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Sergio Rodríguez, Llull y Rudy, los inmortales del Real Madrid

Los tres veteranos jugadores simbolizaron el gen ganador de los blancos e impulsaron una inédita remontada en la Euroliga para alcanzar la Final Four

Sergio Rodriguez
Sergio Rodríguez lanza a canasta entre Smailagic y Punter.JAVIER SORIANO (AFP)
Juan Morenilla

La imagen no necesitaba palabras. Consumada la gesta del Real Madrid ante el Partizán para alcanzar la Final Four de la Euroliga, Luka Doncic publicó un mensaje en su cuenta de Twitter. La estrella eslovena de los Dallas Mavericks conserva un fortísimo lazo con el conjunto que le propulsó a la NBA y quería sumarse a las celebraciones por la quinta victoria en los cuartos (98-94) y la coronación de una gesta inédita: nunca en el torneo europeo un equipo había levantado dos derrotas iniciales en una eliminatoria. Pero Doncic no escribió nada. Simplemente compartió una foto: Sergio Rodríguez, Sergio Llull y Rudy Fernández mirando a la cámara, con el uniforme blanco y un balón cada uno. No había nada más que decir.

Cuando el Madrid se ahogaba entre los dedos de Obradovic le rescataron los tres inmortales. Sergio Rodríguez, 36 años, Sergi Llull, 35, y Rudy Fernández, 38, comandaron la revolución blanca para citarse el próximo viernes a las 20.00 con el Barcelona en la semifinal de Kaunas. Fue el base canario quien puso patas arriba el encuentro cuando el conjunto de Chus Mateo estaba contra las cuerdas (18 puntos abajo) y a ese tren en marcha se subieron Llull y Rudy. El trío aportó puntos y revoluciones en la pista, levantó a la grada, exprimió ese eterno gen ganador de los blancos para aferrarse a la remontada más imposible y simbolizó de nuevo el alto grado de identificación de la hinchada con los jugadores nacionales que han hecho carrera en la casa blanca. “Me encantan los viejitos”, escribió también Andrés Nocioni.

El Chacho enloqueció con 19 puntos y seis asistencias en los minutos de la verdad, Rudy arañó cinco rebotes cazados más con el alma que con las manos, y Llull culminó la resurrección con dos triples marcas de la casa. “En ese equipo hay mucho carácter”, se rindió Obradovic, ganador de nueve Copas de Europa. “Chacho, Llull y Rudy nos llevaron a nuestros mejores recuerdos”, apuntó Chus Mateo.

El presidente del Madrid, Florentino Pérez, estampó un beso a Sergio Rodríguez cuando entró en el vestuario en medio de la fiesta. Era el reconocimiento al héroe de la noche, quién sabe si también un gesto que encamine la continuidad del base la próxima temporada. Rodríguez acaba contrato en unas semanas y su futuro aún está por resolver. El verdugo del Partizán apura su segunda etapa en el Madrid tras el periodo 2010-16. Entonces probó en la NBA (Philadelphia) y de regreso a Europa adquirió la condición de gran estrella en el CSKA y luego en el Olimpia Milano antes de volver al hogar. Este curso ha formado parte de las rotaciones en la dirección de juego de los blancos, con Williams-Goss y Hanga, después de que el club tuviera sobre la mesa el regreso de Facundo Campazzo. El Chacho ha trabajado sin ruido a la espera de una gran noche como la de este miércoles. Ya en el tercer encuentro de la serie, en Belgrado, levantó con una arenga de veterano a Hezonja. “¡Si agachas la cabeza, te la levanto!”, le gritó al alero. Y en la quinta parada de los cuartos fue terminal. El canario es un iluminado para leer cada jugada y conectar al resto de piezas, especialmente a Tavares, y a esa mente prodigiosa unió esta vez un derroche de puntos en las penetraciones y en el tiro exterior. Así alcanzó su octava Final Four el único jugador de la Euroliga junto a Spanoulis que suma más de 3.500 puntos y 1.500 asistencias.

Rodríguez renunció a la selección española tras los Juegos de Tokio. Con La Familia sigue Rudy, el gran capitán que con el oro del pasado Eurobasket igualó las 11 medallas de Pau Gasol (a una del récord de Laia Palau) y que está a seis partidos del récord absoluto masculino de encuentros con España de Juan Carlos Navarro. Por delante, el próximo Mundial y el reto de los Juegos de 2024: en París quiere convertirse en el único baloncestista en la historia en disputar seis citas olímpicas.

Contra el Partizán, el alero fue de nuevo la imagen del sufrimiento y la entrega. Exum le cayó sobre un hombro en la última acción del tercer cuarto, y aún tuvo energía el madridista para arrastrar el cuerpo por el parqué como hacía en el Eurobasket en los finales de partido. Al torneo europeo había viajado con su cámara hiperbárica para recuperarse mejor, convertido al fin en el gran jefe. Sin los hermanos Gasol, Navarro y Ricky, era el turno de Rudy de tomar un protagonismo que en otras ocasiones había cedido por el bien del grupo. Y de echar alguna bronca en el vestuario que hasta dejó mudo a Scariolo.

“Cuando jugamos sin red, los veteranos damos un paso adelante”, explicó Llull tras la remontada ante el Partizán. “Ha sido más corazón que baloncesto. Es nuestro ADN”, añadió el capitán blanco, en el origen de la tangana del segundo encuentro por su falta antideportiva a Punter. Aquel fue el peor momento de una serie apasionante que el Madrid coronó con su trío de eternos rockeros rumbo a la Final Four.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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