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Tribuna:INNOVACIÓN Y COMPETITIVIDAD
Tribuna
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Tecnología, prosperidad y ciencia española

Uno de los principales problemas que afectan a la salud de las empresas españolas es que no recurren en suficiente grado a la innovación tecnológica para competir. Sensibles a este hecho, 16 prestigiosos científicos españoles han firmado el Manifiesto de El Escorial sobre la ciencia española, en el que llaman la atención acerca del retraso de España en materia científica respecto a otros países más desarrollados y relacionan este retraso con la "situación desfavorable de riqueza relativa respecto a los países avanzados o en el seno de la Unión Europea". Además, afirman que "mientras- en España no se establezca una relación más fluida entre ciencia y sus aplicaciones, las empresas españolas estarán en desventaja frente a sus competidores extranjeros".El manifiesto asume la existencia, de relaciones directamente causales entre el avance científico, el desarrollo tecnológico y la prosperidad económica. Propone que la ciencia se convierta en una cuestión de Estado y alienta a las empresas a absorber investigadores, a crear sus propios laboratorios y a establecer acuerdos con centros públicos de investigación. Finalmente, el manifiesto demanda un aumento del apoyo público a la investigación básica en universidades y centros de investigación.

Esta iniciativa constituye una llamada de atención sobre un problema que sin duda está presente en el sistema económico y social del país, cuya importancia hace del manifiesto una valiosa aportación para la reflexión colectiva de políticos, empresarios, investigadores, trabajadores y, en general, del conjunto de la sociedad española.

Es incuestionable que la ciencia constituye un activo valioso en sí mismo para las sociedades y los países. Sin embargo, la ciencia por sí misma no genera prosperidad económica. Se pueden aportar numerosos ejemplos para ilustrar este hecho. Los países emergentes del Lejano Oriente muestran una creciente prosperidad económica, basada en cotas cada vez mayores de desarrollo tecnológico, sin un desarrolló paralelo de la base científica. Incluso en Japón, el desarrollo es más de naturaleza tecnológica que científica. Otro ejemplo lo proporcionan el Reino Unido e Italia. Mientras que el sistema científico británico continúa siendo más potente que el italiano, hace años ya que Italia ha superado en renta percápita al Reino Unido.

Ello no quiere decir que el conocimiento científico no sea valioso en sí mismo o que no sea importante para el desarrollo económico. Lo que significa es que el desarrollo científico no es en general condición suficiente ni, en ocasiones, necesaria para conseguir una mayor prosperidad económica.

Sin embargo, sí existe una relación causal directa entre la innovación tecnológica en las empresas y su capacidad para crear riqueza, empleo y prosperidad. La innovación tecnológica es la introducción de un nuevo producto o un nuevo proceso, productivo, tecnológicamente modificados, en un mercado. A diferencia del descubrimiento o de la invención, que son fenómenos orientados a ampliar el conocimiento, la innovación tecnológica es un hecho económico.

Las empresas no actúan de forma aislada en sus procesos de innovación. Otros agentes influyen en los mismos, incentivándolos, facilitándolos y contribuyendo a acelerarlos cuando su actuación es positiva. Entre estos agentes se encuentran las universidades y los centros de investigación, cuya producción científica puede ser aprovechada por las empresas para innovar. Otros agentes son las administraciones públicas y las denominadas infraestructuras de soporte a la innovación. Como todos estos agentes están estrechamente interrelacionados, son conocidos como Sistema Nacional de Innovación (SNI). La creación de prosperidad a partir del conocimiento depende del conjunto del SNI y no sólo de sus agentes de carácter científico.

En muchos casos la innovación tecnológica y los descubrimientos e invenciones se encuentran estrechamente relacionados. Se t ata de los procesos de innovacion que cuentan con una fase de investigación y desarrollo (I+D). Sin embargo, en otros muchos no existe esta relación, y la innovación no supone una previa o posterior ampliación de la base de conocimientos del país. Muchos sectores innovan cuando las empresas transforman sus procesos productivos. Empresas que resultan más competitivas después de innovar, aunque para ello no realicen ni contraten I+D ni contribuyan a enriquecer el conjunto de conocimientos sistematizados del país.

El Sistema Español de Innovación ofrece una muestra de lo difícil que resulta convertir conocimiento científico en prosperidad económica. La ciencia española ha ganado una importante porción de cuota en el conjunto de publicaciones de la comunidad científica intemacional, y la calidad de los trabajos ha experimentado una notable mejoría. Además, los científicos españoles son más productivos que sus colegas de otros países.

Sin embargo, esta mejora del nivel científico no ha tenido igual repercusión en la competitividad de las empresas españolas, tal y como reconocían los propios responsables de la política científica y tecnológica en el documento de presentación de la tercera fase del Plan Nacional de I+D. El caso español también indica que una mejora en el sistema científico no es condición suficiente para una mejora de la competitividad de las empresas y, en definitiva, de la prosperidad del país.

El nivel de apoyo público a la investigación básica en España es menor en términos relativos que en otros países desarrollados. A pesar de ello, el aumento del apoyo a la investigación básica es sólo una de las posibles líneas de actuación orientadas a solucionar los problemas que tiene planteados el sistema español de innovación tecnológica.

Otras líneas de actuación para los agentes públicos del sistema serían las siguientes:- Dotar de una mayor orientación tecnológica a las políticas públicas, que en la actualidad son de naturaleza más bien científica. Ello supondría no sólo potenciar la "D" de la I+D, sino también prestar más atención a aspectos tales como la transferencia de tecnología, la difusión de innovaciones o la prospectiva tecnológica.

- Dirigir de forma efectiva la actividad de los Organismos Públicos de Investigación (OPI) de carácter sectorial a la aplicación industrial y transformar su estructura organizativa para adecuarlos mejor a las características del mundo empresarial.

- Completar y potenciar la red de centros tecnológicos y mejorar su capacidad para transferir tecnología a las empresas, especialmente a las PYME, y potenciar la articulación efectiva del sistema de innovación mediante la mejora de la eficiencia de las denominadas entidades de interfaz, orientándolas a las empresas y al mercado.

- Incentivar los mecanismos privados de financiación de la innovación tecnológica, entre los que se encuentran, por ejemplo, las entidades de capital riesgo.

Todas estas actuaciones, que afectan a la vertiente pública del sistema de innovación, deberían ir acompañadas de un cambio profundo en las empresas españolas, de forma que otorgasen a la innovación tecnológica la consideración de un factor competitivo clave, y que se decidiesen a invertir en innovación como hoy lo hacen en marketing o en mejorar su logística: con la conciencia de que se trata de inversiones imprescindibles para competir con éxito en el medio y largo plazo en un entorno cada vez más exigente. Aunque para ello no necesariamente tengan que hacer o contratar I+D o crear laboratorios y absorber investigadores.

El Manifiesto de El Escorial constituye una valiosa respuesta al problema que el escaso recurso a la innovación tecnológica plantea a las empresas españolas y a la prosperidad económica del país. Es una respuesta que toma todo su sentido desde la óptica de la comunidad científica a la que pertenecen sus autores. Desde el punto de vista empresarial, esta óptica, siendo válida, debe complementarse orientándola a la innovación y encuadrándola en un marco más general. Este marco viene dado por el conjunto del Sistema Español de Innovación, y es en éste en el que deben formularse propuestas y políticas.

Gil Gidron y Lorenzo Milans del Bosch son socio y gerente, respectivamente, de Andersen Consulting.

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