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La nueva acción terrorista

Ante un nuevo acto terrorista, la elección de cuya víctima y de las circunstancias del crimen parecen haber sido cuidadosamente preparadas para producir un máximum de horror y de tristeza, volvemos a sentir y a hacernos eco de los profundos sentimientos de un pueblo entero que se siente dolorido y desconcertado, asqueado y encolerizado, pero también dispuesto por esto mismo a todo lo que se le pida para acabar con esa fuente de barbarie que trata de destruir el Estado y la sociedad entera.Desde luego, cabe hacer toda suerte de especulaciones sobre la estrategia del terror de este nuevo crimen, y, sin duda, los encargados de la represión del crimen tendrán ya a estas horas un esquema coherente a ese propósito, que les ayude no solamente en sus investigaciones sino también en la táctica a seguir. Y si se tiene en cuenta que en las últimas semanas el Gobierno ha obtenido excelentes resultados en su lucha antiterrorista, lo que hay que decir es que su táctica es positiva y la adecuada. ¿Es, sin embargo, suficiente?

Este asesinato del teniente general Quintana Lacaci muestra en cualquier caso que las manos criminales que le han abatido han querido mostrar que las medidas especiales antiterroristas no han debilitado para nada su capacidad de movilidad para sembrar el terror en el corazón mismo de España, que también en Madrid disponen de complicidades suficientes como para contar con ellas en tanto que bases operativas y que, pese a todas las medidas tomadas por el Gobierno francés y los éxitos policiales que suponen los descubrimientos de arsenales y detención de miembros de ETA en los últimos días, la organización terrorista es aún poderosa.(...)

Es obvio, sin embargo, que España entera no es impotente, ni mucho menos, ante una banda de asesinos, y que al Gobierno, en primer lugar, sigue correspondiendo el demostrarlo de la manera más rápida y fehaciente. Todavía hay en la ley y en la praxis policial y de los tribunales todo un arsenal de medios de defensa que pueden y deben actuarse; porque, como decimos, el triunfo sería ya de los terroristas si entre los españoles, en vez de un decidido sentimiento de lucha y autodefensa, y desde luego de confianza absoluta en la extirpación de esa brutalidad, comenzase a extenderse el de su prepotencia y el de la impotencia gubernamental y de la sociedad entera.(...)

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31 de enero

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