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Reportaje:

El largo camino al quirófano

Pacientes y personal sanitario del Hospital Donostia narran su vivencia de las listas de espera

"Perdone, he escuchado la conversación y le puedo decir que yo sí he sufrido el problema de las listas de espera. A mi marido, de 71 años, le operaron de la cadera en junio del año pasado. Pero a los dos meses, se le debió soltar un tornillo y tenía unos dolores fortísimos. El médico quería intervenirle cuanto antes, pero no ha podido ser hasta anteayer. Sólo nosotros sabemos lo que ha sufrido. De la cama a la cocina y de la cocina a la cama. Esa ha sido su vida durante estos ocho meses".

La situación relatada por una mujer que prefiere no dar su nombre se desarrolla en una sala de espera del Hospital Donostia de San Sebastián. En concreto, en la zona de Traumatología, especialidad que acumula los mayores retrasos para operaciones programadas -sin carácter de urgencia- de Osakidetza. De los 15.700 pacientes que oficialmente aguardaban a 31 de diciembre de 2005 para ser operados en centros públicos, 4.700 presentaban dolencias de este tipo y tenían que convivir con ellas durante una media de 64,4 días desde que el especialista confirmaba que era necesario intervenir.

Por eso, los familiares de pacientes que han pasado por ese "calvario" se congratulan de que el Gobierno vasco haya aprobado un decreto para atajar este problema. "Ya nos habría gustado a mí y a mi marido tener una ley como esa que nos amparase", dice la misma mujer. "Ahora, con lo que no estoy de acuerdo es con eso de que te manden a operar a la privada si no se cumplen los plazos. ¿Y si hay complicaciones, qué? Los mejores medios y el mejor personal están en la pública. Por lo menos, aquí".

El Ejecutivo ha establecido una demora máxima de 30 días naturales para cirugía relacionada con el cáncer, 90 para la cardiaca y 180 para otros procedimientos quirúrgicos. Si se exceden esos plazos -que empiezan a contar cuando el especialista cumplimenta la hoja de solicitud de la intervención- el enfermo puede operarse en hospitales privados de Euskadi, con cargo de la Administración. "Eso sí, sólo va a desembolsar las tarifas concertadas. El enfermo tiene que enterarse antes si al final va a tener que pagar o no algo de su bolsillo", señala una cirujana del Hospital Donostia. "De todas formas, cada vez que Osakidetza tiene un problema con nosotros y aumentan las listas de espera, concierta [más] con la privada", continúa esta doctora, que ve graves inconvenientes en este sistema. "Hay gente operada por médicos que nunca antes les han visto y que luego no les hacen el postoperatorio porque no se les paga por ello".

Entre los sanitarios interrogados en los pasillos del Hospital Donostia existe mucho más escepticismo con respecto al compromiso del Ejecutivo que entre los pacientes. "Me parece bien lo que han hecho, pero creo que no les va a resultar nada fácil cumplirlo. Falta personal en todas las unidades del hospital. No llegamos", asegura una enfermera. "Y, a veces, se me encoje el corazón. Ya sabemos que una prótesis de rodilla no es urgente para el hospital, pero sí lo es para el enfermo y su familia", añade. Ella está hoy especialmente sensibilizada con este asunto: son poco más de las 9.30 y llega a visitar a un familiar que acaba de pasar por el quirófano. "Sólo ha tenido que esperar mes y medio. Pero... trabajo aquí".

El diagnóstico de esta enfermera difiere con el que realizan otros de sus compañeros. Médicos nada sospechos de comulgar con los sindicatos -"no hacen nada por nosotros porque nos consideran señoritos, no trabajadores"- opinan que el problema de las listas de espera no es una cuestión de falta de recursos. "Los que tenemos son más que sufientes. Lo que pasa es que existe un problema de organización", sentencia la misma cirujana . "Ahora mismo, en el paso por el anestesista hay un cuello de botella. Yo puedo tener un quirófano libre para el 10 de abril, pero [no hay] ningún paciente con el preoperatorio hecho", explica.

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El Hospital Donostia concentra las intervenciones complicadas de Guipúzcoa, derivadas tanto de la red privada como de los centros públicos comarcales. "Así que se va adelantando la cirugía importante, el resto se postpone, y lo pagan algunos pacientes", señala. El padre de Begoña, por ejemplo, entró en lista de espera el 10 de octubre de 2005 para operarse de la cadera. Pasó por el quirófano hace una semana. "Pero eso no es lo grave. Lo grave es que para cuando lo inscribieron llevaba más de seis meses roto del dolor", cuenta la hija. "Y a una persona de esa edad no se le puede tener así".

Polémica con los sindicatos

El decreto, todo un espaldarazo legal a los derechos de los pacientes, no ha logrado unir en una empresa común a la Administración y los sindicatos. ELA, mayoritario en la sanidad vasca, y otras centrales como CC OO y SME acusaron al departamento de abrir la puerta a la "privatización de los servicios quirúrgicos". Esas críticas "son tendenciosas y demagógicas", respondió Sanidad. "El recurso al sistema privado sólo se llevará a cabo una vez agotadas las posibilidades de todos los servicios públicos razonablemente accesibles al paciente".

Euskadi no ha sido la primera comunidad en establecer unos plazos máximos para las intervenciones. Se ha adelantado Madrid. Pero esta autonomía contabiliza la entrada de los pacientes en lista de espera sólo desde la visita al anestesista. El decreto vasco lo hace desde el momento en que el especialista cursa la solicitud de operar. Pero a los sindicatos les parece insuficiente: la espera real comienza, dicen, en el médico de cabecera. Osakidetza realizó en enero y febrero 15.813 intervenciones programadas, frente a las 11.660 del mismo periodo de 2005.

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