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El Barcelona ultima un crédito de 500 millones con Goldman Sachs y JP Morgan

El club confía ahora en un préstamo inicial y posteriores emisiones de deuda para cerrar este viernes la búsqueda de 1.500 millones para financiar la remodelación del Camp Nou

Diseño del nuevo Camp Nou dentro del 'Espai Barça'.
Diseño del nuevo Camp Nou dentro del 'Espai Barça'.FCB (FCB)

El Barça cerró con la constructora turca Limak un ajustado plazo de obras para remodelar el Camp Nou. Su intención es que el primer equipo de fútbol pueda volver a jugar allí en noviembre de 2024 y no prolongar más su exilio en el estadio Lluís Companys de Montjuïc, donde se instalará a partir de la próxima temporada. Para que sea posible es necesario que el inicio de las obras de desmantelamiento de la tercera gradería del estadio no se demore más allá de junio próximo. Pero antes el club debe conseguir 1.500 millones de euros para financiarlo, pese a que las obras del estadio apenas se situarán en los 950 millones. El próximo viernes es el último día para sellar ese acuerdo y el momento no parece el más propicio para la entidad: a la crisis reputacional que sufre el club por el caso Negreira y su incapacidad en los últimos años de obtener beneficios se suma la desconfianza que se cierne sobre los mercados financieros tras la caída del Silicon Valley Bank, crisis que se ha extendido a Europa (ya afectada por la guerra en Ucrania) a través de Credit Suisse y los temores sobre el futuro de Deutsche Bank. Cuesta conseguir el dinero a un coste que la entidad considere aceptable.

La dificultad de encontrar inversores en estos momentos ha desembocado en otro cambio de planes en el club. La directiva trabaja ahora en un acuerdo global por la misma cantidad que ansiaba antes (1.500 millones de euros para ganar aire y cubrir todas las posibles contingencias), pero con un inicio de partida diferente al inicialmente previsto. Apuesta por un crédito de 500 millones de euros a cinco años con un tipo de interés que se situaría algo por encima del 6% de tipo de interés, informan fuentes del Barcelona. Los prestatarios serían Goldman Sachs y JP Morgan (en proporciones de participación no idénticas pero no muy diferentes), los dos bancos de inversión fichados inicialmente para que buscaran recursos en los mercados de capitales de Estados Unidos, más acostumbrados a la inversión en clubes y recintos deportivos. El resto de las necesidades económicas se conseguirían posteriormente y a través de emisiones de deuda. Pero ese primer tramo de 500 millones a corto plazo supondrá mayor tensión de caja para el club que lo inicialmente previsto.

En las negociaciones también se están tratando los plazos de devolución. Los primeros 100 millones de euros que procedan del Espai Barça se los quedará el club para su presupuesto. Los segundos 100 millones se destinarán al pago de la deuda. La cuestión, no obstante, es que el plan de negocio contempla unos ingresos anuales de 347 millones de euros gracias a las nuevas instalaciones, una cifra que supondría duplicar las actuales.

“El mercado estadounidense está cerrado y no confía en Europa”, señala el propietario de una gestora de fondos barcelonesa que viaja constantemente a Estados Unidos en búsqueda de fondos interesados en invertir en proyectos españoles. Su papel es similar al encargado por la junta de Joan Laporta a Goldman Sachs y JP Morgan, los dos bancos de inversión a los que se encargó la operación financiera del Espai Barça, todo el proyecto para remodelar el Camp Nou y sus aledaños, y la captación de los 1.500 millones de euros que se consideran necesarios para sacarla adelante. Las dos entidades intentan atraer la atención de aseguradoras americanas. Ni los dos bancos de inversión ni el Barça quieren hablar de la operación, de la que también se mantiene en el mutismo Kroll, la agencia de calificación a la que se encargó poner nota al proyecto (para poderlo vender a los potenciales inversores) y que desde hace dos semanas no puede dar ningún tipo de información porque el club le exigió que la información de su proyecto fuera privada.

Para llevar a buen puerto las negociaciones, el principal esfuerzo que está realizando el club es explicar los avances que está realizando para volver a los beneficios y acabar con unas pérdidas operativas que en los últimos tres años se han situado en torno a los 200 millones de euros. En esa ofensiva es clave la reducción de la masa salarial, superior a los 600 millones de euros y que la actual directiva quiere poner por debajo de los 500 millones de euros. Pero el otro nubarrón que está encima del club, más allá del riesgo reputacional, es el que investiga la Justicia por el pago de siete millones de euros al que fuera vicepresidente de los árbitros españoles, José María Enríquez Negreira, y que podría acabar incluso en una reducción de categoría.

Desde que la asamblea aprobara en 2021 los 1.500 millones para el Espai Barça, el club ha tenido que cambiar los planes en diversas ocasiones. Cuando Goldman Sachs tomó la dirección del proyecto planteó hacer tres emisiones de deuda consecutivas de 500 millones de euros, que no se acabarían de costear al menos en su totalidad hasta 2052. Hace dos semanas, los planes ya cambiaron a causa de las dificultades de encontrar inversores: un crédito a cinco años de 200 millones de euros y cinco de emisiones de deuda de entre 100 y 400 millones a pagar hasta 2047. Ante este cambio de planes, Kroll decidió empeorar la calificación de la operación de BBB+ a BBB, aunque seguía manteniéndola fuera del grado especulativo, que penaliza más las operaciones de endeudamiento y obliga a pagar unos intereses más altos por cada euro que se solicita.

Al final, dependiendo de que Goldman Sachs y JP Morgan no pongan más condiciones que el club considere inasumibles, gana la última estructuración: 500 millones de deuda a cinco años y emisiones de deuda posteriores hasta completar la operación de 1.500 millones aprobada en asamblea, que no puede superar en ningún caso los 35 años. Como alternativa, según adelantó ayer la Cadena Ser, figura Key Capital, que también estaría dispuesta a financiar el proyecto.

Si la operación no sale adelante, las obras del Camp Nou se tendrán que volver a guardar en un cajón. El club considera que en ningún caso tendrá que indemnizar a Limak, que aprovecha el macroproyecto del Camp Nou y Barcelona para proyectar su negocio a Latinoamérica, porque su contrato estaba vinculado a encontrar la fórmula de financiación.

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