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‘Quesarito’ Jokic pone la NBA a sus pies

El pívot, que llegó con un perfil bajo, se convierte en un jugador total por su producción ofensiva y su inteligencia

Denver Nuggets Nikola Jokic
Jokic, en la final ante Miami.Jack Dempsey (AP)
Juan Morenilla

Nikola Jokic dormía en Belgrado cuando fue elegido en el draft de la NBA. Era el 26 de junio de 2014 y el nombre del pívot serbio no apareció hasta la segunda ronda, en el puesto número 41, ligado a los Denver Nuggets. Solo fueron un par de escalones mejor que el hoy madridista Walter Tavares (43º, entonces en el Gran Canaria) en un mercado de fichajes que coronó a Andrew Wiggins y en el que Joel Embiid, MVP de esta temporada, fue tercero. A Jokic, jugador del KK Mega, de la capital de su país, aquello no le quitaba el sueño. Su reto, decía, era la Euroliga. Y tampoco la Liga estadounidense le consideraba ni mucho menos un tesoro. De hecho, cuando el serbio fue reclutado por Denver la cadena televisiva con los derechos del certamen, ESPN, emitía un anuncio de comida rápida de la cadena mexicana Taco Bell. En concreto, un burrito con arroz, carne, crema agria y quesos fundidos llamado Quesarito. No dejaba de ser curioso tratándose de un baloncestista con algunos problemas de sobrepeso y que bebía tres litros de Coca-Cola al día. “No podía parar, era un vaso detrás de otro”, confesaba.

Jokic aterrizó en la NBA sin grandes expectativas, como demuestra el informe de un ojeador de la Liga redactado ese verano de 2014 y hecho público hace unos días por el exentrenador George Karl: “Carece de gran velocidad y capacidad de salto. Puede tener dificultades ante los demás atletas. Limitado por su falta de explosividad”.

Pero el cuento ha sido otro. Aquel chico regordete en el que pocos creían es hoy una estrella dominante en la NBA, cinco veces all star, el MVP de la temporada en 2021 y 2022 (ningún jugador en la historia alcanzó el galardón tras ocupar un lugar tan bajo en el draft) y el líder sin discusión de unos Nuggets que buscan el anillo en la final ante Miami. Denver manda por 1-0 tras vencer en el primer duelo por 104-93 con 27 puntos, 10 rebotes y 14 asistencias de Jokic. De patito feo a cisne, hoy todos se rinden ante un pívot con la clarividencia de un base, omnipresente en la pista para anotar, rebotear y asistir, un bailarín por dentro y por fuera y el eje del juego del equipo de Denver no solo por su físico (2,11m y 128 kilos), sino sobre todo por su inteligencia. A los 28 años, Quesarito Jokic reina en la NBA.

“No puedes hacer nada contra el Joker. Incluso cuando le defiendes bien, se pone el balón detrás de la cabeza como Larry Bird y consigue meterla. Solamente puedes hacer así”, afirmaba LeBron James, haciendo el gesto de quitarse la gorra, después de una de las exhibiciones de Jokic en la final de la Conferencia Oeste entre Denver y los Lakers. Fue una barrida por 4-0 en la que el serbio se lució con canastas imposibles como un triple cayéndose hacia atrás, con el balón tras la nuca y con Anthony Davis frente a él. “El Joker está cambiando el juego ante nuestros ojos, como Jordan, Bird, LeBron, Curry, Kobe y Kareem”, le elogió el mítico Magic Johnson. Y Shaquille O’Neal le dijo este jueves en persona: “No doy mucho crédito a muchos pívots, pero a ti te doy toda la consideración del mundo. Eres muy, muy, muy impresionante”.

Jokic cerró la temporada regular con unas medias por noche de 24,5 puntos, 11,8 rebotes (tercero en la NBA tras Domantas Sabonis y Anthony Davis) y 9,8 asistencias. Es el mejor promedio de pases en su carrera en la meca del baloncesto y el registro le sitúa como el mejor pívot asistente de la competición, solo por detrás en el listado de tres exteriores, Harden, Haliburton y Trae Young. Además, es el hombre que más veces entró en contacto con el balón en el curso en la NBA, un promedio de 98,6 ocasiones por encuentro, a una media de 2,69 segundos por intervención. El balón vuela a más velocidad y la jugada sale más limpia cuando pasa por las manos de Jokic. En el corazón de la zona es un tormento para el rival. Cuando pisa el perímetro redobla la amenaza con el tiro de tres (38,3% de acierto), las penetraciones o las combinaciones. Nadie hizo más triples dobles que él en la campaña, 29, más del doble que el segundo, Sabonis con 14, con Doncic (10) en el tercer peldaño del podio.

“Juega al ajedrez en la pista. A veces pienso que es un ordenador. Lee automáticamente lo que le rodea y toma la decisión correcta”, afirma su técnico, Michael Malone, que destaca un liderazgo humilde: “Es una súperestrella sin una pizca de egoísmo, le avergüenza recibir tanta atención”.

Jordi Fernández, primer asistente en los Sacramento Kings, el técnico español con un cargo más alto en un banquillo de la NBA, redunda en ese perfil de jugador total. “Impacta en el juego al máximo nivel porque es extremadamente productivo a tres niveles, reboteando, pasando y anotando. Eso le convierte en una pieza clave en la defensa y en la producción ofensiva, y para hacer mejores a sus compañeros. Y siendo un gran líder no necesariamente con la voz, sino sobre todo con el ejemplo. Jokic siempre hace lo que es mejor para el equipo. Eso le hace ser respetado no solo por sus compañeros sino también por el resto de la Liga”, comenta Fernández.

Ese abanico de recursos estuvo al servicio de Serbia en el pasado Eurobasket, aunque una hoja de servicios de 21,7 puntos, 10 rebotes y 4,3 asistencias por cita no bastó para evitar una sorprendente caída en octavos ante Italia.

De regreso a la NBA, es el mismo competidor voraz. Un tipo bromista fuera de la pista y con un carácter ganador muy afilado en ella. En semifinales del Oeste le dio un empujón al dueño de los Suns, Mat Ishbia, por retener el balón, y fue multado con 25.000 dólares. Ahora, en la final por el anillo, nadie duda de Quesarito Jokic.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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