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Cuando Ancelotti mandó a Bellingham a tapar la banda izquierda

El Real Madrid, con la menor cifra de goles recibidos en Liga desde la 71-72, mejora pese a las muchas lesiones atrás cuando deshace el rombo a la hora de defender y envía al inglés a cerrar el flanco zurdo

Jude Bellingham Real Madrid
Jude Bellingham, en una acción defensiva con el jugador del Villarreal Ilias Akhomach.NurPhoto (NurPhoto via Getty Images)
Lorenzo Calonge

La noche más cruda en lo que va de curso para Carlo Ancelotti, ahora recompensado con la renovación hasta 2026, tuvo lugar a finales de septiembre en el Metropolitano. No solo perdió de forma inapelable (3-1), sino que la manera en la que su colega Diego Pablo Simeone le buscó las vueltas al Madrid obligó al técnico italiano a repensar el nuevo dibujo en rombo en el centro del campo que había ideado para favorecer la adaptación de Jude Bellingham. El sistema, lanzadera del jugador inglés, ofrecía grietas a la hora de defender. La manta se quedaba corta. El Atlético había acribillado a los blancos a centros laterales y los tres goles los produjo de cabeza.

De aquella noche surgió un Madrid matizado, con ajustes que tuvieron efectos sanadores. Las vías de fuga más evidentes a la hora de protegerse (las bandas) se cerraron y, pese a las numerosas y graves lesiones atrás, su sistema defensivo se afinó después de un arranque bajo sospecha. El Madrid no ha caído desde entonces (14 victorias y tres empates), y en Liga solo ha encajado 11 goles en las 18 primeras jornadas, su mejor cifra desde la campaña 1971-72 (mismo balance). También lo logró en la 61-62, según Opta. La solución, como los goles, pasó por Bellingham.

La ausencia de un relevo de talla mundial para Karim Benzema había empujado a Ancelotti a explorar un nuevo dibujo en rombo, con el británico en la punta para estar más cerca del área. El técnico, sin embargo, era consciente de que la apuesta también tenía sus pegas. Lo tenía en mente cuando voló en pretemporada a Estados Unidos y no tardó en confesarlo en público. “A nivel defensivo, no es el mejor sistema”, sentenció tras los dos tantos recibidos por el Milan en el primer ensayo (3-2). Una inquietud que se amplió en las dos semanas posteriores de prácticas al otro lado del Atlántico: “El equipo no está acostumbrado a defender en un rombo”, apuntó Carletto antes de regresar a España con ocho goles en contra en cuatro encuentros.

Aun así, continuó insistiendo. Los condicionantes de la plantilla le llevaban a ensayar otras vías, y en ataque Bellingham le daba la razón a su invento de aproximarlo a las zonas de remate dentro de ese rombo. Atrás, no obstante, había grietas.

Y entonces llegó el sopapo del Metropolitano, en la séptima cita del curso, la noche que convenció a Ancelotti de que debía darle una pensada al dibujo. Simeone hurgó en sus temores. Las bandas blancas andaban en paños menores a la hora de defender como consecuencia de ese rombo y, para colmo, un dato terminó de echar vinagre en la herida: los seis goles encajados habían llegado en los primeros minutos de cada parte, lo que le hizo empezar perdiendo en cuatro de los siete primeros choques. La veta ofensiva de Jude no podía con todo.

Fue el punto de inflexión de un Madrid que ha reducido la media de tantos recibidos de los 1,02 de la pasada temporada a los 0,75 de esta. En Liga, su progreso es aún mayor: de 0,9 a 0,6.

Los “límites” ante Simeone

La solución fue desmontar el rombo a la hora de defender y colocarse en la medular con una línea de cuatro para tener más anchura, con Bellingham desplazado a la izquierda en tareas de intendencia para tapar ese flanco, y dos pivotes en el centro. En mitad de su erupción anotadora, el italiano mandó al inglés con pico y pala a cerrar una orilla. “Esto solo lo puedes hacer cuando tienes un vestuario con pocos egos”, advierte una fuente con acceso a la caseta. Luego, en ataque, el ex del Dortmund ha podido moverse con la misma libertad para seguir percutiendo en el área.

El despliegue del británico (20 años) le ha permitido a Ancelotti conservar lo mejor del primer rombo (su llegada a las zonas calientes) y resituarlo en defensa en la banda zurda para tapar esa vía de fuga. Su amplio radio de acción lo coloca como el jugador blanco con más duelos ganados (143), y en las últimas semanas los elogios de Carletto se han concentrado más en su tajo que en los goles. Además, con los dos pivotes Carletto ha protegido más a Kroos, que recuperó la titularidad, y en el fondo de la cueva emergió el mejor Rüdiger. La visita a Girona (0-3) inauguró con éxito el nuevo paisaje.

Esta campaña, el Madrid ha dejado la portería a cero en la mitad de los encuentros de Liga (en 11 de 24 en todas las competiciones). El curso pasado, el porcentaje de partidos imbatido se quedó en el 34% tanto en el campeonato como en el global. Eran tiempos en los que Ancelotti no paraba de reclamar (antes de que se le torciera el curso) más “sacrificio, contundencia y concentración” en los duelos. Apenas surtieron efecto esas llamadas. Mientras el Madrid se desangraba en el campeonato, la pócima doméstica la tenía el prosaico Barcelona al ritmo de 1-0 y 0-1. Los azulgranas cerraron el título con el doble de porterías a cero: 26-13. Dos cruces de caminos que vuelven a dejar claro que las recetas de un equipo en racha son variadas, pero prácticamente todas comparten un ingrediente: cerrojazo.

“El partido contra el Atlético evidenció algunos límites”, reconoció el italiano hace tres semanas. “Encajamos tres goles con centros. No éramos capaces de tener bien controlada el área de penalti con los dos centrales. Ahí modificamos un poco. A veces, la ruptura de un lateral la tiene que cortar un medio, que nos permite tener los dos centrales dentro del área para los centros. El equipo ha mejorado”, analizó Ancelotti, que en las últimas fechas no ha dejado de valorar el “compromiso defensivo” de un equipo donde funciona algo tan poco sofisticado como el todos corren.

El Madrid arrancará 2024 ante el Mallorca con un solo central (Rüdiger) tras la sanción de Nacho. A la espera de lo que dicte el mercado, Ancelotti se ha ido quedando sin zagueros; sin embargo, encontró un molde que le ha permitido resistir y lograr su mejor juego. Ese encaje también incluyó la redefinición de Bellingham..

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