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AMENAZA DE GUERRA | La respuesta de Washington
Columna
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Esto no es aquello

Andrés Ortega

El año 2003 no es como 1991. Este George Bush no es aquel George Bush. Aquello fue una guerra defensiva; ésta que se prepara, una guerra anticipatoria o preventiva. En 1991, tras meses de intensas negociaciones, el uso de la fuerza fue la única manera de desalojar a los iraquíes del Kuwait que habían invadido. En 2003, si el objetivo es quitarle a Irak sus armas de destrucción masiva, hay alternativas a la guerra. Por ejemplo, la Carnegie Endowment for International Peace ha propuesto un periodo largo de inspecciones, de un año como mínimo, hasta encontrar esas armas, seguido de su destrucción y un control permanente del país bajo una amenaza constante del uso de la fuerza. Efectivamente, como concluye, "el desarme sin guerra sería un enorme logro". Pero si el objetivo es un cambio de régimen o la reorganización de la región, las inspecciones actuales carecen de sentido.

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En 1991 el mundo no era unipolar; aún existía un ente en desaparición llamado Unión Soviética. En 2003, EE UU está solo en su dominio global. ¿O quizás no? En la guerra de 1991, el monopolio de la televisión global lo tuvo la CNN. En 2003 hay otras, para empezar, Al Yazira, temida por muchos gobernantes árabes por su combinación de técnica occidental con un mensaje radical que llega a lo más profundo de la calle árabe, incluso en nuestro vecino Marruecos.

En 1991 se dio un consenso internacional para desalojar a las fuerzas iraquíes de Kuwait, y sobre ese objetivo limitado y concreto Bush padre construyó una coalición. Para preservarla, junto a la legitimidad conferida por el Consejo de Seguridad, decidió parar tras liberar a Kuwait. La coalición determinó la misión (aunque casi todos en ella estaban convencidos de que Sadam Husein acabaría cayendo). Saliendo de la guerra fría, Bush padre intentaba construir un "nuevo orden internacional" en el que EE UU fuera la potencia preponderante, pero no la dominante. En 2003 Bush hijo intenta, por la guerra o la amenaza de guerra, una pax americana. Los que, como Wolfowitz y Cheney, defendieron en la Administración del padre seguir hasta Bagdad, vieron cómo tras el 11-S, mejor situados en la Administración del hijo, la balanza se inclinó a favor de sus tesis. Éstas son también las de Rumsfeld, el enviado especial de Ronald Reagan en 1983 para confabularse con Sadam Husein. Cheney ha logrado, además, sacar del cajón el borrador de 1990 para la doctrina de la guerra anticipatoria, que rechazó Bush padre y que el hijo ha convertido en oficial.

Si el Consejo de Seguridad llega a una nueva resolución para la guerra será a base de tales presiones y chantaje que este órgano habrá perdido buena parte de su ser en el empeño. La posición final de Francia no está aún clara, aunque si EE UU se salta el Consejo de Seguridad, dejaría completamente devaluado el derecho a veto francés. Pero esta vez, para EE UU es la misión la que determina la coalición. Aunque ahora se quiere involucrar a la OTAN, al menos en la defensa de Turquía, lo que se rechazó en 1991 cuando el territorio turco fue objeto de un ataque iraquí.

El consenso internacional de 1990-1991 fue acompañado de un nada fácil de fraguar consenso europeo. España contribuyó a este consenso, y en él enmarcó su política y el acuerdo interno español para lo que constituyó la primera participación en un conflicto militar internacional en un siglo, marcando una divisoria de aguas. Y eso que entonces -¿y ahora?- no hubo participación directa española en acciones de combate. En 2003 Aznar ha contribuido a la profunda división de Europa, en vez de seguir el consejo de ese fino político que fue Francisco Fernández Ordóñez, a la sazón ministro de Asuntos Exteriores, cuando, en plena crisis de Irak, afirmó que "una política exterior y de seguridad común [de la hoy UE] no debilita, sino que refuerza la relación transatlántica". Poniendo su lealtad a Bush por delante de su lealtad a Europa, Aznar está socavando tanto la construcción europea como esa relación, en detrimento de la posición de España. aortega@elpais.es

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Tres inspectores de armas de la ONU, ayer en Bagdad.
Tres inspectores de armas de la ONU, ayer en Bagdad.EPA

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