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PANTALLA INTERNACIONAL

El cine italiano aborda el misterio de las finanzas vaticanas en un filme polémico

Llega a las salas la película de Giuseppe Ferrara 'Los banqueros de Dios'

Fue uno de los grandes escándalos italianos de los años setenta, un caso judicial todavía abierto que salpicó directamente al Vaticano e hizo correr ríos de tinta en los diarios de todo el mundo. El fraude del Banco Ambrosiano, consumado a principios de los ochenta, dejó un agujero de 1.400 millones de dólares de entonces y un reguero de cadáveres, entre ellos el de su director, el financiero milanés Roberto Calvi, que fue encontrado ahorcado bajo el puente londinense de Blackfriars el 17 de junio de 1982. Una historia de intriga que mezcla elementos y personajes explosivos, desde el Banco Vaticano (Ior) y su principal dirigente, el arzobispo Paul Marcinkus, al banquero mafioso Michele Sindona, asesor financiero de Pablo VI y amigo del presidente Richard Nixon, y al gran maestre de la logia masónica Propaganda 2 (P-2), Licio Gelli.

Una historia apasionante y compleja que llega ahora a las pantallas de cine italianas -el estreno está previsto para el 8 de marzo en 120 cines del país- en la versión de Giuseppe Ferrara, un director apasionado por los misterios italianos y que ya rodó películas tan ambiciosas como las que pretendían reconstruir los asesinatos del dirigente democristianos Aldo Moro, del juez Giovanni Falcone y del general Carlo Alberto dalla Chiesa.

Ferrara tardó años en encontrar las ayudas económicas necesarias para filmar el guión que él mismo escribió -con la colaboración de Armenia Balducci, esposa del actor Gian Maria Volonté- en 1987, apenas cinco años después del suicidio-asesinato de Calvi, pero al final lo logró. Cerradas las puertas financieras de la Penta Cinematográfica, de Vittorio Checchi Gori y de Silvio Berlusconi, en 2001 el productor Enzo Gallo obtiene la ayuda del Gobierno del Olivo, que a través del Ministerio de Cultura acepta financiar el filme, empresa a la que contribuirán RAI Cinema y la televisión de pago Tele+.

Aspectos llamativos

El resultado de tantos esfuerzos es una película de dos horas de duración en la que se reconstruyen episodios de enorme complejidad de los que Ferrara ha preferido tomar sólo los aspectos más llamativos. En escena aparece un Juan Pablo II deportivo y carismático que reclama al estadounidense Marcinkus -al que él mismo haría arzobispo- subvenciones para el sindicato polaco Solidaridad. Marcinkus, el único de los personajes centrales del escándalo del Ambrosiano que resultó inmune y que reside hoy en Estados Unidos, es interpretado por el actor Rutger Hauer, que compone un personaje duro y sin escrúpulos. El papel de Roberto Calvi lo interpreta magistralmente el actor italiano Omero Antonutti, cuyo parecido físico con el malogrado banquero es impresionante. Por la pantalla desfila también Licio Gelli, gran maestro de la logia masónica P-2, que había echado raíces en los ambientes financieros. El propio Silvio Berlusconi estaba inscrito a ella, junto a políticos y militares italianos y algunos representantes de la jerarquía vaticana.

El coste total de la película no llegó a los 3,6 millones de euros, y está por ver la acogida del público italiano, más familiarizado con la historia. El filme arranca de 1976, año en el que Roberto Calvi, director del católico Banco Ambrosiano, está en la cima de su poder. Su gran padrino, el siciliano Michele Sindona, asesor financiero de Pablo VI, está, en cambio, iniciando su declive. Calvi pasa unos días de descanso en Nassau, uno de los paraísos fiscales de Sindona-Marcinkus-Calvi, donde abren sociedades en las que depositan acciones de empresas relacionadas con la Mafia italo-americana y la masonería. Una red surgida años atrás con el objetivo de evitar que las acciones bursátiles en poder del Vaticano se vieran gravadas por el impuesto del 30% establecido por el Gobierno italiano a finales de los sesenta.

Sindona recicla dinero mafioso a través de las múltiples sociedades que controla, y terminará por despertar las sospechas de la CIA y el FBI. Falto de ayudas y escaso de liquidez, el banquero pedirá socorro al Vaticano y al Banco Ambrosiano. En la película, el director de la entidad católica, Roberto Calvi, es presentado como una víctima de las intrigas de Sindona y Marcinkus. Lo cierto es que el dinero del Ambrosiano se utiliza para tapar fraudes y para financiar a partidos políticos. Su muerte, bajo un puente de Londres, dejó abierta la puerta a infinitas especulaciones. El filme presenta su propia hipótesis del escándalo.

Rutger Hauer, izquierda, en el papel del cardenal Marcinkus, y Omero Antonutti, en el de Roberto Calvi, en una escena del filme.
Rutger Hauer, izquierda, en el papel del cardenal Marcinkus, y Omero Antonutti, en el de Roberto Calvi, en una escena del filme.

Dos muertes y una turbia trama delictiva

La trama financiero-delictiva establecida por Michele Sindona y Paul Marcinkus a finales de los años sesenta se fue enriqueciendo con los años y produciendo enormes beneficios a sus creadores hasta que, en 1974, la situación del banquero Sindona se complica. La caída de las bolsas internacionales le deja sin liquidez, mientras el cambio de panorama político, con un Richard Nixon obligado a abandonar la presidencia de Estados Unidos, y una Democracia Cristiana en serias dificultades en el Gobierno de Roma, le privan de la sustancial ayuda política. La caída de Sindona y la trama financiera que ha montado terminan arrastrando a sus cómplices, Marcinkus y Calvi. La situación se agrava en 1978 cuando muere Pablo VI y es sustituido al frente de la Iglesia por Albino Luciani, con el nombre de Juan Pablo I. Luciani está dispuesto a aclarar la situación de las finanzas vaticanas, pero muere apenas 33 días después de su ascenso al pontificado. Semanas después es elegido para sustituirle el primer Papa polaco de la historia, Karol Wojtyla, que toma el nombre de Juan Pablo II. Wojtyla defendió a Marcinkus y consiguió evitar que el prelado de Chicago se viera arrastrado por el gravísimo escándalo. Pero nadie pudo salvar a Sindona ni a Calvi. El primero se suicidó (o fue envenenado) en la cárcel; el segundo fue encontrado ahorcado bajo uno de los arcos del puente de Blackfriars, sobre el Támesis.

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