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El Guggenheim muestra el canibalismo de Andy Warhol con las imágenes del siglo XX

Una exposición recoge la obsesión del artista por manejar distintas formas de expresión

Fue pintor, ilustrador, grabador, fotógrafo y editor; trabajó en la moda, rodó cine, grabó vídeos y estuvo vinculado a la música. Cerca de 500 piezas creadas por Andy Warhol (1928-1987), el artista pop de las latas de sopa Campbell y los retratos en serie de Marilyn Monroe, muestran en una exposición del Museo Guggenheim de Bilbao su obsesión por explorar todos los medios de expresión a su alcance. "Warhol fue un caníbal con todas las imágenes que se cruzaban en su camino", asegura Germano Celant, el comisario de la muestra Andy Warhol: a factory.

Germano Celant, conservador de arte contemporáneo del Museo Guggenheim de Nueva York, entiende que no hay forma de controlar la "enorme producción" de Warhol, a quien define como "un artista de 360 grados" que habló todos los lenguajes posibles. "Es un gitano, un nómada que sin establecer jerarquías va de un territorio del arte y la creatividad a otro", señaló. La apertura al público de Andy Warhol: a factory en Bilbao coincide hoy con la celebración del segundo aniversario del Guggenheim.La variedad de disciplinas y el volumen ingente de obra creada empujaron a Celant a organizar la exposición en torno al concepto de factory, el término que utilizaba Warhol para referirse a sus famosos estudios. "Él mismo fue una factoría", explicó. "No se trata de presentar la historia de la factory, sino a Andy Warhol como un gran productor de formas de comunicación".

Celant ha propuesto un recorrido cronológico que comienza a finales de los años cincuenta, cuando Warhol trabajaba en el diseño gráfico y la ilustración, áreas en las que llegó a ser conocido antes de convertirse en una celebridad del mundo artístico de Nueva York. A partir de ese momento recorre 30 años de la biografía del artista, contrastando las pinturas y las serigrafías con los trajes que diseñó o con la guitarra utilizada por Sterling Morrison en la banda The Velvet Underground.

El arquitecto italiano Gaetano Pesce diseñó la instalación. Pesce, de 59 años, se ha atrevido a dividir las salas del Guggenheim -de formas irregulares, paredes curvas y dimensiones colosales- con unos laberintos en forma de aspas. "Es fácil encontrar ideas para presentar una exposición cuando se hace en un espacio de calidad", explicó Pesce. "Se trata de no ser su víctima". En las paredes que conforman los laberintos se muestran las obras de arte; a su alrededor, "como en un sistema de satélites", las fotografías, la ropa o los puntos de escucha de la música que produjo con The Velvet Underground. Una pequeña sala, de 30 localidades, permite asistir a la proyección de películas de Warhol en medio del recorrido.

En las distintas imágenes se ve toda la corte que rodeó a Warhol en la factory y la interminable lista de notables del Nueva York de la época, desde los artistas Robert Rauschenberg y Joseph Beuys hasta el escritor Truman Capote, el galerista Leo Castelli, la actriz Liza Minnelli, la modelo Bianca Jagger o el músico Lou Reed. Celant no cree que fuera un vampiro que succionara la creatividad ajena. "Fue un exaltador que cogía y daba. Un ser pasivo que registraba todo lo que había a su alrededor".

El montaje refleja la ausencia de jerarquías entre disciplinas artísticas. "Andy Warhol es el puente entre el siglo XX y el que viene. Quedan muchas maneras de pensar tradicionales, pero la nueva generación considera todos los lenguajes a un mismo nivel", argumentó el comisario. "Warhol derribó los muros que separaban los distintos lenguajes y siguió adelante. Ante los medios de comunicación fue un caníbal con todas las imágenes que se cruzaban en su camino. Reflejó toda su realidad; eso es lo más contemporáneo de Warhol".

Al final del recorrido se oyen unas voces grabadas en vivo. Celant dijo que es "una pequeña capilla" donde se escuchan las grabaciones que hacía Warhol en cualquier lugar. "La voz es parte de su trabajo. Warhol iba siempre con una grabadora, diciendo a quien se sentaba a su lado, simplemente, "qué bonitos zapatos llevas".

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