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Jon Rahm y la tensión por su marcha a LIV: “Alguno no me mira a la cara”

El vasco, con su registro más abultado en el Masters (+9), admite tiranteces por su fichaje por la Liga saudí

Rahm, este domingo en la salida del tercer hoyo de Augusta.
Rahm, este domingo en la salida del tercer hoyo de Augusta.JUSTIN LANE (EFE)
Juan Morenilla

No hay nombres sobre la mesa, pero Jon Rahm admite que su reciente y millonario fichaje por la Liga saudí, después de haber renegado de esa competición y haberse mantenido fiel al circuito americano, ha generado tiranteces y algún momento de tensión con jugadores del PGA Tour. “Sabía que iba a pasar, me lo esperaba”, cuenta el vasco después de la cuarta jornada del Masters de Augusta, donde cede la chaqueta verde tras un resultado final de +9, el peor de su trayectoria en este campo. “En algunos sí me lo esperaba. Con alguno que tenía una relación más cordial no me mira a la cara. Y luego de otros pensaba que iban a estar más secos y alguno me dio un abrazo. Sabía que iba a pasar, faltaba saber quién... Mis amigos siguen siendo mis amigos y los que no, pues ya se sabe. Y el que cambie la opinión sobre mí...”, completa Rahm.

El español asegura que nada de eso le ha distraído en el juego, aunque su golf haya estado lejos del que le hizo campeón. Como símbolo, el hoyo 2. En tres de las cuatro rondas (menos el sábado) aterrizó en el búnker de la derecha con el golpe de salida de este par cinco de 585 yardas (535 metros), el más largo del recorrido, que ha estrenado tee. Y en ninguna de las cuatro vueltas consiguió arañar ni un impacto a una parada en la que presenta sus mejores estadísticas en su carrera en el torneo (un acumulado de -20). La secuencia este curso refleja la incomodidad de esta primavera con el campo: par, par, par y bogey con un doloroso tripateo. Es la primera vez desde que Rahm compite en Augusta, en 2017, en la que no rebaja ni un golpe a este hoyo en toda la semana.

El paso atrás frenó un esperanzador arranque con birdie en busca de escalar posiciones en la clasificación. El vasco volvió a pisar el acelerador con otro birdie en el 3, un par cuatro corto en el que lució esas manos mágicas para sacar una bola situada cuesta abajo en un búnker y posarla cerca de bandera. Y en el 7 se inventa otra genialidad. Después de visitar los árboles de la derecha, consume un golpe en volver a la calle y entonces… ¡pum!, bingo desde 73 metros. Por fin los brazos en alto, una sonrisa y un choque de manos con su caddie, Adam. Pero es un espejismo. Bogey en el 8 después de una mala salida, doble en el 10 tras no alcanzar el green hasta el cuarto golpe y bogey en el 11 al enlazar otro putt de media distancia fallado. En el 14 se le vuelve a escapar por la derecha un putt para birdie, y tampoco saca jugo a los pares cinco del 13 y el 15. Su bola se ahoga en el lago del 16, de donde sale con dos ladrillos más.

En la casa club entrega una tarjeta final de +4 en el día para un total de +9 en el torneo. Es su resultado más abultado desde que en 2017 debutó en el torneo (la edición que ganó Sergio García). Entonces se estrenó como el novato que aprende a conocer los secretos del Masters con +3, y hasta ahora solo había empeorado ese registro en 2022, con +4, el curso que coronó a Scheffler y uno antes de su victoria. Es además la primera vez que no consigue bajar del par del campo en ninguna de las cuatro vueltas: 73, 76, 72 y 76 golpes.

Rahm volverá a la competición dentro de dos semanas en la sexta parada de la Liga saudí, del 26 al 28 de abril en Adelaida. Por delante tiene también otros ocho torneos de LIV, entre ellos la cita en Valderrama del 12 al 14 julio, los tres grandes que restan de la temporada (PGA, US Open y Open Británico) y los Juegos de París.

Gran Olazabal

Olazabal, mientras, resurge con el par del campo, 72, en la jornada del domingo para +9, como Rahm. Y eso que en el segundo golpe del hoyo 5 le dio un tirón y su compañero de partido, el colombiano Camilo Villegas, le dio un antiinflamatorio. “Cuando tenía que hacer un swing agresivo, no me podía mover. He hecho lo que he podido, me he defendido bien. Hasta ese momento estaba encantado, jugando sólido. Lo único que me preocupa es que no vaya a más”, analizó Olazabal.

Una gran semana pese a todo para el doble campeón de la chaqueta verde, que a los 58 años, el más veterano entre quienes pasaron el corte, regresará ahora a casa y pretende retomar, si el cuerpo lo permite, el circuito sénior. “Si saco el golf que llevo dentro, aún puedo ganar”, afirma.

Clasificación del Masters de Augusta.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.
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