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Guerra acusó a Fernández de la Mora en TVE de "mentir la historia"

El tono académico del debate del programa de televisión La Clave, sobre El intelectual y la política, se quebró anoche cuando Gonzalo Fernández de la Mora, ex ministro del anterior régimen, afirmó que, durante la guerra de España, los principales intelectuales huyeron de la zona republicana. Citó a Baroja, Azorín, Ortega y Gasset y Marañón. "¡Es intolerable oír esto aquí!", exclamó Alfonso Guerra, vicepresidente del Gobierno. "Es el caso de la película. Es falsificar la historia. Es mentir la historia. Hay que estar loco..." Fernández de la Mora aseguró incluso que a Miguel de Unamuno le quitaron la cátedra en la zona republicana por considerársele nacionalista.Previamente, Guerra había recordado el episodio en el que, bajo el reinado de Fernando VII, un claustro universitario (el de Valencia, en el Manifiesto de los persas), afirmó lo de "Líbrenos Dios de la funesta manía de pensar". También había evocado el grito de Millán Astray en la universidad de Salamanca de la que era rector Unamuno: "¡Muera la inteligencia!". Guerra recordó que tras aquel episodio Unamuno se encerró en su casa y, enfermo, murió poco después. "Lo mataron", dijo.

El debate sobre El intelectual y la política siguió a la proyección de la película Nosotros los niños prodigio, de Kurt Hoffman, que ilustra la supervivencia del fascismo en tiempos de paz y bajo diferentes disfraces. Para K. S. Karol, periodista polaco, "no ha habido nada tan monstruoso como el nazismo". Bernd Rabehl, profesor de la universidad Libre de Berlín, explicó que en Alemania sólo los hijos de los protagonistas se decidieron a afrontar lo que supuso el nazismo.

Centró buena parte de la conversación la definición de intelectual. A partir de la propuesta por José Luis Balbín, según la cual "intelectual es el que usa la razón para argumentar", Antonin Liehin, líder intelectual de la Primavera de Praga, afirmó que intelectual es quien mantiene la duda y no cae en las trampas de la ideología. Rabehl prefirió el concepto de intelectual comprometido con la realidad de su entorno, y Carmen Llorca, diputada de AP e historiadora, dijo que lo es "quien ve el futuro".

En cuanto al intelectual y la política, Rabehl afirmó que todos estamos marcados por nuestra propia historia. K. S. Karol explicó que el problema se plantea cuando el intelectual no acepta quedarse solo, se integra en un partido y se somete a su disciplina. "La historia no es limpia", dijo, "pero no por ello hay que negarse a participar". Según Liehin, un político no puede actuar si no deja que su ciencia venza a su conciencia. Lenin, recordó, escogió en un momento dado ser estadista antes que intelectual.

"No he visto la erótica del poder por ninguna parte", dijo Guerra en otro momento. Afirmó no tener vocación política y, ya en el coloquio, que le hubiera gustado ser ministro de Cultura. "La herencia es un desastre, y no abusamos de decirlo, al contrario". Indicó que el ejercicio del poder es una actividad apasionante pero frustrante. "He encontrado que es una escuela de moral y de humildad indiscutible... para quien tenga moral".

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