_
_
_
_
_

Cantabria identifica a 1.207 'desaparecidos'

La guerra dejó en Cantabria una larga historia de incidentes bélicos -cementerio de los italianos en El Escudo, asedio a los nacionalistas vascos en Santoña, bombardeo del barrio pesquero por la aviación rebelde, la masacre del buque-prisión Alfonso Pérez-, pero sobre todo un reguero de fosas comunes y de personas desaparecidas. Antonio Ontañón Toca, presidente de la Asociación Héroes de la República y la Libertad, acaba de hacer públicos los resultados de una larga investigación que pone nombre a las víctimas de la represión enterradas sin registro en una esquina del cementerio de Ciriego, a siete kilómetros de Santander. Queda pendiente la misma investigación sobre fosas comunes en otras poblaciones de la región.

Ontañón ha identificado a 1.207 represaliados, de los que 809 murieron fusilados, 90 paseados y 21 por garrote vil. Los otros 284 cadáveres procedían del penal santoñés de El Dueso y de cárceles habilitadas en el seminario diocesano, en dos conventos de la capital y en la fábrica de tabacos. Antes de caer Santander en manos de la tropas de Franco, 13 meses después del golpe militar del 18 de julio de 1936, la guerra fratricida se cobró 1.212 vidas del bando franquista. Esta cifra hay que multiplicarla por siete (unos 8.000 muertos, según el historiador José Ramón Saiz Viadero) para hacerse una idea aproximada de la represión posterior contra dirigentes políticos y sindicales, maestros, periodistas o simples ciudadanos.

Un niño de 10 años

Entre los identificados como enterrados en la gran fosa de Ciriego figuran un niño de 10 años, siete chicos de entre 11 y 20 años y 77 jóvenes de menos de 30. También hay tres ancianos de entre 71 y 80 años. En el listado aparece Daniel Cazón Robles, abuelo del ex presidente de Cantabria y ex alcalde de Santander, el conservador Juan Hormaechea Cazón. Maestro de profesión, Daniel Cazón tenía 49 años cuando fue fusilado el 15 de octubre de 1937.

El investigador Antonio Ontañón también pone fecha y lugar al trágico final de Matilde Zapata, directora del periódico La Región, de orientación socialista. Detenida la noche en que las tropas franquistas tomaron Santander, Zapata fue encerrada en una celda aislada de la Prisión Provincial y ajusticiada a garrote vil después de sufrir torturas reiteradas, según relato de Julio Vázquez, también preso y años más tarde fundador de Comisiones Obreras de Cantabria. Matilde Zapata tenía al morir 30 años y era viuda del periodista Luciano Malumbres, asesinado en 1935 por un falangista de Castro Urdiales cuando el entonces director de La Región jugaba a las cartas en un bar del centro de Santander.

Además de su tarea de identificación, Antonio Ontañón ha recopilado fotografías de los fusilados, cartas que enviaron a los familiares antes de morir, relación de tribunales que dictaron condenas o autorizaron sacas e, incluso, el nombre del capellán del cementerio de Santander que se negó a registrar a los enterrados con la intención, dice Ontañón, de borrar su memoria y para que figuraran siempre como "desaparecidos".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_