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¿Trabajamos más horas que otros países? ¿Y de noche? Los horarios de España frente a Europa

Yolanda Díaz defiende la necesidad de replantear los horarios de trabajo, con el foco en bares y restaurantes, lo que provoca la respuesta de Díaz Ayuso y del sector

Una terraza de un bar en Pamplona, en 2023.
Una terraza de un bar en Pamplona, en 2023.Jesús Diges (EFE)

“No es razonable un país que tiene abiertos sus restaurantes a la una de la madrugada. Es una locura seguir ampliando los horarios hasta no sabemos qué hora”. Estas palabras de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, han causado revuelo en las últimas horas. No solo han contestado las patronales hosteleras, sino que también lo ha hecho la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso: “España tiene la mejor vida nocturna del mundo, con las calles llenas de vida y libertad. Y eso también da empleo. Nos quieren puritanos, materialistas, socialistas, sin alma, sin luz y sin restaurantes porque les da la gana”. Y la responsable de Trabajo ha respondido de vuelta: “La presidenta de la Comunidad de Madrid parece olvidar que, a partir de las diez de la noche, las jornadas son nocturnas y, por tanto, tienen ciertos riesgos. Tienen riesgos de salud mental”. Este cruce de declaraciones se da entre dirigentes políticas de un país que, según Eurostat, trabaja tantas horas como la media europea pero más que los países más avanzados, que se emplea más por la noche que el promedio y cuya jornada laboral está mucho peor repartida a lo largo del día.

Esta anomalía horaria de los españoles es un círculo vicioso: afecta a las jornadas laborales; los horarios del comercio, bares y restaurantes; la hora a la que empiezan los colegios; los momentos para las comidas y las cenas; hasta el tiempo de sueño (en España se duermen 20 minutos de media menos que en los países europeos). A este desfase horario contribuye también el hecho de que España tenga desde 1940 un huso horario que no le corresponde, con una hora de adelanto respecto al sol en invierno y dos en verano. Por todo ello, el debate sobre si habría que modificar estos horarios salta de vez en cuando a la palestra. Todas estas cuestiones están también en la agenda del Gobierno actual. Ya en la legislatura pasada, Díaz comenzó a trabajar en una ley de usos del tiempo que no pudo llegar a aprobar por el adelanto electoral, pero que ha vuelvo a incorporar en el acuerdo de coalición entre el PSOE y Sumar.

Para elaborar esta norma, Trabajo encargó un informe a más de 60 expertos multidisciplinares que elaboraron un documento exhaustivo que incluía hasta un centenar de propuestas, algunas también aportadas por interlocutores sociales, académicos o responsables públicos de distintos ámbitos. Entre otras cuestiones, recomienda terminar de trabajar a las 18.00; cerrar más pronto los comercios, entre las 17.00 y las 19.00; adelantar el horario del prime time televisivo de forma que termine a las 23.00 (ahora empieza a las 22.30) o retrasar el comienzo del horario lectivo de secundaria y universidades.

La directora y coordinadora de este estudio, la politóloga y consultora Marta Junqué, explica que, a raíz de este trabajo, la idea del Gobierno es legislar en dos fases: la primera con la reducción de la jornada también incluida en este estudio, de 40 a 37,5 horas semanales; y después “abordar una organización más equilibrada del tiempo de trabajo, en línea con lo que exige la Organización Internacional del Trabajo (OIT), de forma que se mejore la salud, la productividad y la conciliación”. Sin embargo, la negociación de esta norma tendrá que abordarse necesariamente en el seno del diálogo social, según advirtieron este martes los sindicatos CC OO y UGT.

Jornada peor repartida

Las jornadas laborales españolas no están compactadas, se expanden demasiado a lo largo del día. Así, entre las 8.00 y las 8.10 trabajan o estudian el 14,3% de los españoles, y entre las 20.00 y las 20.10, el 10,9%. Sin embargo, en Italia, aunque hay algunas personas más trabajando o estudiando a primera hora (20,2%), el desfase es menor respecto a España del que se da a última hora de la tarde (4,3%). Es decir, madrugamos algo menos pero somos muchos más trabajando hasta bastante más tarde. Este panorama se repite respecto a otros países, como Francia (trabaja el 16,4% por la mañana y el 4,1% por la tarde). De los países que recoge Eurostat —cuyas cifras son de 2010, pero tienen valor comparativo—, en ningún otro hay tantas personas trabajando entre las 18.00 y las 20.00.

Esto se aprecia en la comparación con otros países europeos: descansamos más tiempo para comer y, sobre todo, más tarde, lo que acaba estirando la jornada. Esta circunstancia echó raíz durante el franquismo por lo habitual que era trabajar en una empresa por la mañana y en otra por la tarde. En los siguientes gráficos se muestra la diferencia respecto a Italia, otro país mediterráneo pero con horarios laborales más compactados. Cenan antes y también apagan antes la televisión.

Como la jornada de trabajo de tantos empleados se alarga más que en otros países europeos, muchos comercios cierran en días laborables a las 21.00 y bares y restaurantes mucho más tarde. Y cuando los empleados de estos negocios tienen la suerte de que sus jornadas se limiten a 40 horas, es habitual que se den en turnos partidos, de manera que se expanden aún más a lo largo de todo el día. Es una cadena que afecta negativamente a toda la sociedad, la misma que hace que cenemos más tarde que en el resto de los países europeos y que sitúa el prime time televisivo en las últimas horas del día. El origen, el factor que desencadena el resto, es la jornada de trabajo.

El polémico caso del comercio

Lograr que la ley de usos del tiempo sea una realidad no será fácil, fundamentalmente porque otra de las razones centrales para entender los horarios españoles es el tejido productivo, en el que priman los servicios. Esto supondrá, por tanto, importantes y duras negociaciones con las patronales y los sindicatos de los sectores que puedan resultar más afectados por futuros cambios. Este será, probablemente, el caso de los horarios de apertura del comercio, donde se acaba de destapar la caja de los truenos. Por lo general, la liberalización horaria se ha extendido los últimos años en todo el continente europeo, pero los comercios españoles lideran los cierres más tardíos. En España, en 2004 se pasó de una apertura mínima de 72 horas semanales a un mínimo de 90, aumentándose en días festivos en zonas de gran afluencia turística.

En Alemania, las tiendas están abiertas de 10.00 a 20.00, con domingos y festivos cerrados; incluso las tiendas con horario ampliado cierran a las 22.00 o las 23.00 y solo abren los domingos por la tarde y ningún festivo. El caso belga es similar, con la apertura de lunes a viernes de 9.00 a 18.00 o 19.00 y los sábados solo hasta el mediodía; mientras que en Francia, los horarios son entre las 8.00-9.00 hasta las 19.00-20.00; y en Italia el horario comercial es de 9.00 a 12.30 por la mañana y 15.30-16.00 hasta las 19.30-20.00 por la tarde (Afedeco, 2014).

En este sentido, los expertos a los que Díaz encargó los trabajos previos para la futura ley —cuya Iniciativa para el Uso del Tiempo acaba de recibir el 6º Premio Edge of Government, entre un total de 13 innovaciones de políticas públicas propuestas en la Cumbre Mundial de Gobiernos 2024 celebrada en Dubái del 12 al 14 de febrero— hacen una propuesta muy clara: sacar al comercio y a la hostelería del decreto que regula las jornadas especiales de trabajo y que permite a los trabajadores de este sector acumular el día y medio de descanso semanal previsto en el Estatuto de los Trabajadores para disfrutarlos más adelante.

Influencia del turismo

El mayor volumen de actividades relacionadas con el turismo en España, en las que los horarios nocturnos son consustanciales, influye decisivamente en este debate. Los datos de Eurostat de 2019 indican que en España trabaja por la noche el 6,2% de los ocupados, un punto más que la media europea. Está muy por encima de nuestros vecinos, Portugal y Francia, ambas en torno al 3%. Hay países con registros mayores, pero por causas muy diferentes a las españolas. El 15% de Eslovaquia, el país con más empleados nocturnos, se explica por las fábricas que nunca paran. Esos turnos industriales de noche, mejor retribuidos que el resto, siguen siendo objeto de deseo para muchos trabajadores. De cualquier modo, los expertos recuerdan que en 2019 la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC en sus siglas en inglés) clasificó el trabajo en turno de noche en el grupo de “probables carcinógenos para los humanos”.

La mayor especialización española respecto a los servicios, en vez de en la industria, también ayuda a explicar las diferencias en el tiempo total de trabajo. Los países con jornadas laborales más cortas están muy industrializados: es el caso de Países Bajos (33,2 horas semanales), Alemania (35,3) y Dinamarca (35,4).

En estos países, de retribuciones muy superiores a la media continental, estas cifras también se explican porque las jornadas parciales voluntarias son muy habituales. Solo el 2,7% de los empleados a jornada parcial en Países Bajos preferirían trabajar a jornada completa, una situación en la que se encuentran el 6,1% de los trabajadores a jornada parcial en Alemania y el 6,3% en Dinamarca.

España trabaja tantas horas en promedio (37,8) a la semana como la media europea (37,5). Es el tercer país con un mayor volumen de parcialidad no voluntaria, que sufren el 50,8% de los trabajadores que no están empleados a jornada completa. Con todo, hay países que trabajan muchas más horas que España: es el caso de Polonia (40,4), Grecia (41) o Serbia (43,3).

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