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Jokić y Murray hacen historia ante Miami y adelantan a los Nuggets en la final de la NBA

Las estrellas de Denver baten marcas de puntos, rebotes y asistencias con una victoria a domicilio (109-94) que deja la eliminatoria 2-1

Nikola Jokic en el tercer partido de la final entre los Denver Nuggets y el Miami Heat, el 7 de junio en Miami (Estado de Florida).
Nikola Jokic en el tercer partido de la final entre los Denver Nuggets y el Miami Heat, el 7 de junio en Miami (Estado de Florida).Kyle Terada (AP)
Iker Seisdedos
Playoffs NBA - playoffs - jornada 50
Miami Heat
Miami Heat
94 109
Finalizado
Denver Nuggets
Denver Nuggets

Denver Nuggets llamó este miércoles a las puertas del cielo de su primer título de la NBA con una victoria en la cancha de Miami Heat, la segunda de la serie, gracias al fenomenal desempeño de sus dos estrellas, Nikola Jokić y Jamal Murray. Ambos lograron registros históricos de puntos, rebotes y asistencias.

El marcador, que terminó 109-94 y dejó el cómputo de la eliminatoria en 2-1, no contó toda la historia de un encuentro partido por la mitad. En la primera, la igualdad fue constante y pegajosa. En la segunda, el sueño de los Heat de encarrilar la eliminatoria ante los suyos se les fue yendo poco a poco de las manos hasta que ya no hubo remedio.

La cosa pareció sentenciada cuando faltaban tres minutos para el final del partido y las bandadas de aficionados de Miami vestidos de blanco, que acogían en casa, y tras dos encuentros en Denver, su primera final en nueve años, empezaron a abandonar en masa el estadio Kaseya Center. A nadie le gusta regodearse en la decepción, pero es que el tráfico es un asunto que no debe tomarse a broma si no es por un buen motivo un día de partido en una gran ciudad estadounidense.

Llevaban la frustración marcada en sus caras con las dos palabras más escuchadas de la noche por la megafonía del estadio: Nikola Jokić, principal fuente de sus desgracias. La estrella serbia de los Nuggets, además de un gran partido, hizo historia, al convertirse en el primer jugador que anota 30 puntos, captura 20 rebotes y da 10 asistencias en un partido de la serie final. Pero no quiso quedarse ahí: acabó con 32 puntos y 21 rebotes en su casillero.

Después, Jamal Murray entró en los libros de nuevo, cuando solo quedaban nueve segundos de partido y cogió su décimo balón bajo el tablero. Tampoco nunca dos compañeros del mismo equipo habían logrado sendos récords en un partido, de la final o no, en lo que los amantes de las estadísticas de la NBA llaman triples dobles de 30 puntos (en el caso de Murray fueron 34, más 10 asistencias y 10 rebotes).

En la sala de prensa tras el final del partido, el serbio, en un ejercicio de modestia, se deshizo en elogios hacia su compañero: “Él es el líder. El resto nos limitamos a seguirle”, dijo. Su entrenador, Michael Malone, fue más ecuánime ante los medios. “Con mucho, hemos visto su mejor desempeño como dúo en sus siete años juntos”.

Paradójicamente, fue en los tres minutos de la desbandada cuando Miami pareció a punto de renacer de sus cenizas. Hasta se puso fugazmente a nueve puntos. Pero, ay, el milagro se quedó en la sala de espera y tanto al entrenador de los Heat, Erik Spoelstra, como a la afición solo les quedó un consuelo: sacar a falta de veinte segundos de que sonara la bocina a un mito local, Udonis Haslem. Se retira al final de la temporada, tras dos décadas de fieles servicios prestados, pero al menos pudo llevarse una ovación y hacer otra clase de historia al convertirse en el jugador más veterano en disputar una final, con 42 años (los 43 los cumple este viernes).

Cambio de guion

El guion de la noche cambió a la altura de la mitad del tercer cuarto, cuando el equipo de Denver, tras una primera trabajosa mitad, despegó con una ventaja de dos dígitos que se hizo fuerte en el marcador. La diferencia escaló a los 21 a los dos minutos y medio del inicio del último cuarto. Spoelstra pidió entonces un tiempo muerto. Subió la música, una atronadora versión acelerada de Mami qué será lo que quiere el negro, pero ni con semejante transfusión el público, que había arrancado con vociferantes ganas, recobró la fe en su equipo.

El partido había empezado así, con entusiasmo y con unos Heat que salieron ansiosos por demostrarse con prisas que eran capaces de sellar lo que aventuró su victoria contra pronóstico en Denver, el domingo pasado. Había que aprovechar el momento: era la primera vez en la postemporada que los Nuggets no encaraban su tercer partido con un 2-0. También fue la primera en la que el equipo de la Conferencia Oeste había perdido en casa, tras nueve encuentros sin hacerlo.

La energía inicial les duró a los locales unos ocho minutos. Para entonces, Jokić, con ese estilo suyo mitad europeo y mitad infalible sin esfuerzo ya estaba avanzando como un general confiado por las posiciones enemigas. El apuro y los nervios de Miami se tradujeron en una oportunidad perdida de ampliar la magra ventaja detrás de otra.

El escolta de los Denver Nuggets Jamal Murray atiende a los medios tras el partido.
El escolta de los Denver Nuggets Jamal Murray atiende a los medios tras el partido.Rebecca Blackwell (AP)

Antes de que el encuentro tomara otro rumbo, el primer cuarto acabó con doble igualdad: en el marcador entre los dos equipos y en los puntos anotados, 10, por las estrellas de una y otra franquicia: Jimmy Butler (que acabó con 28, por los 22 de Sam Adebayo) y Jokić. También se registraron los primeros avistamientos de famosos, una especie que se mostró generosa en el estadio frente a la bahía Byscaine: había leyendas de la NBA como Magic Johnson y raperos como J Cole. Incluso asistieron Shakira y Neymar, que recordaron a los presentes, cada uno a su manera, que la gran noticia deportiva del día en la ciudad habría seguido siendo el fichaje de Messi por el Inter, equipo de fútbol local, incluso aunque los Heat hubieran arrasado a los Nuggets.

El siguiente encuentro entre ambos es el viernes, de nuevo en Miami, donde el sueño de hacerse con el cuarto campeonato de su historia (tras los de 2006, 2012 y 2013) sigue vivo entre sus aficionados, aún sin creérselo del todo. “Bastante es que hemos llegado hasta aquí”, decía Big Dan Vainberg poco antes del partido del miércoles y al final de una temporada en la que casi nadie dio un duro por ellos.

Las estadísticas siguen sin darlo: no consta en los anaqueles ningún equipo que acabara octavo cabeza de serie de la Conferencia Este que se haya llevado al final en anillo. Este año, los Heat se clasificaron por los pelos en la repesca a vida o muerte del play-in, pero luego contradijeron a quienes los subestimaron llevándose por delante, contra todo pronóstico y por ese orden, a los Milwaukee Bucks, los New York Knicks y a los Boston Celtics, que se quedaron a las puertas la temporada pasada y eran los favoritos para la gloria desde esta mitad del país.

Pese a que los Heat han demostrado una y otra vez en las últimas semanas que no conviene darlos por amortizados, lo cierto es que las leyes de la probabilidad baloncestística dan en este caso un 80% de opciones de éxito a los Nuggets. Antes que ellos, 32 equipos de 40 lograron la victoria en el tercer encuentro de la serie y así acabaron calzándose el anillo de campeones. Después del viernes, la pelea tomará rumbo al Oeste y luego regresará a Miami. Si se hiciera necesario un séptimo partido, este se disputará el 18 de junio, de nuevo en Denver.

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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.

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