_
_
_
_
_
Tribuna:COMER, BEBER, VIVIR
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Los chinos, el fin del vino y los 12 sabios

Los chinos "beberán mucho vino; ya lo beben, pero como no tienen bastante, lo mezclan con coca-cola": el director del Seagram Singapore, Derek Lee, cuando ya franqueábamos, anteanoche, la frontera del amor, de la cocina de Singapur y de su plato más apasionado, habló de los chinos, no del 46% que viven y mandan y negocian en Singapur, sino de los chinos incontables de la China que fue de Mao y que ya está a pie de obra de los millones de motos que invaden el atraso y que, un día, beberán vino para liberar su cuerpo y sus espíritus de las escaseces de un pasado borroso y equívoco.No es casual que las 12 familias ilustres del vino gritaran estos días por boca de Pablo Álvarez, locomotora sagrada en el mundo de los vinos de Vega Sicilia: "Estamos aquí y no nos marcharemos; aquí podríamos vender todo nuestro vino, pero no queremos".

Es la primera, pero ya no será la última vez que las "12 familias ilustres" del vino en el mundo, o los "12 sabios" como se les llama, estén celebrando su reunión anual, por triplicado, en Taipei (capital de Taiwan), Singapur y Hong Kong.

Son los 12 ilustres del vino español y mundial que aún no hace una década crearon la organización más diminuta y más potente del vino en el mundo. Seis franceses: Paul Roger, Hugel, Jaboulet, Drouin Cos d'Estournel, Château Mouton Rothschild; el portugués Symington (Oporto); el californiano más espectacular, Mondavi; el italiano Antinori; el alemán Egon Muller, y los españoles Vega Sicilia y Torres.

Singapur se ha convertido en la plataforma financiera del sureste asiático; es una ciudad de servicio donde reinan el ordenador y la farmacia como creaciones autóctonas; Singapur no es una ciudad, es una casa colonial con 30 grados de media de temperatura todo el año y bañada en la humedad impenitente; aquí no se vive en la calle; se vive en una habitación, en un coche, en una tienda...; la calle es para una necesidad imperiosa.

La vegetación, el verde, los riachuelos, hacen de Singapur un escenario de belleza sólo visible de puertas adentro. Singapur es la ciudad de los hoteles majestuosos; para ver el Shangri-La Hotel se organizan visitas con guía y medios técnicos. Con Tokio y Hong Kong, Singapur forma parte del centro financiero de Asia. En Singapur es imposible encontrar un papelito en el suelo, una broza, una mancha; es la más limpia del mundo, y ahora que le va a llegar el mejor vino, de "los l2" y otros..., ¿se emborracharán?

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_