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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Tena

Si de pintura-pintua va la cosa, ¿por qué no urdir la crónica, mejor que crítica, de esta exposición en atención a valores estrictamente pictóricos? Renunciar, de una vez por todas, al inevitable adorno teórico a que suele -acomodarse la obra de Gonzalo Tena y correligionarios, olvidar la consabida referencia a publicaciones como Peinture y Trama, omitir denominaciones comunes comosoporte-superficie, dar al diablo la obligada cita de Pleynet.... e interpretar lo aquí y ahora el puesto en los límites mismos de la práctica específica.Consta la exposición de catorce obras, sistemáticamente integradas en series cuyas proporciones máximas son de 1,70 X 0,70, y de 0,70 x 0,70 las mínimas. Concebidas todas ellas para la sale en que se exponen, lo que ganan en adecuación al medio lo pierden en magnitud, de atender a los formatos habituales en el quehacer de Tena. Por lo que a materiales atañe, predomina el óleo sobre papel con el complemento de la sanguina y el grafito, y en lo tocante al color, se da un atinado equilibrio entre la llamada gama cálida (rojo-siena-marrón) y la fría (azul-gris-negro).

Tena

Galería BuadesClaudio Coello, 43.

Entre la pulsión inmediata del pincel y la división ortogonal del plano, el proceso elaborador se Sace esencialmenTe pictórico, más y más ganancioso cuanto más libres el gesto y más directa la imprimación sobre el blanco fundamental y alternante del papel. Cuando, por el contrario, desaparece o se atenúa el fondo blanquecino, o el color acepta su amalgama con el negro (azul-negro, marrón-negro ... ),los valores pictóricos ceden ostensiblemente su protagonismo a otras sugerencias que exceden el juego, libre y escueto, de la pintura y los límites sucintos de su materialidad.

De la cabecera a la base y de la base a la cabecera, un color único (rojo o siena aclarado) acepta, en las obras mejor alumbradas, el giro sinuoso del pincel, sin otra mediación que la azarosa intermitencia del blanco subyacente, en tanto tienden a fijarse los límites, antes en el paño central de cada tríptico, que en sus extremidades. Es el tríptico la división normal del plano, aunque las pinturas más recientes se atengan a una proporción de cuatro elementos verticales que les confiere mayor complejidad objetiva y exige del contemplador una atención más y más esmerada.

Alguien, con buen ojo y no oculta ironía, ha dicho que Tena y los del grupo, más que pintar, enjalbegan. Y ello es cierto de algún modo, o hasta el extremo de encarnar la lección primaria de la pintura-pintura. Las tres manos que el enjalbegador da al muro de cal, añil o almagre, hallan en algunas de las pinturas aquí expuestas un fiel correlato: paños teñidos con una sola capa van orientando la mirada hacia aquélla porción vertical en que el color converge y se triplica.

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