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Crítica:DANZA - 'ARENAL
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La guinda de Duato

Amsterdam, enero de 1988. Estreno mundial de Arenal. El Nederlands Dans Theater presentaba una de las obras más celebradas de Nacho Duato. Quizá la mejor.Madrid, noviembre de 2000. El director de la Compañía Nacional de Danza (CND) rescata esta estampa de buen ballet archivada en la memoria -sólo la han programado dos veces en Madrid, en 1990 y 1991- para celebrar sus diez años al frente de la formación.

Arenal. La guinda de Duato en su tarta de cumpleaños.

Es una historia del amor y el trabajo, del labrador y la tierra, del mar y del cielo, de corazones y miserias... En definitiva, del hombre y sus circunstancias. Pero hay mucho más. Esta pieza muestra una síntesis estilística, intelectual y emocional del universo de su creador; es el verdadero sello Duato.

Compañía Nacional de Danza

Director artístico: Nacho Duato.Synaphai: Duato/Iannis Xenakis/Vangelis. Arenal: Duato/María del Mar Bonet. Tabulae: Duato/Alberto Iglesias. Teatro de la Zarzuela, Madrid, 2 de noviembre.

El coreógrafo esbozó en esta obra, heredera de la inolvidable Jardí tancat (1983), una declaración de intenciones artísticas. ¿Cuáles?

1. La dinámica del movimiento. El juego de brazos, la exposición de las manos, la desestructuración en la línea y la fuerza energética exhibida en Arenal son una constante en toda su obra.

2. La ocupación escénica. El grupo situado a un lado del escenario, compacto e integrado, frente a la soledad del individuo. La masa y el hombre. Mientras el conjunto estructura su baile en pasos a dos, pasos a tres o pasos a cuatro, una mujer danza sola a ras de suelo. Es una defensa de la individualidad, del singular. Un tema recurrente en toda su obra -el esclavo en Rassemblement, el perseguido en Lamento o el diferente en Cautiva-.

3. El estilo narrativo. Presenta un discurso coreográfico conciso, directo. Una danza de sujeto, verbo y predicado. Sin ornamentos. Y, a la vez, rebosante de hondura. La transparencia visual domina esta época de su creación con una mirada limpia e ingenua. Pero el devenir del tiempo metamorfoseó a Duato en un artista más complejo -Cero sobre cero-, más misterioso -Self- y más excesivo -Ofrenda de Sombras-.

4. La creación de atmósferas. Arenal atrapa la esencia de las raíces mediterráneas del coreógrafo con una luz cálida, un vestuario en la gama de los colores tierra y una escenografía sensual. Alegría y melancolía van de la mano. Esta pieza nos subraya otro de los puntos fuertes de su trayectoria: el buen gusto y la impecable factura de sus propuestas escénicas.

5. La construcción del paso a dos. Duato ha mostrado a lo largo de su carrera sensibilidad y habilidad para dibujar el baile de pareja. El paso a dos de Arenal inunda el escenario de humanidad y poesía. Sus protagonistas, Ruth Maroto e Ivano Rossetti, nos brindaron el mejor momento de la noche. Maroto ha ganado en solidez y madurez escénica. La frase espontánea de una espectadora lo resume todo: "Esta chica baila como Dios".

Toda la compañía lució muy entonada en este feliz reencuentro con Arenal, especialmente una inmensa Emmanuelle Broncin.

La cantante María del Mar Bonet acudió en directo a esta cita -sus temas inspiraron a Duato -. La voz dulce, aterciopelada, y su fraseo comunicativo, exquisito, engrandecieron el espectáculo. El canto le nacía en las entrañas. Como debe ser.

Synaphai (1986) y Tabulae (1994) completan el programa.

La primera -con algunos desajustes la noche del estreno- plantea un mundo de opresión. Un catálogo sobre la angustia humana. El paso a dos final abre una grieta en el muro de la incomunicación -¡ay!, los muros- donde todos topamos. Dos bailarines miran por ese resquicio: les espera un horizonte de esperanza pintado en azul.

La segunda presenta un gran cuadro tenebrista. Hay delito y castigo, dominantes y dominados, obsesión y perversión. El clímax crece y crece hasta atrapar al espectador. Le engulle. Sólo el desconcertante paso a tres inicial de los chicos rompe la magia. Mar Baudesson bailó; y lo hizo muy bien, como siempre.

Los fastos del 10º aniversario de Duato entran en su recta final. Y gracias a Arenal sufriremos una feliz resaca.

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