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Los obispos creen que España es la nación martirial por excelencia

España es la nación martirial por excelencia, según la Iglesia católica. Con unas 10.000 propuestas de beatificación, los obispos españoles acaparan el catálogo de todos los mártires del siglo XX, unos 12.692. Se trata de cifras facilitadas por la pontificia Comisión de los Nuevos Mártires del Jubileo y, en la inmensa mayoría de los casos, incluyen a personas muertas durante la guerra civil que terminó con la II República entre 1936 y 1939.La Iglesia española inició su ofensiva para elevar a los altares a sus víctimas en aquella guerra apenas proclamada la victoria del sublevado general Francisco Franco, el 1 de abril de 1939. Pío XII, elegido papa un mes antes, lo proclamó en un radiomensaje emitido el 16 de abril: "La nación elegida por Dios acaba de dar a los prosélitos del ateísmo materialista de nuestro siglo la prueba de que, por encima de todo, están los valores de la religión y del espíritu". Más tarde, el pontífice rubricó esa admiración con la bula Hispaniorum fidelitas y nombrando a Franco protocanónigo de la basílica Santa María la Mayor.

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La Conferencia Episcopal Española (CEE) considera que los años de la II República (1931-1939) significaron para la Iglesia católica "la última persecusión religiosa". Con datos del arzobispo de Mérida-Badajoz, Antonio Montero, entre el 18 de julio de 1936 y el 1 de abril de 1939 fueron martirizadas 6.832 personas, de las cuales 4.184 pertenecían al clero secular, 12 eran obispos, uno administrador apostólico, 2.365 religiosos, 238 religiosas y varios seminaristas".

Beatificación colectiva

La inmensa mayoría de las causas de beatificación se abrieron al acabar la guerra civil e, incluso, los obispos de la época llegaron a reclamar de Roma una "beatificación colectiva" de todas esas víctimas. Pero los acontecimientos bélicos y políticos posteriores no favorecieron una operación de esa envergadura, apoyada con todo tipo de maniobras, diplomáticas o económicas, por el régimen franquista.

Primero fue la derrota del nazismo y el fascismo en 1945 la que obligó al Vaticano a retrasar una proclamación semejante, temeroso de que la ceremonia se interpretase como una beatificación de la dictadura de Franco. Y más tarde, muerto Pío XII, el obstáculo fue la evolución de catolicismo, impulsada por el Concilio Vaticano II y, sobre todo, por el papa Pablo VI, un antifranquista declarado al que los censores del régimen mutilaban sin miramiento escritos y homilías. Fue ese papa el que decidió formalmente suspender las beatificaciones de mártires hasta que pasaran, al menos, 50 años de su muerte.

Las primeras beatificaciones de víctimas de la guerra civil se produjeron en 1987 y Juan Pablo II ha admitido desde entonces otras 230 causas. Pero otras muchas están a punto de producirse, es probable que miles. Sólo en la diócesis de Madrid, con el cardenal Antonio María Rouco a la cabeza, hay abiertas 500 causas de beatificación de otros tantos sacerdotes asesinados en aquellos años.

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