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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Objetivos ambiciosos

EL OBJETIVO central de la Comisión Europea en materia de empleo para la UE es ambicioso: reducir en cinco años el paro de 18 a 12 millones, es decir, del 10,8% al 7% de la población activa. Pero los medios y las soluciones que aporta el colegio comunitario de comisarios son inversamente proporcionales a esta ambición. Las propuestas que la Comisión lleva al Consejo Europeo extraordinario de noviembre en Luxemburgo sobre el empleo responden a la promesa hecha a Alemania en la cumbre de Amsterdam de que la política de empleo en la UE no costará un ecu más a las arcas comunitarias.Enterrada queda ya la propuesta de Delors de elaborar una especie de keynesianismo continental contenida en su Libro Blanco sobre crecimiento, competitividad y empleo (1992), que, entre otras cosas, preveía la creación de grandes redes de comunicación europeas. La nueva política de empleo que propugna la Comisión resulta parca de medios y, desde luego, bastante alejada de la audaz -aunque sin contrastar por los resultados- política de Jospin en Francia.

La política de empleo seguirá siendo competencia nacional y adaptada a cada circunstancia. La Comisión propone establecer líneas directrices que cada Estado ejecutará a su manera. No obstante, según el Tratado de Amsterdam que hoy se firma, el Consejo de Ministros comunitario podrá adoptar "recomendaciones" y "planes de acciones" cuya ejecución nacional podrá ser supervisada colectivamente. Las cifras propuestas por la Comisión para el conjunto de la UE ponen a España -cuya tasa de paro prácticamente dobla la comunitaria- en una situación comprometida.

¿Cómo no compartir los objetivos cifrados y las líneas directrices que propone la Comisión? Entre otros, destaca la reducción a la mitad del paro juvenil y el de larga duración; igualar la tasa de empleo femenina a la masculina; aumentar la proporción de parados a los que se ofrece formación del 10% actual al 25% (como en los tres mejores países); o elevar la inversión en investigación para que pase de un 1,9% del PIB al 2,5%. Desde luego, para todo esto no bastan, aunque algo ayudarían, los préstamos del Banco Europeo de Inversiones, ni la reducción propuesta para el 2000 de los impuestos sobre sociedades, que han subido siete puntos en los últimos 15 años. Europa necesita una ambición no sólo de objetivos para combatir el paro, sino de medios para alcanzarlos, y a este respecto, la Comisión ha pecado de falta de osadía y de exceso de retórica. Más aún cuando luego vendrán los Estados con las rebajas y la política del mínimo común denominador.

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