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Entrevista:JUAN MATA | Experto en literatura infantil | Signos

"Cuando uno conoce a los niños sabe que su seriedad ante el mundo es absoluta"

Juan Mata es una persona que ha dedicado gran parte de su vida a defender la literatura y la lectura como forma de educación, de construir valores que hagan del mundo un lugar más habitable. Junto a su mujer, Andrea Villarrubia, ha llevado por cientos de municipios andaluces el montaje audiovisual Elogio de la lectura, una apuesta por el activismo cultural y la igualdad de oportunidades. Nacido en Torredelcampo (Jaén), desde los nueve años reside en Granada. Profesor durante dos años en la Universidad de Pekín, en la actualidad forma a próximos profesores en la Facultad de Ciencias de la Educación de Granada. Mata acaba de publicar Como mirar a la luna. Confesiones a una maestra sobre la formación del lector (Editorial Graó, 2004, Barcelona).

Pregunta. ¿Por qué Como mirar a la luna?

Respuesta. Responde a un texto de un filósofo chino del siglo XVII llamado Chan Chao: "Leer libros en la juventud es como mirar a la luna por una rendija. / Leer libros en la edad madura es como mirar a la luna desde un patio. / Leer libros en la ancianidad es como mirar a la luna desde una terraza abierta". La lectura está relacionada con la profundidad de la experiencia de cada lector, varía conforme cambian los ojos que la observan, depende de una mirada. El libro tiene por subtítulo Confesiones a una maestra sobre la formación del lector, porque pretendo imaginar que me dirijo a una posible alumna o a una maestra en ejercicio para contarle lo que voy sabiendo sobre esta cuestión.

P. ¿Qué busca un niño cuando se acerca a un libro?

R. No existe un deseo inicial. Es una cuestión de curiosidad. En ese momento, cuando la curiosidad acerca a un niño a la lectura, el adulto tiene que hacerle aprender que en los libros hay algo más que letras, colores y formas. Es responsabilidad de los adultos ir cargando de significado la lectura de los niños porque, aunque un niño podría llegar a hacerlo solo, es necesario que exista ese compromiso en los padres y en los educadores. Un simple cuento puede ser sólo una historia para divertirse pero también puede servir para lograr un significado que tiene relación con la vida. Cuando se establece ese puente entre la vida y el texto se consuma la labor educativa. Un niño se acerca a los libros con curiosidad pero el objetivo, el fin último, es que salga de ellos con sentido y significado.

P. ¿Cobra así una importancia insustituible el entorno?

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R. Absolutamente.

P. ¿Y la educación en la escuela?

R. Podríamos hablar de esta cuestión durante años. Es cierto que buenos maestros pueden hacer buenos lectores. Aunque esto no siempre sea así, no se garantice esta ecuación, sí facilita la labor. Cuando hablo de buenos maestros me refiero a personas que creen en la literatura, que creen en la potestad iluminadora de las palabras y las imágenes. Tienen que estar dispuestos a trasmitir todo esto al joven porque cuando se produce se trata de un milagro.

P. ¿Cuál es el panorama actual de la literatura infantil en España?

R. Muy bueno. Tanto en escritura como en ilustración y edición. Hay libros excepcionales, tanto nacionales como traducciones.

P. ¿Cree que la literatura infantil se considera en cierto modo un género menor?

R. Sin la menor duda. Se trata de una losa que pesa sobre muchos libros y que crea gran cantidad de prejuicios. Yo a mis alumnos de la facultad les demuestro para su asombro que los grandes temas que afectan a la humanidad, los profundos temas que nos preocupan desde siempre, están tratados con una profundidad y una delicadeza en la literatura infantil como a veces no se encuentra en los libros para adultos.

P. Afirmó Cortázar que nunca escribiría para niños porque no se les puede engañar. ¿Cuál es la diferencia entre un autor de literatura infantil y cualquier otro narrador a la hora de enfrentarse a la creación de una obra?

R. La actitud, la seriedad y el compromiso ético con la escritura y con el lector es el mismo. Uno tiene que cuidar una cuestión elemental: el lenguaje debe ser diferente porque ciertas palabras o ciertas construcciones tienen que adaptarse a la capacidad comprensiva de un niño. Pero si nos olvidamos de la construcción lingüística el resto debe de ser igual. Lo que a veces ha hecho algo ñoña a la literatura infantil es pensar que el lenguaje que hay que utilizar para los niños es un lenguaje que no remita a la vida, que no remita a las emociones, al sentimiento de lo que es la realidad, sino un lenguaje simplificado, vacío, anclado en frases hechas. Cuando uno conoce a los niños sabe que su seriedad ante el mundo es absoluta. Se emocionan y les duele ver la pobreza, la destrucción y el dolor de los otros. Saben lo que significa el dolor, la soledad, el abandono, la muerte... Tenemos que hablar con ellos de esa vida que ya está presente en sus conciencias.

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