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Un simbólico traspaso de poderes en el Masters de Augusta

Rahm, estrella de la Liga saudí, entrega la chaqueta verde a Scheffler, bandera del PGA, tras afirmar que algún jugador no le mira a la cara

Masters de Augusta
Rahm viste a Scheffler con la chaqueta verde de Augusta.JOHN G MABANGLO (EFE)
Juan Morenilla

Una chaqueta verde como símbolo del poder. Hace un año Scottie Scheffler inviste a Jon Rahm como campeón del Masters de Augusta. Es el reconocimiento entre dos estrellas del circuito americano en plena guerra con LIV, la Liga saudí, por el control del golf y por los mejores cromos. No hay póster más brillante para el PGA Tour, que ve en el vasco, en su discurso de fidelidad, de rechazo al encanto de los petrodólares, a la mejor de las banderas. Pero todo cambia una primavera después. Ahora no solo es Rahm quien devuelve la prenda más famosa del deporte a Scheffler, que reconquista el Masters, su segundo grande, con 11 bajo par por delante del genial sueco Ludvig Aberg. Hay más, mucho más. Porque este Rahm no es el mismo que el de hace un curso. Un talonario de hasta 500 millones de euros le ha convencido de cambiar sus palabras y desembarca en el Augusta National como la gran contratación de LIV. Así que cuando arropa con la chaqueta verde a Scheffler, el número uno mundial, la tradición simboliza el músculo que todavía exhibe el circuito americano.

Los dos enemigos negocian. Se reúnen, hablan, acercan posturas. Pero de acuerdo de paz, ni rastro. Hace ya 10 meses que ambas partes anunciaron que se daban la mano para crear un gran circuito mundial y que los mejores pudieran jugar con los mejores, no solo en los cuatro grandes de la temporada (y no todos). Pero ha pasado el tiempo y nada. Primero se cumplió el plazo de diciembre como fecha límite para la rúbrica; luego se estiró la prórroga hasta abril, con el Masters como tope; tampoco… y ahora ya nadie habla de fechas, sino de si verdaderamente llegará el fin de la guerra o no. “La reunión ha sido positiva, pero no sé si el acuerdo está cerca”, afirmó Tiger Woods en el Masters después de ser anfitrión de un reciente nuevo cónclave.

Mucho ha cambiado el escenario. Rahm ha pasado de héroe a villano, y en los despachos del PGA Tour escuece lo que consideran una traición. También en el vestuario. “Alguno no me mira a la cara”, soltó el vasco después de terminar el torneo con +9, al abismo de 20 golpes del campeón Scheffler; “ya lo esperaba, sabía que iba a pasar. Mis amigos siguen siendo mis amigos y el que cambie su opinión sobre mí...”. En el primer torneo en que coincidían los dos equipos desde su fuga a LIV, el número tres mundial sintió en su piel las consecuencias de su lujoso volantazo. De Masters a Masters es otra película. Precisamente el vasco admite que de no haber vencido el curso pasado en Augusta, o en otro grande, y por lo tanto asegurarse una exención de cinco años en las citas del Grand Slam, no hubiera tomado la decisión de irse a LIV. Un peculiar giro del destino.

Los hombres de LIV pujan pero no alcanzan la cima. Brooks Koepka discutió hace un año la victoria a Rahm, y esta temporada Bryson DeChambeau, Cameron Smith y Tyrrell Hatton se cuelan entre los 10 mejores en el primer grande de la temporada. El desenlace lo vive en el campo Greg Norman, el consejero delegado de la Liga saudí, que asegura que debe comprar las entradas en la reventa porque no le han invitado.

La guerra no es nueva. Ya Sergio García denunció el mismo clima de tensión cuando cambió de camiseta y apareció por algún torneo del circuito europeo. Thomas Bjorn, excapitán de la Ryder, le señaló con el dedo. “Vino y nos dijo: ‘Aquí no os queremos a ninguno’. Y yo no estoy donde no me quieren”, lamentó García. El castellonense salió y cerró la puerta. Rahm ha seguido su camino hacia la Liga saudí, probablemente afectado en Augusta por todo ese ruido alrededor. El Masters, en lugar de convertirse en un reencuentro de viejos amigos, ha demostrado que las cicatrices siguen abiertas.

Clasificación final del Masters de Augusta.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.
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