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La repudiable indiferencia

La guerra en la ex Yugoslavia ha llegado a afirmar un nuevo principio en Europa: la agresión, la fuerza militar, el genocidio, los campos de concentración, el violar, mentir y robar, pueden ser beneficiosos. El Gobierno serbio de Milosevic, responsable de más de 100.000 muertos en Croacia y en Bosnia-Herzegovina (las víctimas en Kosovo, Sandzak, Vojvodina, Macedonia, Montenegro están por llegar), que dejó a más de un millón de personas sin hogares, trabajo y patria, ganará las próximas elecciones en Serbia. Las ganará porque ha demostrado "al pueblo histórico serbio" que es capaz de lograr todos sus objetivos a pesar de las protestas de la comunidad internacional.En este momento, los serbios lo tienen todo. Con un 12% de población serbia en Croacia, ocuparon el 30% del territorio de este país. Con el 31,3% de serbios en Bosnia-Herzegovina, las tropas de Karadzic controlan el 70% de la tierra. En Kosovo, el 10% de serbios tienen el ciento por ciento del poder administrativo, frente al 90% de albaneses privados del mínimo de los derechos humanos. Lo mismo ocurre en Sandzak (donde un 52% son musulmanes).

No hay un solo lugar en la ex Yugoslavia con más de 10% de población serbia que no haya sido ocupado por Serbia o no esté, actualmente, bajo fuego de su artillería. Ninguna ciudad ni territorio con mayoría serbia fue ocupado por los croatas 0 los musulmanes.

¿Y cuál ha sido el precio que pagó Serbia por extender su territorio por la fuerza? ¡Casi ninguno! Más de 50 ciudades en Croacia y Bosnia-Herzegovina han sido destruidas. En Serbia, ni una sola ha sido tocada. Si se cuentan los refugiados, los serbios tienen cinco veces menos que los otros pueblos. Y el pueblo serbio ha tenido 20 veces menos pérdidas humanas que los croatas y musulmanes.

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Desde el punto de vista económico, los serbios, a pesar de las sanciones de la ONU, viven hoy día mucho mejor que los musulmanes, albaneses o macedonios. Si el salario mensual medio en Serbia no supera los 50 dólares, eso no puede ser un consuelo en Croacia, donde ese promedio es de 60 dólares. Teniendo en cuenta que los croatas, por vivir en una república más desarrollada, ganaban siempre más que los serbios, la diferencia de 10 dólares por mes no puede compensar la destrucción de Vukovar, Osijek, Karlovac, Dubrovnik, Gospic y otras ciudades croatas. Además, durante la guerra, el Ejército yugoslavo transportó a Serbia fábricas enteras, reservas de petróleo, alimentos y materias estratégicas. Decenas de miles de automóviles (2.000 VW Golf nuevos de la empresa TAS, en Sarajevo) han sido robados y revendidos en Serbia a entre 500 y 1.000 dólares por coche. Los prisioneros croatas y musulmanes son privados de todos sus bienes para compensar a los "heroicos combatientes serbios". Además, con toda su miseria, Croacia y Bosnia pagan un precio tremendo para armarse en el mercado negro, pues es la única forma de defenderse ante la agresión. Mientras tanto, los serbios disponen de reservas inagotables en armas del Ejército yugoslavo.

Europa, por muy difícil que sea, tiene que dar una clara señal de sus preferencias. No vale de nada negociar con el régimen nacional-socialista de Belgrado mientras, sobre el terreno, se está materializando el proyecto de la Gran Serbia. Si Europa piensa que esta Serbia garantiza una estabilidad en los Balcanes, me permito morirme de risa: tal Serbia tendría unos 700 kilómetros de frontera con el, pueblo croata y cada pedazo de esta frontera sería disputable. Y los musulmanes se quedarían sin nada. Dos millones de personas desesperadas en Europa bastarían para un conflicto interminable.

Aunque Europa tema (con razón) al terrible ejército serbio, la única solución es derrotar al fascismo de Belgrado. En Serbia y Montenegro no cuenta la oposición, política. Perderá las elecciones porque piara la gran mayoría de los serbios es demasiado atractivo hacer un gran país, ocupando territorios ajenos. ,

A los nazis nadie les dijo nada hasta que las cosas fueron demasiado lejos. A los serbios -Europa, Estados Unidos, las Naciones Unidas, lord Carrington, lord Owen, Cyrus Vance, centenares de periodistas- les han dicho de todo. Pero Belgrado continúa con su política de agresión. Si no hay intervención militar, no pararán. Y la guerra volverá a Croacia. A Kosovo. A los Balcanes.

Un colega mío, el redactor jefe del periódico de Sarajevo Oslobodjenje, Kemal Kurspahic, dijo en Estrasburgo a los parlamentarios europeos: "Me preguntan qué es lo que Europa puede hacer por nosotros. Pues nada. Yo creo que tienen que hacer algo para ustedes mismos. Para salvar la cara. En los tiempos de Hitler no había cámaras electrónicas, satélites, AWACS. Algunos sabían del genocidio,- de los campos de concentración, pero siempre se podían excusar con que no lo sabían. Esta vez lo hemos visto todos. Y nadie podrá decir que no lo sabía".

Pero si Europa no quiere hacer nada, no dar al menos la posibilidad de defenderse a las víctimas es de un cinismo supremo. Se ha impuesto un embargo estricto para las armas que podrían salvar las vidas a centenares de miles de musulmanes y croatas, y, por otra parte, a los serbios se les decreta un blando embargo que tiene tantos agujeros como un queso suizo. Si tal es la actitud política de Europa, que haga el favor de decirlo públicamente: Sí, apoyamos a los serbios. Que lo diga si se atreve frente a su opinión pública que ha visto tantos niños y mujeres masacrados por esos mismos serbios.No tengo nada en contra de la nación serbia. Viví 30 años en Belgrado. En el curso de la historia, los serbios participaron muchas veces en guerras del lado de la justicia. Pero esta vez no tienen razón. Tampoco los alemanes tenían razón en las dos guerras anteriores. Sin embargo, hoy día, son una nación democrática y respetada. Nadie tiene un cheque en blanco por sus acciones. Y los serbios se pueden curar de sus ideas atroces si pierden esta guerra. Cuanto antes se decida Europa a pararlos, mejor para todos. El mundo estuvo unido contra Irak porque Sadam cometió una injusticia. Hoy, todos creen que Milosevic hace otro tanto, pero la reacción no es la misma. Y si Europa deja a Belgrado quedarse con los beneficios de su agresión, será la peor señal que puede mandar a nuestro continente.

Si el problema es de dividir a la ex Yugoslavia de una manera justa y estable, Europa tendría que empezar por considerar que los serbios representan el 36,2% de población en lo que fue' aquel estado (censo de 1991). La guerra no parará nunca si sus fuerzas se quedan con el 70% del territorio ex yugoslavo, como pretenden.

Es justamente para ocultar estas pretensiones territoriales por lo que la propaganda de Be1grado insiste en dos grandes mentiras. Que los musulmanes de Bosnia son fundamentalistas islámicos con pretensiones de crear un Estado religioso en el centro de Europa, apoyado por Irán, Libia y Arabia Saudí. Nada puede ser más ilógico. Los musulmanes de Bosnia, con sólo el 44% de población en este país, nunca podrían imponer un fundamentalismo islámico, enfrentado con la mayoría de cristianos (croatas y serbios) y rodeados de países cristianos (Serbia, Montenegro, Croacia, Italia). Además, un sondeo reciente indicaba que el 99% de los musulmanes de Bosnia prefieren a Estados Unidos que a Irán. Pero, si la guerra continúa, los musulmanes, dejados a merced de los serbios, abandonados por Europa, no tardarán en buscar el apoyo de países islámicos.

La otra mentira de Belgrado es que, en caso de derrota serbia, los croatas y musulmanes empezarán una guerra entre ellos por la dominación en Bosnia. Desesperados y rodeados por una fuerza letal, superior en 10 a 1, es claro que los croatas y musulmanes tienen ciertas divergencias que resultaron en conflictos con alrededor de 200 a 300 víctimas. Pero, comparado a los más de 100.000 muertos por el ejército serbio, la diferencia es más que evidente. Los musulmanes de Bosnia, que en su gran mayoría gravitan hacia Occidente, buscan una alianza lógica con los croatas, quienes ya aceptaron los valores occidentales. Y en el futuro, una Serbia transformada, democrática, sin aspiraciones territoriales, tendrá que admitir esta realidad.

Para lograr la paz no hay otra forma que derrotar al agresor. Las sanciones económicas no tendrán efectos. En Belgrado se come todavía mejor que en Split, Dubrovnik y Osijek, para no hablar de Sarajevo, Brcko, Travnik o Mostar. Los que matan en Bosnia no mueren de hambre. El ejército serbio tiene municiones para destruir más de 50 ciudades y matar a otras 100.000 personas. Si Europa no quiere defender a las víctimas, que al menos las ayude a que se puedan defender. Los alimentos y las medicinas que llegan a Bosnia, en la práctica, prolongan la vida a los que mañana morirán.

Un responsable de las fuerzas del Unprofor me dijo el otro día: "Hay que ser realista. Es el equilibrio de fuerzas lo que manda en el mundo. Y los serbios son más fuertes". Yo aceptaría esta lógica si fuera propuesta por un general francés, norteamericano o ruso. Pero jamás de parte de un funcionario de las Naciones Unidas. Porque la ONU existe para defender otros principios, los de la Carta de la Organización, que se oponen al uso de la fuerza y que no honran las agresiones.. ¿Qué va a aceptar Europa? ¿La realidad de la fuerza o los principios que mantienen la paz en nuestro continente?

Si Milosevic demuestra que la agresión es beneficiosa, no creo que la crisis quede localizada en los Balcanes.Goran Milic es periodista, ex director de la cadena de televisión independiente y antinacionalista YUTEL, con sede en Sarajevo.

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