Amor y cultura
El Premio de la Crítica ha vuelto a hacer doblete en la modalidad de poesía al recaer el Nacional de Poesía sobre Verano inglés, de Guillermo Carnero. Un libro donde el autor, culturalista máximo en su momento, replantea la dialéctica vida / cultura, que de ser un par antitético se convierte en pareja complementaria. Los materiales culturales siguen siendo válidos como estímulos poéticos, pero el vitalismo ocupa ya lugar destacado.Verano inglés es un poemario amoroso, erótico, en el que la plenitud de los sentidos se ofrece como alternativa a la problemática realidad y, también, al problemático lenguaje ("Palabras, no es verdad que conozcáis el mundo"), que, desde luego, es también insuficiente: "Pongo en palabras míseras los ecos del poema / que escribiste en el agua y en las nubes".
Casi todo el poemario constituye una celebración del amor que redime y salva ("Espero y creo en tu mirada"). Incluso el culturalismo llega a abatir sus alas en el poema que lleva como título el espléndido verso de Garcilaso "Al fin a vuestras manos he venido", texto de ecos autobiográficos, que termina exaltando el triunfo del amor y la relegación del objeto libro: "No me dejes en un rincón con este libro, / medalla decorosa en el ojal de un muerto".
Ha cambiado el poeta desde que escribió en 1967 aquel memorable verso, "raso amarillo a cambio de mi vida"; la vida ahora no entra en el trueque.
Por eso, el sujeto poético puede incluso incurrir en la confesión sentimental; además, esta historia de amor no tiene un final feliz. El poeta culturalista y cerebral pliega sus banderas, se contempla con la memoria "destejida", y ve la antigua guirnalda del amor pudriéndose en la noche "en la que llueve sin perdón el tiempo".