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PALEONTOLOGÍA: LOS LÍMITES DEL SUPERCONTINENTE

Mares de fósiles en una mina manchega

Pocas personas podían imaginar que la comarca manchega de los Campos de Calatrava, surcada hoy día por el AVE, ha sido escenario de algunos acontecimientos importantes de la historia geológica peninsular, como lo atestiguan sus numerosos yacimientos de fósiles -desde invertebrados a mastodontes- o los centenares de volcanes que en ocasiones tuvieron también un papel crucial para la preservación de los organismos del pasado.Hace escasas fechas, un nutrido grupo de científicos se dio cita en Ciudad Real para conocer sobre el terreno los avances experimentados en el conocimiento paleontológico de la región, poco divulgado hasta entonces. Esta excursión fue el colofón de las actividades programadas con motivo del décimo aniversario de la Sociedad Española de Paleontología.

La cronología de los fósiles manchegos se remonta mucho más allá de la época de los populares dinosaurios; entonces la región estaba cubierta por un mar somero hace 470 millones de años y formaba parte del borde del gigantesco continente de Gondwana, que agrupaba también la Europa mediterránea, África y Suramérica.

"Estos sedimentos marinos son contemporáneos de la aparición de los primeros peces", comentó Juan Carlos Gutiérrez Marco, jefe de Paleontología del Instituto de Geología Económica (CSIC-Universidad Complutense) y responsable de la excursión. "Los yacimientos del periodo ordovícico de Los Pozuelos y Corral de Calatrava son excepcionales por la diversidad y abundancia de numerosos grupos de invertebrados marinos, como los trilobites [artrópodos provistos de un caparazón fuertemente segmentado] y otros moluscos o equinodermos primitivos, entre los que se cuentan numerosas especies nuevas", continuaba, mientras sus palabras servían de telón de fondo al martilleo incesante del resto de los participantes, rodeados literalmente de fósiles. A unos metros, efectivos locales de la Guardia Civil cubrían la labor de los paleontólogos, en especial poco después, cuando la excursión recaló en el talud de una carretera fuertemente transitada.

Gran aplicación

Según Isabel Rábano, directora del Museo Geominero y experta en trilobites, "aunque los fósiles de invertebrados nunca alcancen popularidad, aportan informaciones muy precisas sobre la evolución orgánica o los ecosistemas del pasado, lo cual tiene una enorme aplicación en estudios de geología económica o de prospección de recursos naturales".Poco después la deriva continental trasladó a los participantes a un bosque hullero tropical de finales del periodo carbonífero, en terrenos semipantanosos que eran inundados episódicamente por aguas salobres de un mar situado hacia el sureste del Puertollano actual. En el fondo de la mina Emma, un enorme agujero de 1,5 kilómetros cuadrados de extensión, propiedad de la empresa Encasur (Grupo Endesa), los paleontólogos revivían el espectáculo de una erupción volcánica ocurrida hace 290 millones de años, que afectó violentamente a bosques de helechos arborescentes y licofitas, sepultándolos acto seguido por cenizas volcánicas. Ello permitió la preservación in situ de todos los restos, como por ejemplo enormes piñas (ramas fértiles con esporangios), troncos enraizados en posición vertical, coníferas muy primitivas, etcétera, que iban siendo identificadas a medida que aparecían por Roberto Wagner, del Jardín Botánico de Córdoba, reconocido experto mundial en flora hullera paleozoica. A corta distancia del yacimiento paleobotánico principal, otros niveles de pizarras oscuras libraban numerosos restos de tiburones y otros peces, principalmente en forma de dientes y radios osificados de las aletas, restos de una postrera incursión marina.

Otro de los rasgos que imprimen un carácter geológico especial a la comarca de los Campos de Calatrava es la existencia de un volcanismo reciente, activo entre finales del mioceno, pleistoceno inferior (hasta hace poco más de un millón de años). Su vestigio se concreta en cerca de 250 volcanes repartidos en una superficie de apenas 5.000 kilómetros cuadrados, reconocibles en su mayoría como antiguos cráteres de explosión, algunos convertidos en lagunas, o bien como cerros oscuros de perfiles redondeados. Contemporáneos de los volcanes, habitaban la región hace tres millones de años rinocerontes, caballos, ciervos y grandes mastodontes (parientes lejanos de los elefantes). El esqueleto de uno de estos gigantescos proboscídeos, de tres metros de altura y con colmillos de hasta 3,5 metros de longitud, está siendo montado por Ana Mazo, para su exhibición en el Museo Provincial de Ciudad Real.

Mastodontes

El yacimiento más importante se sitúa en Alcolea de Calatrava, que por aquel entonces constituía el borde de una laguna donde se acumularon cadáveres de diversos animales. Tras su depredación por carroñeros, solamente quedaron las piezas esqueléticas más pesadas, entre las que se cuentan más de 20 cráneos y numerosos colmillos de mastodontes, la muestra más completa en su género.La importancia de la región para la ciencia ya había quedado reflejada en los nombres de fósiles como Puertollanichthys, Realaspis, Ceratopsis calatravensis, Pecopteris puertollanensis o incluso una Dulcineaia manchegana, que forman ya parte del acervo científico de Gondwana. Como recordaba Leandro Sequeiros, recién elegido presidente de la Sociedad Española de Paleontología, "el conocimiento preciso del pasado constituye una de las mejores herramientas para predecir el futuro".

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