después la cifra de ventas aumentó un 12,1%, hasta 14.300 millones de dólares (13.600 millones de euros), abriendo hueco con la suiza Schindler (11.700 millones de euros) y la finlandesa Kone (11.300).

El crecimiento fue posible por el leve impacto de la pandemia, que solo exigió de la multinacional “reducir gastos no estructurales y recortar compensaciones directivas”; y, en la parte operativa, “desplegar una respuesta ágil”. “Definimos muy pronto procesos de seguridad para empleados y usuarios, así como servicios adaptados a los diferentes entornos, como hospitales y residencias”, sostiene Marks. Esta estrategia tuvo, un año después, su fruto más dulce en el capítulo de ganancias. El grupo obtuvo en 2021 un resultado de explotación (ebitda) de 2.004 millones de euros —un 27% superior al de 2020— y su resultado neto fue de 1.184 millones de euros —un 37,5% más—.

En paralelo, tuvo además que gestionar su escisión de United Technologies, un grupo de empresas con intereses en los mercados de la elevación, la aviación y el aire acondicionado, entre otros. Se trataba de un paso previo a la fusión de la división aeroespacial de este conglomerado con Raytheon, otro de los grandes contratistas de material bélico del Ejército de EE UU, y comportaba para Otis una nueva salida a la Bolsa de Nueva York (la primera había sido en 1920).

Marks, que tiene una sólida experiencia directiva en gigantes como IBM y Samsung, llegó a Otis en 2017 para pilotar el proceso. “Nos ha aportado mayor libertad para desplegar nuestros planteamientos y nuestra cultura es ahora más diferenciada”, dice de la separación del negocio militar.

Fábrica de Otis.
Fábrica de Otis.

Un mercado en auge

Las empresas de ascensores quieren acelerar su crecimiento porque el mercado promete un maná en los próximos años. En el mundo hay 20 millones de elevadores y varios estudios vaticinan un aumento del volumen de ventas del sector de un 50% para 2030. El auge cabalga a lomos de la migración urbana. El Banco Mundial estima que en 2050 un 70% de la población vivirá en ciudades, frente al 58% actual. Y China, que concentra gran parte de este fenómeno, es el país en el que Otis, que obtiene un 44% de sus ventas de nuevas instalaciones (el resto son servicios), más montajes realiza.

Pero es en las fábricas nacionales donde se juegan parte de su futuro. Producen algunos de sus desarrollos más novedosos en sus instalaciones en Vigo, San Sebastián y Leganés y, a partir de los resultados que obtienen en ellas, fijan parte de la inversión. “Los recursos destinados a la innovación, que son los más cuantiosos, los decidimos parcialmente en función de lo que vemos aquí”, afirma Marks.

Con un millón de ascensores de los seis que existen en Europa, España es el mayor mercado del continente, y Zardoya Otis tiene una posición consolidada, aunque la sigue de cerca la cooperativa guipuzcoana Orona. Su cifra de negocio, que incluye las operaciones en Portugal y Marruecos, creció ligeramente en 2021 —un 2,6%, hasta 806,5 millones de euros—, igual que su beneficio neto —un 3%, hasta 144,7 millones—.

El buen desempeño no empaña, sin embargo, algunos imprevistos. Tras la opa lanzada en septiembre, que valoraba la filial en 3.300 millones de euros, Otis logró en abril el propósito de controlar el 100% del accionariado. Pero para convencer a la familia Zardoya, su principal socio ibérico durante medio siglo, tuvieron que elevar la oferta y, aun así, la operación dependió hasta el final de los minoritarios. Para Marks se trataba, no obstante, de un paso “indispensable”. “Por gobernanza y para disponer mejor de nuestra fuerza laboral teníamos que hacerlo”, afirma. El objetivo era abandonar el mercado continuo, donde su acción había caído un 76,5%, hasta los 7,07 euros, desde el máximo alcanzado en 2007. “No tuvimos ninguna duda. La salida nos permite alinearnos con nuestra estrategia global para ser más rápidos y flexibles en nuestras decisiones”.

Además, con motivo de la inau­guración de sus nuevas instalaciones en San Sebastián, que han costado 19 millones de euros —”la mayor inversión en una fábrica desde que nos convertimos en una compañía independiente”, precisa Marks—, la empresa revivió algunos viejos conflictos laborales después de que el sindicato de la elevación enviara una carta a las autoridades participantes denunciando la pérdida de 100 empleos desde el inicio de la pandemia.

Se trata del contrapunto a una “apuesta nítida” por el mercado nacional. Marks cree que el papel que juega España en la digitalización de la compañía prueba este compromiso. “Ya tenemos en todo el país más de 100.000 ascensores conectados, y en 2023 superaremos los 200.000″, señala. La consejera delegada de Otis se refiere a los elevadores en los que logran, mediante análisis de datos recogidos en la nube, predecir desgastes mecánicos y corregirlos in situ, uno de los ámbitos donde se juega la digitalización del sector. “También estamos bien posicionados en los otros dos: la interacción con el usuario, a través de la voz o de pantallas; y las soluciones en forma de aplicaciones que permiten a nuestros operarios prestar servicios más rápidos y eficaces”, abunda.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_