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Sin acuerdo internacional

"La información es trascendental en todas las enfermedades, pero en el caso del cáncer es un tema complejo que debe abordarse con gran delicadeza y ser objeto de la máxima consideración", dice Jordí Estapé, jefe del Servicio de Coordinación Oncológica del Hospital Clíníco y Provincial de Barcelona. El fuerte tabú social que rodea a esa enfermedad ha llevado a que a nivel mundial no exista acuerdo en cuanto al contenido de la información que se debe facilitar a una persona con cáncer.El eje de la polémica -si se debe decir o no toda la verdad al paciente- enfrenta en casi todos los países desarrollados a los médicos más jóvenes, partidarios de la primera opción con los más maduros.

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Miedo a informar

"La información que hay que dar no se reduce solamente a decir o no la verdad, sino a pronunciar tal cual la palabra cáncer, a facilitar el diagnóstíco y el pronóstico -ya que la importancia de esta enfermedad depende de que sea más o menos incipiente- y el tratamiento necesario de llevar a cabo, pues esto también puede depender de ser mucho o poco agresivo", dice Jordi Estapé.

"Ante todo", continúa Estapé, "nuestra idea es seguir siempre los deseos del paciente. No nos gustaría la obligatoriedad de la información mientras exista un porcentaje alto de personas que no quieren saber nada y prefieren seguir engañándose a sí mismas". Facilitar esa información sí es obligatorio, en cambio, en Estados Unidos desde que en 1954 se declararon los derechos del enfermo. En ellos se estableció que el médico tiene el deber de comunicar el diagnóstico, y una vez leído por el paciente, firmarlo este último. En el resto de los países no existe ninguna ley similar y se llegó a la conclusión de que el tipo de información facilitada al enfermo debe ser individualizada, decidiendo el médico a qué paciente se informa o no. "En algunos países, como Siria, informan según la gravedad: si es curable suelen notificarlo, y si no suelen callar el diagnóstico. En China dan la máxima autoridad a la familia. España es similar en esta actitud. La URSS", comenta Jordi Estapé, "practica la verdad pragmática".

"El miedo que se siente frente al cáncer se basa en que la población piensa que no es curable, lo que no es cierto, salvo en un 50% o 60% de los casos. Aunque sí es cierto que, por ahora, los tratamientos oncológicos son muy duros y no sólo se siente la impotencia hacia la muerte, sino también angustia ante una posible mutilación. Otro aspecto que hace que se toque madera al pronunciar el nombre de esta enfermedad es que siempre se sabe quién ha muerto de cáncer pero nunca se conocen los que se han curado. Hay mucha represión por parte de la gente a manifestar que han tenido cáncer", dice Estapé. Uno de los proyectos del comité de expertos de la CE es realizar un vídeo que recoja los testimonios de cinco personas curadas por cada país. Si se respetaran los 10 mandamientos recogidos en el Código Europeo contra el Cáncer, se reduciría en un 15% el número de fallecimientos en toda la CE.

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