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Karole Armitage presenta "la nueva música clásica"

Andrés Ortega

«Esta actuación puede dañarle los oídos», decía una paciente a la entrada de los Riversides Studios, donde actuó recientemente Karole Armitage, trayendo a Londres, como parte del Dance Umbrella-81, su ballet punk Clasicismo drástico. Armitage se hizo con el público gracias a su control del tema y su perfecto dominio de una técnica aprendida de Merce Cunningham.

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«La música eléctrica es la música clásica de hoy día», declaró convencida a EL PAIS esta bailarina norteamericana de veintisiete años de edad. Pero ¿por qué tan fuerte? Para su compositor y músico, Rhys Chatham, el volumen es necesario para poder apreciar los armónicos de las guitarras, sirviendo además de reflejo de la vida de Nueva York.El caso es que ensordeció a los presentes, especialmente cuando Armitage y los tres bailarines que la acompañaban se pusieron también a tocar unas guitarras con el ritmo febril de la batería de David Linton en el trasfondo. El drástico clasicismo rompe así la dualidad entre el baile y la música, propia del ballet.

La austera coreografía de Armitage es clásica, con sus ejercicios de porte de bras y su uso majestuoso de los brazos, pero su uso es, sin duda, drástico. Armitage, que por sí sola combina más energía que todo el resto de su grupo junto, se mueve por ángulos, nunca por curvas, como los perros de Tindalo de la mitología lovecraftiana. Con sus propias palabras, «combina un vocabulario descarriado con una sugerencia narrativa en un espíritu clásico».

La primera parte de la actuación, con Armitage vestida de blanco y negro, relata la violencia de todo el espectáculo. En la segunda parte, vestida de azul, la compañía se anima en aspectos más livianos, con una película surrealista y la presencia de niños en el escenario. Las luces se convierten en colores, la intensidad aumenta.

En el escenario, Armitage llega a altas cotas de violencia. Fuera del ballet, esta violencia se convierte en una dulcura apuntada ya en los breves momentos en que la música se había suavizado. Karole Armitage participó en el Grand Theatre, de Ginebra. Pasó, a partir de 1976, a trabajar con Merce Cunningham.

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