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Reportaje:

Deltas mediterráneos en riesgo de retroceso

Un estudio español alerta de la degradación por el cambio climático y la gestión de los ríos

Los deltas tienden a crecer de forma continua debido al aporte constante de sedimento por parte de los ríos y la aportación de materia orgánica de los vegetales que logran enraizar en las llanuras deltaicas. Sin embargo, esto no ocurre así en los grandes deltas del Mediterráneo europeo. Por lo que parece, más bien sucede lo contrario. Según se desprende de los resultados del Proyecto Meddelt, una iniciativa liderada por el Laboratorio de Ingeniería Marítima (LIM) de la Universidad Politécnica de Cataluña y el departamento de Ecología de la Universidad de Barcelona, los deltas de los ríos Ebro, Po y Ródano han iniciado un lento y progresivo proceso de degradación que pone en peligro su sostenibilidad a medio plazo. Los responsables del proyecto de investigación, finalizado recientemente, apuntan al actual modelo de gestión de las cuencas fluviales y a una eventual subida del nivel medio del mar como las principales causas de la degradación."A menudo se olvida", indican al unísono Agustín Sánchez Arcilla, director del LIM, y Carles Ibáñez, de la UB, "que los ríos, además de agua, transportan sedimentos y arena y que con éstos se moldean los deltas y las playas". En su opinión, refrendada por los resultados de Meddelt, la construcción de embalses en los cursos de los ríos ocasiona efectos indeseables en su desembocadura que se traducen en tasas de subsidencia (de hundimiento) que, combinadas con la elevación del nivel medio del mar previsto para el próximo siglo, pueden acarrear la transformación de buena parte de las zonas deltaicas en lagunas abiertas. Como consecuencia, vaticinan, se degradaría gran parte de los humedales, con pérdida de biodiversidad y la prácticamente nula posibilidad de aprovechamiento económico en los términos actuales.

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Ambos investigadores se remiten a las cifras obtenidas por este estudio para avalar sus conclusiones. Una de ellas se refiere a la batimetría y topografía de los tres deltas estudiados. "Por primera vez", señala Sánchez Arcilla, se dispone de los mapas batimétricos y topográficos de los deltas". Según los mismos, apenas el 50% de la superficie del delta del Ebro supera el medio metro de altura sobre el nivel del Mar, y la situación es similar en los del Ródano y Po. Asimismo, indica Ibáñez, la tendencia actual en los tres deltas es similar: "Poco a poco", afirma, "se tiende al modelo holandés", con cada vez mayor presencia de diques, carreteras y canales que impiden la entrada de las aguas marinas en terrenos "virtualmente por debajo del nivel medio del mar".En la actualidad, la tasa de subsidencia para el delta del Ebro se sitúa en unos dos milímetros por año. Ello indicaría un hundimiento global a los 20 centímetros para el próximo siglo, aunque en determinadas zonas todavía se mantienen dinámicas de crecimiento vertical. En concreto, se ha podido comprobar cómo en los puntos donde la intervención humana es escasa y todavía llegan sedimentos, la llanura deltaica experimenta un crecimiento vertical de cinco milímetros por año de media. Al mismo contribuye el hecho de que éstas son zonas que habitualmente se inundan coincidiendo con crecidas de los ríos.

De la misma forma, señala Ibáñez, la aportación de materia orgánica de origen vegetal facilita la consolidación del terreno y la retención de los sedimentos. En el caso del delta del Ebro, buena parte de la materia orgánica procede de los arrozales, que en la actualidad ocupan cerca del 65% de la superficie, y de las zonas húmedas con interés natural, con gran presencia de biodiversidad. Por el contrario, las zonas que no se inundan presentan crecimiento prácticamente nulos, del orden de cero a dos milímetros, cuando no hundimiento. Este es el caso del delta del Po, donde la extracción de gas y agua del subsuelo provocó la pérdida de más de dos metros de elevación en apenas 20 años. De la combinación de los datos obtenidos con los que periódicamente ofrece el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) para el próximo siglo, ambos expertos concluyen que los deltas difícilmente podrán sostenerse en su estado actual en los próximos 50 a 100 anos. "Si no se cambia el modelo de gestión de los cauces fluviales a lo máximo que podemos aspirar para mantener los deltas es a soluciones parciales que, a largo plazo, va a resultar carísimo de mantener", indica Sánchez Arcilla. Las últimas previsiones del IPCC indican una elevación del nivel medio del mar de 50 centímetros en los próximos 100 años. De cumplirse esta previsión, agrega, "entre el 20% y el 83% del delta del Ebro va a encontrarse por debajo del nivel del mar", con lo que aumentaría considerablemente el riesgo de inundación al tiempo que se harían necesarias medidas paliativas como el bombeo de agua y la construcción y reparación de diques de contención.

Tuberías con sedimentos

En cualquier caso, Ibáñez y Sánchez Arcilla coinciden en la existencia de soluciones a corto plazo. "Bastaría con dejar que la llanura deltaica se inundara periódicamente y con mantener los aportes de materia orgánica". Del mismo modo, apuntan la posibilidad, ya ensayada con éxito en Estados Unidos, de utilizar tuberías de transporte en alta densidad para trasladar los sedimentos que ahora quedan retenidos en los embalses. "En la actualidad, el tramo final del Ebro transporta 159.000 metros cúbicos de sedimentos por año, cuando originariamente transportaba 30 millones de metros cúbicos".Serían precisos entre uno y dos millones de metros cúbicos de sedimentos al año para mantener su estado actual. Con ello se conseguiría, además, "limpiar de sedimentos los embalses".

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