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Crítica:ENSAYO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un musulmán no creyente

Antonio Elorza

Tariq Alí se autodefine como "musulmán no musulmán". Tal vez le convendría mejor la etiqueta de musulmán no creyente, para subrayar la intensidad del poso de sus orígenes religiosos, compatible con un ateísmo que, según él mismo cuenta, profesó desde la infancia. Su concepción del relato está impregnada de esa tradición, con imágenes muy vivas e incluso deslizamientos hacia una exageración manifiesta. Así cuando narra la conquista de la Península por los ejércitos árabes y afirma que "la población del país se sumó en masa a las filas de los invasores para liberarse de un gobierno opresivo". Ya sería menos. No es la única salida de tono, siendo quizá las más graves el desparpajo con que resuelve el tema de la crisis de los Balcanes y el sofisma de que el FIS no era "islamo-fascista" porque ganó unas elecciones. Consolémonos pensando que es el precio a pagar por un estilo muy suelto que permite al lector ir conjugando sin dificultad las piezas del rompecabezas propuesto para el escritor paquistaní para entender la génesis de la crisis actual y apuntar alguna escapatoria a la amenaza que recae sobre toda la humanidad.

EL CHOQUE DE LOS FUNDAMENTALISMOS. CRUZADAS, YIHAD

Tariq Alí Traducción de María Corniero Alianza. Madrid, 2002 432 páginas. 19,50 euros

¿Choque de fundamentalismos o de irracionalismos? Tariq Alí funde a los polos enfrentados en la denominación de fundamentalismo, lo cual da un hermoso título pero tal vez no resulta demasiado preciso, sobre todo si tenemos en cuenta que el tratamiento del "fundamentalismo neoliberal" arranca en el libro del análisis del imperialismo. Lo que cuenta es en todo caso el cuadro general de dos fuerzas enfrentadas cuya capacidad de destrucción quedó de manifiesto en el 11-S y en todo lo que vino detrás. La evocación autobiográfica con que se abre el volumen no es gratuita, ya que nos traslada a la ciudad punjabí de Lahore, donde el autor nace en 1943 y vive sus primeros años. Lahore ofrecía en los años cuarenta una mezcla de musulmanes, hindúes ortodoxos y sijs que conviven sin problemas hasta vísperas de la catástrofe que siguió a la independencia. Lección a aprender: conviene no permanecer pasivos ante las tendencias que llevan a los desastres.

Con un amplio desarrollo en la vertiente musulmana, Tariq Alí presenta la génesis del fundamentalismo a través de una sucesión de pinceladas que arrancan de una brillante caracterización del momento fundacional del islam, y culminan en los capítulos relativos a la islamización autoritaria de Pakistán y al problema de Cachemira. No puede faltar el wahabismo, pero tal vez donde la información resulta más reveladora es en las anotaciones sobre el nasserismo y los Hermanos Musulmanes en Egipto. Discutible pero lúcido es el apartado en torno a la presión imperialista sobre Irak.

El balance de urgencia, establecido por medio de la carta que el autor escribe a un joven musulmán, enlaza con los planteamientos clásicos del islam liberal: sin reforma religiosa, no hay progreso posible. ¿Y qué hacer en cuanto al imperialismo al que Tariq Alí califica al modo sadamita de "padre de todos los fundamentalismos"?

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