_
_
_
_
_

Las Administraciones Públicas dispararon el gasto en el último trimestre del año

El PIB habría retrocedido entre octubre y diciembre de no ser por el aumento de los consumos públicos

La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, en el pleno del Senado.
La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, en el pleno del Senado.ZIPI (EFE)

El consumo de las Administraciones Públicas se disparó en el último trimestre del año pasado como nunca. Aumentó en unos 16.000 millones de euros, un 25% con respecto al trimestre anterior, según cifras de la contabilidad nacional del INE. Se trata del mayor incremento de la serie en un solo trimestre en euros y en porcentaje. Ni siquiera en la pandemia se produjeron unos crecimientos trimestrales tan elevados. Si se compara el dato con el del mismo trimestre del año anterior, el aumento es del 9,2%. Solo en los años de la burbuja inmobiliaria, entre 2004 y 2008, se dieron tasas interanuales en ese entorno. Sobre todo durante la exuberancia de 2008. Este impulso del gasto público mejoró el resultado del PIB trimestral en 0,38 décimas. Sin esta contribución, la economía hubiera retrocedido un 0,2% entre octubre y diciembre en lugar del 0,2% que creció.

Estas cifras se refieren al consumo público, que incluye la compra de bienes y servicios intermedios y la remuneración de la plantilla. Por ejemplo, el gasto en servicios sanitarios para mantener ambulatorios, hospitales o comprar medicamentos, así como los desembolsos corrientes en educación —incluida la ayuda a la concertada— y partidas de orden público o Defensa. Pero no suponen, ni mucho menos, la totalidad del gasto público: no recogen ni la inversión pública, ni los intereses, ni las transferencias. Tampoco los gastos en pensiones, las subvenciones o las prestaciones. El grueso del consumo público, más de la mitad, lo asumen las comunidades autónomas, encargadas de prestar los servicios de sanidad, educación y servicios sociales.

Puede que en el último trimestre de 2022 se hayan registrado algunos desembolsos necesarios para desplegar los fondos europeos que hayan sido considerados consumos intermedios. Pero en principio la mayor parte de los recursos europeos son inversiones, subvenciones o transferencias. Es decir, nada de consumo público. Pueden haber pesado los gastos en Defensa, también aquellos para apoyar a Ucrania, la subida de la factura de la luz y el gas en los edificios públicos, o mejoras en los presupuestos de Sanidad y Educación. Además, está incluida la subida salarial adicional de los funcionarios del 1,5% para 2022, que fue aprobada de forma retroactiva a finales del año pasado y cuyo importe ronda los 2.000 millones.

Por otra parte, la EPA ya arrojó en el cuarto trimestre de 2022 un aumento del empleo público en 20.000 trabajadores que estaría contribuyendo con fuerza al consumo de las Administraciones. En la afiliación el incremento de las plantillas públicas fue de 33.000 efectivos en el mismo trimestre. La proximidad de un periodo electoral puede estar claramente influyendo en estas cifras. Aunque el INE cambia mucho sus estimaciones del PIB de una publicación a otra, estos datos de consumo público son facilitados por la Intervención Pública y se antoja raro que puedan bajar.

Las comunidades autónomas, la mayor parte de ellas con elecciones en mayo, son en gran medida responsables de este incremento. Mientras que en el acumulado hasta noviembre el Estado solo está repuntando sus desembolsos totales un 0,7% —en parte por la caída de prestaciones de ERTE—, las autonomías lo están elevando un 7,5%. Estos datos recogen todas las partidas, incluyendo también prestaciones, inversiones o intereses.

Pero también hay otra historia detrás de estos números. La recaudación tributaria se encuentra en estos momentos disparada, con un alza hasta noviembre de casi el 17%, gracias a la recuperación de la actividad, la inflación y, probablemente, el afloramiento de la economía sumergida tras la pandemia. Esta mejora de los ingresos está permitiendo que el agujero presupuestario se reconduzca con mayor velocidad de lo esperado.

Hasta noviembre de 2022, el último dato disponible, el desfase presupuestario de las Administraciones ha caído en un 60% en comparación con 2021. El déficit público se situó en el 1,9% del PIB —excluidas las entidades locales, que tienen un impacto escaso sobre el conjunto—, el equivalente a algo más de 25.000 millones de euros. Esta cifra está muy por debajo de la previsión del Gobierno, del 5% del PIB, unos 65.000 millones de euros, pese a la importante subida del gasto vinculada a los decretos anticrisis y la subida salarial de los funcionarios.

“El resultado en términos de saldo presupuestario es espectacular”, comenta Diego Martínez López, profesor de la Universidad Pablo de Olavide e investigador de Fedea. “Aunque los datos de diciembre suelen incorporar un acelerón de gasto en todas las Administraciones, parece claro que el déficit público va a quedar sustancialmente por debajo de las previsiones. Los ingresos se vienen comportando de manera extraordinaria a lo largo del año pasado. Y es posible que el déficit con el que cerraremos 2022 apenas tenga ya componente cíclico; será el estructural, ¿en torno al 4% del PIB?”, apunta.

Ante estos números, es posible que el Gobierno esté aprovechando para imputar todos los gastos que pueda en 2022. Los desembolsos en Defensa, la actualización en 2022 del 1,5% que se aplica al sueldo de los funcionarios, las ayudas para abaratar el recibo del gas por valor de 3.000 millones que se traspasaron a la CNMC para que lo financie durante 2023, otros 2.000 millones para financiar el déficit del sistema eléctrico... Estas partidas podrían haber sido imputadas en 2023 y quizás lo sean en 2022. Algunas fuentes apuntan entre 5.000 y 7.000 millones en gastos que podrían estar en un año o en otro. Hasta marzo no se dilucidará la cantidad. Pero cuanto más se impute a 2022, más podrá descender el déficit público en 2023 sin tener que tomar medidas. Muchos analistas esperan que este año sea más complicado proseguir con la reducción del desfase de las cuentas públicas y, de esta forma, se precisarían menos esfuerzos presupuestarios en pleno año electoral.

Estas cifras dejan la imagen de una economía que en el tramo final del año ha sido sostenida en buena parte por el gasto público y la acumulación de existencias por parte de las empresas, que produjeron pero no vendieron. “El crecimiento del PIB español en el cuarto trimestre de 2022 resultó engañoso. El consumo de los hogares, clave para los pequeños negocios, cayó un -1,8% trimestral y la inversión en capital fijo, un -3,8% trimestral, en línea con el empeoramiento de las expectativas y el avance de las inquietudes entre familias y empresas”, señala Francisco Vidal, economista de Cepyme.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_