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El BCE se prepara para una subida de los tipos de interés de al menos 0,25 puntos

Los analistas ven signos de moderación en Fráncfort pese a no descartar un aumento más agresivo

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, durante una rueda de prensa reciente en Estocolmo.
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, durante una rueda de prensa reciente en Estocolmo.Associated Press/LaPresse
Lluís Pellicer

Apostar sobre la decisión que el Banco Central Europeo (BCE) va a adoptar este jueves es prácticamente echar una moneda al aire: en una cara hay una subida de 0,25 puntos, y en la otra, de 0,50 puntos. Los analistas se decantan mayoritariamente por que el instituto monetario seguirá la estela de la Reserva Federal y optará por un incremento mínimo del precio del dinero, hasta el 3,75%, ante las turbulencias financieras que persisten en Estados Unidos y el frenazo en la concesión de créditos en la zona euro. Los mercados, no obstante, ven todavía camino por recorrer y no descartan que el sector más ortodoxo imponga otro aumento de 0,50 puntos. El consejo de gobierno también deberá empezar a definir ya cuál será el ritmo de reducción del balance —actualmente de 15.000 millones de euros mensuales— a partir de junio.

Los mercados afrontan esta vez a ciegas la decisión del BCE. Fráncfort dejó en marzo de avanzar sus futuras decisiones para tener las manos libres en caso de tener que actuar por las turbulencias en los mercados financieros. Apenas enunció las tres grandes directrices sobre las que se basaría para dar los siguientes pasos: las perspectivas de su equipo de economistas, la inflación subyacente y el funcionamiento de los canales para transmitir la política monetaria. Y ante los temores de los halcones de que los mercados interpretaran que la subida estaba “llegando a su fin” —según recogen las actas de la última reunión— la presidenta del Eurobanco, Christine Lagarde, recordó que tiene los instrumentos necesarios para estabilizar los mercados mientras sigue combatiendo la inflación hasta bajarla al 2% a medio plazo.

Las declaraciones de las últimas semanas de los miembros del consejo de gobierno dan a entender que este jueves habrá otra subida. La cuestión es de cuánto. Puesto que no habrá nuevas proyecciones económicas del BCE hasta junio, todos los datos disponibles hasta ahora refuerzan las tesis de las palomas —el sector más laxo—, que son partidarios de bajar el ritmo. Primero, la inflación subyacente cayó una décima en abril, hasta el 5,6%. Se trata de una pequeña reducción, pero es la primera desde junio de 2022. Y segundo, casi más significativa es la reducción del crédito concedido por la banca europea, que en el arranque del año lo restringió a una velocidad desconocida desde 2011. Eso sugiere que las retiradas de las barras de liquidez barata (conocidas como TLTRO) y las subidas de los tipos de interés están logrando ya su misión de llegar a la banca y enfriar la economía europea.

Según fuentes financieras, esa lectura ha ido calando también en sectores moderados que hasta ahora habían apoyado subidas agresivas. Fráncfort ve cerca ya el pico de la montaña. Y ante el peligro de pinchar la rueda si mantiene la misma velocidad, está valorando si sigue el camino hasta la meta con más calma. “Hemos cambiado de opinión sobre la reunión del BCE y ahora vemos un aumento de 25 puntos básicos la próxima semana después de los datos más suaves [de inflación y PIB]”, sostienen en un informe los economistas de Nomura. “Creemos que 25 puntos básicos es el resultado probable y nuestra base de referencia”, explica, el economista jefe en AXA IM, Gilles Moëc, quien considera que en la decisión también influirá la ralentización de la subida de tipos en Washington. Los dos economistas, además, ven más cerca ese pico y creen que el BCE llevará la facilidad de depósito —el precio al que está fijado el dinero que se presta a la banca, ahora en el 3%— hasta el 3,75%. De hecho, la propia Lagarde ha dicho que el camino a recorrer ya es “pequeño”.

Reducción de balance

La opinión, no obstante, no es unánime. La miembro del comité ejecutivo del BCE Isabel Schnabel dijo que no descartaba una subida de 50 puntos básicos, lo cual daba alas a los halcones para seguir presionando. El exsecretario italiano del Tesoro y profesor de la London School of Economics, Lorenzo Codogno, recoge algunos de los argumentos que el ala ortodoxa pondrá sobre la mesa: la economía está resistiendo mejor de lo esperado, la inflación sigue elevada y surgen ya tensiones salariales. “Con independencia del aumento de esta semana, el endurecimiento monetario no ha terminado. Por lo tanto, me atrevo a diferir de la opinión de consenso para un aumento de 50 puntos básicos ya este jueves”, afirma.

Esa es, precisamente, otra de las cuestiones que esperan los mercados. Una vez los precios de la energía han cedido, el BCE está especialmente preocupado por los llamados “efectos de segunda ronda”. Es decir, que los márgenes empresariales o los salarios alimenten una segunda tanda inflacionista. En la última reunión, el Eurobanco se refirió por primera vez a los beneficios empresariales tras constatar que en 2022 habían sido el principal motor de los incrementos de precios. Lagarde llamó a los agentes sociales a repartir el peso de la carga para no crear más tensiones. Además, el BCE también está pidiendo a los gobiernos que retiren las medidas fiscales que han desplegado por la guerra de Ucrania y que, a su juicio, pueden agravar la situación si no se centran en empresas y ciudadanos vulnerables.

El BCE tiene otra decisión pendiente: cómo seguirá con la reducción de balance. En 2021, los bancos centrales de la zona euro llegaron a acumular 8,51 billones de euros. Fráncfort empezó a soltar lastre el 1 de marzo y por ahora se ha zafado ya de 30.000 millones de euros. Ahora debe decidir cuánto irá reduciendo a partir del 1 de julio. Codogno cree que el consejo de gobierno podría ampliar esa cantidad durante el periodo de verano, a razón de unos 20.000 o 25.000 millones de euros mensuales hasta septiembre. Sin embargo, los analistas creen que puede trasladar a la reunión de junio la adopción de esa nueva hoja de ruta. Alemania presiona para aumentar marchas, mientras que el Sur prefiere un ritmo más lento para evitar una tormenta en la deuda pública. Lagarde, por ahora, ha dicho que esa no es la principal arma para reducir la inflación.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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